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En este viaje a México, Enrique Vila-Matas no visitará Xalapa ni se encontrará con Sergio Pitol. Pensaba verlo en Guadalajara, pero no fue así, sabe que Sergio ha perdido más su capacidad del lenguaje y ya se había resignado a no saber nada de él. Sin embargo, hace dos días, al visitar el Centro Cultural Cabañas, se encontró con la cocinera de Sergio Pitol, que pasa aquí las vacaciones con su esposo.

Esa casualidad aún no la entiende, quiere creer que la fuerza de su amigo es tan grande que se las ingenió para encontrar la manera de venir a verlo. Ni tardo ni perezoso, Vila-Matas se puso al día sobre Pitol y le transmitió a la mujer que cuida de él, ese “Mago de Viena”, todo lo que quería decirle a su amigo. A ese relato de amistad se suman las pasiones del Premio FIL de Literatura en Letras Romances, sus obsesivos repasos a la impostura, la identidad, los viajes, las habitaciones de hotel, la litera que apuesta.

La cercanía de Vila-Matas con México se ha dado a través de la literatura, de la amistad con Sergio Pitol; se ha incrementado con Marienbad eléctrico (Almadía), un libro que ha publicado en Argentina, México y Francia con tres editoriales independientes. Es un joven escritor de 67 años que pone su vida en la literatura, esa que Sergio Pitol calificó de poseer “gran libertad narrativa”, definición que Vila-Matas complementa con: “Pienso que es una literatura siempre en marcha y siempre abierta a la investigación, a indagar, a hacer cosas nuevas, a provocar”.

Si uno no lo conociera y solo leyeran su obra pensaría que es un escritor joven y aguerrido

Sería ideal que tuviera menos años, dispondría de más tiempo para la obra. Tiene un concepto mi literatura, esto me lo dijo Pitol, con gran libertad narrativa, que es la que posiblemente a los escritores y lectores jóvenes les puede atraer. Es un espacio de libertad en la que nadie puede entrar ni salir. Es mío. Creo que he dado con un sistema matemáticamente infinito porque entre otras cosas trabajo mis propias lecturas y las vidas de otros escritores y también mi vida y mi propia experiencia. Esto, más la capacidad de ficción, más la realidad que traigo al texto, más el gusto por el ensayo y el experimento. Todo esto hace que haya tantas cosas en juego que parece que la combinación siempre es como una máquina de jugar.

Estoy haciendo un libro, por ejemplo, en el que es como si yo tuviera un ordenador muy potente en el que combinara temas anteriores y estructuras anteriores, las mezclara y apareciera ahora un producto que parecerá sin duda distinto, porque lo es, pero que está formado de cosas que en realidad construí en el pasado y que voy ahora recuperando pero para hacerlas de otra forma.

Desde que comenzó a publicar han pasado más de 40 años, el mundo ha revolucionado

Sí podía haber previsto que iba a escribir 40 años, lo que no habría podido prever era que realmente asistiría a un cambio enorme en todo lo que es el mundo de la escritura, primero porque la llegada de Internet en mí se produce en 2000 y cambia muchísimas cosas. He asistido al derrumbamiento de lo que era la literatura tal como se entendía cuando empecé a escribir, que ya era minoritaria pero era consistente.

¿Nunca dudó que este era su oficio?

No lo suelo pensar, en ocasiones puedo pensar ‘qué absurdo que una persona como yo, ya adulta, esté aquí pendiente de esta línea, llevo una hora en casa tratando de poner una coma a una frase’, y ‘¿qué hace un hombre como yo tanto rato en esta habitación, sólo tratando de mejorar ese texto?’ Naturalmente me he planteado estas dudas, pero de todos modos no sabría verme de otra forma actualmente, creo que dada mi edad, era mi destino.

¿Es un hombre de rutinas?

Trabajo muchísimo por la mañana, mi mujer va al trabajo muy temprano y muy temprano inicio mi trabajo en casa y las horas de soledad básicamente son de las 7 a las 2 de la tarde, cuando regresa mi mujer y comemos. Por la tarde es otro espacio diferente, puedo estar escribiendo, preparando artículos, algún prólogo, puedo salir a pasear; a partir de las dos de la tarde pongo atención al mundo.

Le interesa la impostura, y ahora en Internet, todos somos un poco impostores...

El Quijote es la historia de alguien que quiere ser otro, eso es lo que ocurre actualmente en general; en Twitter, las personas se enmascaran, es un poco penoso. Lo que están delatando es que el alma humana es bastante siniestra, sin dar la cara. Todos en alguna ocasión nos hemos enmascarado en Internet, yo también lo he hecho pero como juego y no muy habitualmente.

En las redes sociales se sube violencia y se organizan actos violentos como los atentados en París

Creo que nos iremos adaptando a esta nueva realidad. Cuando viajaba a Estados Unidos veía que los coches no importaban para la gente, si se estropeaba una rueda compraban otro coche en la autopista, luego fui a Che-coslovaquia y me encontré que tenían expuesto un coche y toda la gente iba a verlo. El valor del coche en Che-coslovaquia era inmenso y en Estados Unidos no tenía ninguno. Habrá algún día en que los atentados dejarán de tener resonancia mediática; los atentados en París han sido muy favorecedores para los intereses de quien lo ha hecho, es inevitable, pero ellos están encantados porque buscaban esa grandísima difusión, y esta difusión les costó muy poco, cada kalashnikov cuesta 40 mil dólares, es barato para la difusión que ha tenido. Estoy hablando de que hay mucho dinero en medio del Estado Islámico, pero para los atentados basta con muy poco dinero.

Cuando recibió el Premio Rómulo Gallegos dijo que creía en el poder de la palabra, ¿opina igual?

Es una referencia a El poder de la palabra, un libro de Elias Canetti. Él insiste en que hay un poder de la palabra por mucho que uno piense que lo que ha escrito no sirve para nada. Yo también pienso que es así, es mejor haberlo escrito a que si no estuviera escrito; sería mucho peor. Creo en el poder de la palabra todavía. Si no creyera en el poder de la palabra estaría acabado.

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