Casi todas las prendas reciben su nombre de algún momento histórico, y la bomber jacket no es la excepción: data de la Primera Guerra Mundial, cuando era utilizada por los pilotos que lanzaban bombas desde el aire. El ejército de Estados Unidos creó los primeros modelos de estas chamarras con el fin de proteger a sus soldados del frío, ya que la mayoría de las aeronaves estaban al descubierto. Sin embargo, no fue sino hasta 1926 que Leslie Irvin diseñó la primera chamarra de cuero grueso forrada de lana de oveja para la RAF (Fuerza Aérea Británica), y la llamó Bomber Jacket B-3 sin imaginar que prácticamente se convertiría en el uniforme oficial de la Segunda Guerra Mundial.

Tiempo después se diseñaron chamarras más ajustadas con elástico y materiales sintéticos. Las particularidades originales de éstas son variadas según la época, pero la gran mayoría se fabricaba en piel con resorte en la cintura y puños con cierre. Los modelos más comunes fueron los A-2 y B-15, mismas que se diferenciaban por la forma del cuello y las bolsas.

Esta prenda que ahora vemos por todos lados siguió reinventándose a causa de la guerra. Después del conflicto armado en Vietnam se popularizó entre los civiles por dos motivos: eran efectivas contra el frío y comenzaron a imponer una tendencia, ya que los pilotos de la milicia eran considerados héroes nacionales. Por ello, no pasó mucho tiempo antes de que los punks y los skinheads comenzaran a usarlas con t-shirts, jeans y botas Dr. Martens.

En los años 80, su atractivo llegó hasta el cine: en la película The Hunter, Steve McQueen lleva una puesta, y poco después la usó Tom Cruise en Top Gun. Hoy se puede combinar con prácticamente todo, a excepción de traje sastre y tuxedo. Sin embargo, para un look casual, te recomendamos llevarla con jeans, chinos, camisa, t-shirt, suéter o hoodie, y zapatos de agujeta, tenis, loafers, drivers o slippers (en serio, ¡va con todo!).

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