En un pueblo de “realismo mágico”, Huautla de Jiménez en Oaxaca, íconos de la contracultura occidental, desde el músico John Lennon al novelista William S. Burroughs, van y vienen entre la realidad y la ficción que  Homero Aridjis construye en su más reciente novela, Carne de Dios.

Es   un  libro escrito al rededor de un personaje espiritual,  “intenté reunir figuras de diferentes culturas en un eje común, María Sabina”, dijo el autor.

“Los beats (poetas y escritores estadounidenses) venían a México en busca de la libertad. María Sabina buscaba la espiritualidad con los hongos, con una tradición de chamanes y curanderos, una cosa que venía de tiempos prehispánicos. Los beats intentaban lo mismo a través de las drogas”. La novela, describió Aridjis, contiene también un ambiente erótico de liberación sexual, propio de los años 60 y parte de los 70.

Homero Aridjis bosquejó esta novela sobre anécdotas personales, pues él conoció de cerca a  Sabina.  “Antes de que muriera, la llevamos mi esposa y yo al médico. Cuando Octavio Paz y Fernando Benítez se habían negado a ayudarla”. Aclaró que el pintor Francisco Toledo le ayudó a llevar los gastos de hospitalización de Sabina.

El escritor también tuvo contacto con otros personajes mencionados en la trama del libro, como el escritor Juan Rulfo (en su etapa de vendedor de llantas en provincia), o el etnomicólogo Robert Gordo Wasson, quien se encargó de estudiar el efecto biológico y químico de los hongos de Sabina;  y el cineasta Alejandro Jodorowsky, entre otros personajes que deambulan por Huautla o por acontecimientos importantes de la contracultura.

Tras este texto, aseguró, hay un trabajo de investigación que implicó la reconstrucción de las figuras de los poetas beatniks, como Allen Ginsberg, autor del poema “Aullido”, con quien Aridjis mantuvo “una relación muy amable. De admiración poética”. Explicó que en el libro incluye  la reconstrucción del origen de María Sabina y las vivencias de artistas que peregrinaron para conocerla. “Es una novela de la contracultura de esa época”.

En Carne de Dios también aparecen personajes de la cultura del rock, “la figura de John Lennon es una leyenda. Se menciona en varios testimonios de Huautla. Cuando le pregunté a Sabina, no me dio un sí o un no”, pues la sacerdotisa era visitada por muchos extranjeros con los que ella no se comunicaba directamente sino a través de una traducción del mazateco al español o al inglés.

Narró el paso de otras figuras de esta generación de artistas norteamericanos por México, como las andanzas y polémicas del escritor William Burroughs, quien asesinó a su esposa en la Ciudad de México en una casa de la colonia Roma, después de una estancia en el país llena de violencia, drogas y escándalos sexuales. “Era un pederasta, le gustaban mucho los niños mexicanos. Después de drogarse, salía a la calle para buscarlos”.

El escritor, gran conocedor del trabajo de Sabina, aseguró  jamás haber consumido alucinógenos.

“Soy una persona que le gusta inspirarse por medios naturales. Cuando tenía dinero compraba café, libros, pagaba una renta”.

Para Sabina, los hongos tenían varios nombres: “niños santos” o “carne de Dios”, de ahí  el título  de la novela. Antropólogos, historiadores y  sociólogos estudiaron  implicaciones culturales y médicas de este tipo de hongos.

El autor  aseguró  que María Sabina fue una de las mejores poetas del continente y que su figura es poco conocida en México, aunque   inspiró  movimientos sociales y artísticos  en todo el mundo,  como el de la liberación femenina en Estados Unidos.

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