Algunos se congelan al observar la marabunta rojiblanca que les separa de ese autobús con el que intentaron pasar inadvertidos; otros, los más experimentados en estas lides, aprietan el paso, no sin antes conceder autógrafos y posar para una que otra ‘selfie’. Es la magia del Guadalajara en una ciudad que le pertenece... Hasta cuando se esfuerza en no llamar la atención.

Las Chivas asisten a la Basílica de Santa María de Guadalupe para tomarse otra innovadora fotografía oficial y, por qué no, solicitar una que otra ayuda superior en la batalla por el no descenso, más allá del discurso de Jorge Vergara, quien también recibe trato de ‘rock star’.

El propietario del Rebaño Sagrado obsequia firmas y posa en innumerables instantáneas, mientras su equipo de seguridad y algunos elementos de la policía sufren con las decenas de aficionados que se le arremolinan. Disfruta la innata popularidad de su equipo.

“Venimos para ofrecer el campeonato, no el descenso”, sentencia el empresario. “Vamos a regresar más veces, porque ganaremos [el título del Clausura 2016]”.

Certamen que el equipo dedica a la Virgen de Guadalupe. Esta tarde cumplirá su primera visita del semestre, contra el Cruz Azul, por lo que se aprovecha el viaje a la ciudad de México para crear esa que será la imagen oficial del club.

Vergara aseguró que no se realizaría. Simple táctica para intentar que el amor por las Chivas no mute en tragedia.

Lo consigue, aunque cerca de 200 simpatizantes rojiblancos no caen en el ardid y esperan al club de sus amores en el atrio de la Basílica. Llega en un autobús guinda, sin distintivos de la institución, pero la emoción se dispara cuando se observa a Matías Almeyda y sus futbolistas.

Todos son venerados, pero está claro que hay consentidos: Omar Bravo, Carlos Salcido y Carlos Peña. El ‘Gullit’ vive sus primeras experiencias en un equipo de convocatoria nacional. Ésta resulta inolvidable. El asombro que reflejan sus ojos le delata. Firma playeras y sonríe al abrirse paso entre la gente.

Sufre mucho más a la salida, cuando las redes sociales han vuelto a mostrar su incalculable efecto.

Las fotografías publicadas en Twitter, Facebook e Instagram provocan que más aficionados lleguen al templo, movimiento que se intensifica cuando jugadores, cuerpo técnico y directiva escuchan misa en una de las pequeñas capillas ubicadas en la parte superior del lugar.

Al término de la ceremonia, los integrantes del Rebaño Sagrado, quienes visten traje oscuro, camisa blanca y corbata roja, a excepción de Vergara, cuyo ‘outfit’ es la camiseta de juego del equipo, son colocados para tomar la fotografía oficial. La idea es que el principal altar de la Basílica, con la imagen de la Virgen de Guadalupe, les acompañe.

Varios intentos después, se consigue la toma perfecta. Llega el momento de abandonar el recinto. Eso sí, deben sortear a la marabunta que los motiva.

“Vamos a ser mayoría [esta tarde en el estadio Azul]. Hay más aficionados chivas [en el Distrito Federal] que en ningún lado”, vaticina el dueño de los rojiblancos, a quien no intimida que los Cementeros se consideren superiores en talento futbolístico: “Mañana [hoy] vamos a ver en la cancha, a ver si es cierto. El futbol es de equipo, no de hombre por hombre”.

Y nunca está de más alguna ayuda divina, por lo que hacen lo suyo en una ciudad que les venera.

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