La relación amorosa entre Nicolás II y una bailarina plasmada en la película Matilda ha indignado a la Iglesia y a la Casa Imperial, que la acusan de profanar la memoria del santo y último zar ruso, mientras los ortodoxos más radicales demandan su prohibición.

"Eres el zar, tienes derecho a todo, menos al amor", dice el tráiler de la cinta, que aún está en postproducción y no será estrenada hasta octubre próximo, en vísperas del centenario de la Revolución Bolchevique.

Matilda toma el título de la bailarina Matilda Kshesínskaya, de origen polaco, estrella del teatro Marínski de San Petersburgo a finales del siglo XIX, quien mantuvo una corta pero apasionada relación con el zar entre 1892 y 1894.

Eso sí, según los historiadores, la relación cesó en cuanto Nicolás contrajo matrimonio y fue coronado pocos días después de la muerte de su padre, Alejandro III.

Poco importa, ya que tanto la Iglesia Ortodoxa Rusa como la Casa Imperial rusa consideran una "blasfemia" hablar con tanta ligereza sobre estos aspectos de la vida del último zar -para ellos escabrosos-, santificado en el año 2000.

"Esta película es un sacrilegio a la memoria de Nicolás II. No tiene nada que ver con la verdad histórica. Es una barata manipulación", dijo Alexandr Zakátov, representante de la Casa Imperial Rusa.

El vicario del Patriarcado de Moscú, Tijón, tachó Matilda de "calumnia", ya que habla de "triángulos amorosos" antes y después de la coronación.

"¿El amor que cambió Rusia? ¿El secreto de la Casa Romanov? Si todo San Petersburgo conocía la relación entre el heredero y Kshesínskaya", comentó.

Al mismo tiempo, ambos negaron que se propongan exigir su prohibición, todo lo contrario que las organizaciones ortodoxas que han armado el escándalo y que han reunido ya decenas de miles de firmas.

No se han limitado a eso, ya que también han enviado más de mil cartas a cines en todo el país para que renuncien a proyectar la película.

"Cualquier cartel, anuncio o folleto con información sobre la película Matilda será vista como un deseo de humillar a los santos de la Iglesia Ortodoxa y provocar un 'Maidán (revolución) ruso'", reza la carta.

La campaña tiene como portavoz a la famosa diputada Natalia Poklónskaya, antigua fiscal de Crimea que sorprendió a propios y extraños en la última marcha en honor a los caídos en la Segunda Guerra Mundial con un icono de Nicolás II.

"Rusia es presentada en la película como un país de ahorcamientos, alcoholismo y lujuria", señala la denuncia de la diputada, que se ha dirigido por segunda vez a la Justicia para que se revise el guión.

Para ello, propuso celebrar un concilio de historiadores y expertos religiosos con el fin de determinar la veracidad del argumento de Matilda antes de su estreno.

En su opinión, "no se debe permitir que sea proyectada masivamente una película que es una consciente manipulación antihistórica destinada a desacreditar, mofarse y calumniar a uno de los santos más venerados de nuestra Iglesia: el mártir Nicolás II".

Asegura que ella y los creyentes consideran que la producción ofende los sentimientos religiosos de los ortodoxos, lo que es castigado con hasta tres años de cárcel, según una polémica ley promulgada por el presidente ruso, Vladímir Putin.

Y amenazó con dirigirse a los tribunales y procesar penalmente a los realizadores para defender la vida privada de la familia del zar en caso de que estos no tomen medidas para subsanar las incorrecciones históricas.

La diputada también denunció que el papel protagonista correspondiera al alemán, Lars Aidinger, que interpretó el papel de un actor "pornográfico" en la película del británico Peter Greenaway Goltzius and the Pelican Company (2012).

En respuesta, el director de Matilda, Alexéi Uchítel, lamentó que todo el mundo critique una película que "nadie ha visto", basándose sólo en el tráiler, y se mostró dispuesto a mostrarle la cinta a todos los detractores.

"Estoy seguro de que la cinta no ofende los sentimientos de los creyentes (...), me gustaría decirle a los creyentes que es una película patriótica, ya que habla de la difícil elección entre el amor y el deber. La santidad nunca se ha ganado fácilmente", dijo.

Y adelantó que él mismo acudirá a los tribunales para responder a Poklónskaya, a la que tachó de "inculta", más aún cuando la diputada ha reconocido que no tiene pensado ver la obra.

Aunque aseguró que el motivo es no coincidir con los grandes estrenos de Hollywood, Matilda debía ser estrenada no en octubre, sino en marzo, coincidiendo con el centenario de la abdicación de Nicolás II.

El crítico Víctor Matizen ha dicho que las acusaciones de la diputada son una "completa tontería" y rayan la censura, mientras el Kremlin se ha mantenido al margen de la controversia.

nrv

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