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Si uno se empeña puede hallar esculturas pirateadas a Jorge Marín hasta en lugares como el Nacional Monte de Piedad (NMP), cuya tienda en la calle de Victoria comercializa bronces con el nombre de este artista, quien desde hace más de una década emprendió una guerra contra los falsificadores de sus obras y que consultado ex profeso sobre las piezas detectadas de la institución filantrópica confirmó que “no hay duda de que en ellas hay toda la intención de hacerlas pasar como originales” suyas, pero son fraudes.

La institución de asistencia privada fundada en 1775 vende, al menos desde el año pasado, alrededor de una veintena de esculturas en las que aparece el nombre “Jorge Marín”, que fueron empeñadas pero nunca recuperadas por sus pignorantes, en la sucursal de Victoria y Revillagigedo, en el Centro Histórico de la ciudad.

Las etiquetas traen no nada más precio y código de barras, sino también una breve descripción de la pieza en venta —a veces con faltas de ortografía—, y en todas ellas se menciona el nombre “Jorge Marín”.

Una de ellas, por ejemplo, se describe así: “Figura de bronce, motivo Hombre Al Lado. Patina. Se lee Jorge Marín”, esto último en referencia a la supuesta firma del escultor michoacano.

Otra indica: “Figura en 3ronce motivo Hombre Pájaro Patina Café Base Mármol. Ngro Beteada. RY. Sello Marín Ray”. Y una más: “Figura en bronce motivo hombre pájaro. Pátina café BSE mármol. Se lee Jorge Marín”.

“Falso, falso, falso, falso, falso.... Ciento por ciento son falsos todos”, manifestó contundente y a bote pronto el escultor figurativo al mirar una por una las fotografías de los alrededor de una veintena de bronces que se venden en el Monte de Piedad y en los que aparece claramente su nombre.

—No quiero ser ofensivo, pero se tomó como un segundo en identificar como pirata cada obra. ¿Es tan notorio? —se le pregunta a Marín, cuyo rostro expresa sorpresa al mirar esas piezas en el Monte de Piedad.

—Sí, es muy notorio. Por ejemplo, esas piezas que vi en las fotos sí se hicieron con la pretensión de copiar al ciento por ciento unas de las mías. Pero les veo proporciones anatómicas que no son las que uso. También se puede notar en las formas estilísticas de ciertas cosas, como las alas; no son alas que yo construiría de esa manera. Son cosas muy obvias, sin embargo, las piezas tienen los mismos elementos de obras mías, además aparece mi nombre. O sea, no hay duda de que la intención es hacerlas pasar por una pieza original.

El precio sí importa. En promedio, esas piezas en el NMP cuestan $36 mil, aunque con descuento salen en $ 25 mil 200. Son precios similares a los que tienen muchas falsificaciones que Jorge Marín ha detectado, denunciado y exhibido como piratería en su página de Facebook y en su portal http://
www.jorgemarin.com.mx.

“Desde los precios, les puedo decir: yo no tengo obra de esos precios en venta (como los del NMP). En el mercado negro he encontrado piezas desde mil 500 pesos hasta otras a las que les sacan bastante, $70 mil u $80 mil. O piezas monumentales de $120 mil. Desde luego esos no son mis precios”, dice el artista.

De acuerdo con información recabada por este reportero en el Monte de Piedad, quien preguntó como lo puede hacer cualquier cliente que acude a esa sucursal, por cada pieza a este precio se prestó al pignorante en promedio $3 mil, y sin solicitarle documento que avalara la autenticidad de la obra como de Jorge Marín.

La institución filantrópica tampoco expide certificado de autenticidad por estas esculturas, porque a su juicio no se comercializan como las obras de arte de un autor protegido por la ley y muy reconocido en el mundo, sino sólo como una pieza de bronce, según la explicación que los empleados proporcionaron, aunque esa información es extraoficial, dado que para confirmarla se necesitaría empeñar una pieza.

Se solicitó una entrevista en la central del Monte de Piedad con algún responsable del empeño y venta de arte, y una persona, quien dijo ser quien gestiona entrevistas, se comunicó telefónicamente con este reportero y, días después, vía correo electrónico, respondió: “Desafortunadamente hoy en día ya no se empeñan obras de arte y las autoridades del NMP no conocen qué obras hay en cada almoneda”.

En contraste, la casa de subastas Morton sí admite que acepta obras de arte en empeño, aunque las estudia de uno a tres días para determinar si se otorga un préstamo.

Las gerentes Giselle Beltrán, de Morton Empeños, y Vivián Gorinstein, de Planeación Estratégica, detallan que para aceptar una pieza, ésta debe ser mostrada físicamente en la tienda y al pignorante se le exige identificación y comprobante de domicilio.

Después, un especialista en ese tipo de obras la analiza, revisa los documentos que la acompañan para constatar su autenticidad, verifica si estuvo en alguna exposición, y si se requiere de mayor profundidad, la pieza se somete a la revisión de un comité de expertos, que incluso buscan a su autor, si éste vive.

Cuanto más acreditada o certificada esté la autenticidad de la obra, más rápido será el proceso, comentan Beltrán y Gorinstein, consultadas por EL UNIVERSAL. Y subrayan que pieza que no califica para el empeño, es rechazada. Además admiten que sí han llegado falsificaciones a la tienda, pero reiteran que se les ha rechazado.

Oficialización de obra falsa. Para el artista Jorge Marín, el Monte de Piedad salió defraudado al prestar dinero por esas piezas pirata y manifiesta su disposición, así como la de su estudio, a verificar si una pieza atribuida a él es legítima o falsa.

“Pero ¡qué interesante es ver cómo se van oficializando las copias pirata! Porque alguien fue y las empeñó y le dieron un préstamo que no se justifica, por unas piezas que no valen ni su peso en bronce. Ahí el Monte de Piedad fue defraudado de alguna manera”, comenta el escultor.

También lamentó que la institución de asistencia privada más antigua del país y de mayor prestigio haya caído en esas “irregularidades y claroscuros”. La Ley Federal del Derecho de Autor sanciona la compra venta de obra pirateada en sus artículos 231 y 232, recuerda el escultor y pintor mexicano.

“Es interesante hasta dónde entra la responsabilidad de una institución que comercia con obra falsa. (...) Una pieza falsa es un producto ilegal porque es producto de un fraude y sin embargo, ahí está. Y ahora ver que hasta el Monte de Piedad cae en este tipo de irregularidades, en estos claroscuros de la ley...

“Supongo que el Monte de Piedad debería tener un control mínimo de los objetos que acepta, pueden ser robados, producto de un crimen, yo qué sé”, dice el hermano de los también escultores Carlos y Javier Marín.

Apenas el 30 de septiembre pasado, la Procuraduría General de la República, luego de una denuncia de Jorge Marín y orden de cateo de un juez federal, arrestó a dos personas y decomisó 89 bronces con la firma falsa del escultor: 54 en una casa ubicada en Santa Martha Acatitla, Iztapalapa, y 35 más en Ixtapaluca. También en Navojoa, Sonora, el Ayuntamiento instaló una escultura atribuida al artista que, según Marín, es un plagio.

— ¿Se imaginaba usted que su obra se podía empeñar? —se le pregunta a Jorge Marín.

—No, no me imaginaba que mi obra se empeñara. Ahorita me sorprendo mucho. Aunque, punto número uno, esto no es obra mía (la del Nacional Monte de Piedad). Supongo que alguna obra mía original también habrá sido empeñada, pues eso es una de las ventajas de invertir en arte: que es un bien que preserva su valor e incluso lo incrementa, si es la inversión adecuada en el artista adecuado. Por eso, la verdad, lo lamento muchísimo, por toda esa gente que es defraudada, que fue y gastó su patrimonio por una pieza falsa.

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