La ansiedad de rendimiento extremo es una reacción corporal ante cualquier acontecimiento que produce muchos estrés y nerviosismo. Los músicos no están exentos de este padecimiento. Puede manifestarse con ronquidos, con sudoración, y en el peor de los casos, con la pérdida completa de la voz.

El cantante Jonas Kaufmann, descrito por The New York Times, como uno de los artistas más versátiles de su generación, platicó a que a los 26 años, en medio del Tercer Acto de Parsifal de Wagner, se quedó completamente paralizado sin poder cantar.

Artistas como Maria Callas, Vladimir Horowitz, Ella Fitzgerald, Paul McCartney y Barbara Streisand han pasado por lo mismo. Incluso Frederic Chopin alguna vez dijo: "No estoy equipado para dar conciertos. El público me intimida. Me siento ahogado por su aliento, paralizado por sus miradas curiosas".

Aaron Williamon, profesor de ciencias de la actuación en el Royal College of Music, dice que someterse a tal cantidad de estrés -producto de la presencia ante un público conformado por miles de personas o ensayos exhaustivos- es antinatural para cualquier ser humano: "No tiene que ver con la edad o la inexperiencia, ni con qué tan altamente calificada sea una persona. Las respuestas preprogramadas de estrés alteran el estado físico e incluso psicológico".

El profesor Jande Ginsborg, del Royal Northern College of Music, tiene una manera de ejemplificar lo anterior. A sus estudiantes les pidió describir las sensaciones que vivían al estar enamorados; luego, les pidió hacer lo mismo pero con relación a lo que sentían sobre un escenario. Las descripciones fueron las mismas en ambos casos, lo que demuestra que el cuerpo sólo tiene una manera de responder ante la emoción.

Es por eso que todos los músicos experimentan la ansiedad de rendimiento, en menor o mayor grado, sobre todo momentos antes de actuar. Algunos sólo sienten nervios, mientras que otros pueden sufrir parálisis o desmayos provocados por el decaimiento de su ritmo cardiaco. De no ser controlados correctamente, los síntomas pueden ir aumentando progresivamente la ansiedad y el pánico, provocando daños a la memoria.

Algo común es la respuesta de "lucha" o "huida". En ella el sistema nervioso hace estallar dos hormonas, adrenalina y noradrenalina por todo el torrente sanguíneo. Cuando estas hormonas llegan a niveles muy altos, se genera una mayor frecuencia cardiaca, temblores musculares y aumento del flujo sanguíneo, desde el estómago a los músculos, causando náuseas y la sensación de tener "mariposas".

Ginsborg señala que cada músico hablará de una zona específica donde percibe más el padecimiento: "Pianistas hablarán de la sudoración en sus manos, los instrumentistas de cuerda hablarán de sus arcos temblores, mientras que los cantantes referirán sequedad en la boca."

La manera en que cada músico responde ante la ansiedad depende tanto de factores genéticos como ambientales, ya que esta puede ser heredada a través de los niveles hormonales de la madre, pero también puede detonarse a raíz de algún suceso traumático en edades tempranas.

De acuerdo con el medio británico terapias como la cognitivo-conductual ayudan a percibir el miedo como una forma de emoción positiva: hacen que sentir la ansiedad sea indicador de que el cuerpo ya está preparado para actuar; por otro lado, a quienes sufrieron traumas en la infancia, la terapia psicodinámica podría ser más efectiva, pues analiza los sentimientos que surgen en las presentaciones. Sin embargo, cada terapia será mejor en función de las necesidades de cada persona.

Un estudio reciente a 44 solistas profesionales definió los métodos más frecuentes que utilizaban para hacer frente a la presión. Se encontró que algunos controlaban su respiración; otros, se centraban en recordar situaciones de éxito; sin embargo, la mayoría prefería fundirse completamente con la música en una especie de pensamiento narrativo, donde la atención se comprometía completamente de inicio a fin con una pieza musical.

Para ayudar a solistas aspirantes en el Royal College of Music a desarrollar el control requerido, Williamon creó la primera sala de conciertos virtuales del mundo. Todo se replica con la finalidad de que los estudiantes poco a poco se familiaricen con lo que sería en una actuación en la vida real.

"A medida que salen, pueden ver una audiencia interactiva virtual o un panel de audición que loes está esperando allí , listos para interactuar. "La idea aquí es que les estamos permitiendo la libertad de ensayar frente a esa presión al mismo tiempo que les otorgamos un ambiente seguro", finalizó Williamon.


adm/rqm

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