“Canelo” se enoja con el Junior

Parece que la disciplina que prometió Julio César Chávez Junior llegará hasta que se ponga bajo las órdenes del entrenador Ignacio Beristáin, pues el "Hijo de la leyenda" volvió a entrenar a altas horas de la noche, como lo ha hecho a lo largo de su carrera. En la madrugada del lunes, concretamente a las 2:00 de la mañana, Julio César Chávez Carrasco se encontraba entrenando en el gimnasio del Hotel Saint Regis de Reforma. Por lo mismo, el sinaloense se levantó tarde y no llegó a tiempo a las entrevistas en TV Azteca, situación que enojó a Saúl Álvarez, que desde las 7:00 ya lo esperaba. Quizá por eso el “Canelo” se veía como si estuviera conteniendo el coraje. No es la primera vez que lo hacen esperar, Floyd Mayweather también lo hizo ¡pero hay de rivales a rivales!

Matosas, el Plan B de Cruz Azul

Pese a que la directiva del Cruz Azul se ha cansado de asegurar que Paco Jémez no será cesado, ni aunque pierda el Clásico Joven del sábado, algunos integrantes con peso en las decisiones han vuelto a sondear al uruguayo Gustavo Matosas para saber si le agradaría el reto de dirigir al equipo. A los altos mandos de la institución les gusta el estilo del charrúa, además de que saben que La Máquina es el club que se ganó el corazón de Gustavo desde que era niño, cuando vivía en Toluca y los azules dominaban la Liga. Aunque aparenta calma, los jerarcas celestes deben estar conscientes que la debacle tiene que parar ya, pues la tabla de cocientes ya se ve preocupante y los triunfos no llegan.

Dejan a Bremer en el sol

El empresario Carlos Bremer, uno de los personajes que más han apoyado la carrera de Saúl “Canelo” Álvarez, se fue enojado antes de que concluyera la presentación ante el público del pugilista que patrocina y Julio César Chávez Junior. Bremer arribó a TV Azteca cerca del mediodía. Luego de acompañar al “Canelo” a la rueda de prensa, Carlos caminó junto al tapatío. Pero alguien se olvidó de la importancia del director general de VALUE Grupo Financiero y el empresario tuvo que quedarse abajo del estrado, soportando los rayos del sol que caían a plomo, por lo que se fue sin despedirse de nadie y con evidente fastidio.