El banquete en honor de los Premios Nobel dio hoy la oportunidad a los laureados de recordar a sus profesores y colaboradores, mientras la escritora bielorrusa criticó la falta de libertad en su país.

Durante la ceremonia de entrega de galardones los premiados no hablan por lo que sus palabras de agradecimiento se trasladan a la cena de gala, durante la que emocionaron, pero también hicieron reír.

La construyó un emocionante agradecimiento, en el que recordó a las generaciones víctimas de "laboratorio marxista del futuro brillante, ese enorme país llamado URSS" y dijo que el premio de hoy "honra" los sufrimientos y la pena de aquellas personas.

Además, habló de Bielorrusia, donde cada generación desde la independencia (1991) ha tenido "su propia revolución" para lograr un país libre, pero "todas han sido derrotadas". "La libertad no es un vacación instantánea como soñamos una vez. Es un camino, un largo camino, ahora lo sabemos", aseguró.

El Nobel de Física Arthur McDonald, en cada categoría habla solo un premiado, destacó que "detrás de cada éxito hay esfuerzo, detrás de cada esfuerzo hay pasión y detrás de la pasión hay gente con valor de intentarlo. Nosotros hemos tenido valerosos colaboradores a los que damos las gracias".

El premiado en Química el sueco Toman Lindahl rompió una lanza en favor de ciencia básica y de la importancia de tener buenos maestros e incluso reconoció que en una época en la que ni a él le gustaban sus profesores, ni él a ellos llegaron a suspenderle en química.

William Campbell, premiado en Medicina por descubrir nuevas terapias contra enfermedades parasitarias, hizo reír a todos hablando precisamente de parásitos, que "no es alguien que pasa por una puerta giratoria mientras otro empuja", eso es "injusto con los verdaderos parásitos" y pidió que "sean tratados con mas respeto".

Por último, el nobel de Economía Angus Deaton agradeció a Suecia que sea "un reino que se preocupa del aprendizaje, por la búsqueda intelectual y los logro científicos" y aseguró que el país es "un faro de esperanza en un mundo donde mucho de lo que nos importa está amenazado".

La cena, en el Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo comenzó con la entrada del rey Carlos Gustavo de Suecia, que acompañaba del brazo a la esposa del nobel de Física Takaai Kajita, Michiko; mientras que la reina Silvia bajó la escalinata junto al presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, a los que seguía el resto de la familia real, los premiados y los invitados de honor.

Al banquete, al igual que a la ceremonia de entrega de los Nobel, asistió toda la familia real. Los reyes, la princesa heredera, Victoria, y su esposo el príncipe Daniel; los príncipes Carlos Felipe y Sofía, así como la princesa Magdalena junto a su esposo Christopher O'Neill.

Para la ocasión, la reina Silvia lució un diseño en rojo carmesí y una tiara de nueve puntas, mientras que la princesa heredera, en estado de gestación, llevó un traje de tono berenjena en gasa de seda, con juego de transparencias y la tiara Connaught.

La princesa Magdalena se decantó por un traje de gala de tono grisaceo con botonadura frontal, cuello a la caja y mangas de encaje, en un diseño con detalles de pedrería, mientras la princesa Sofía lució embarazo y un discreto vestido en tono negro, aderezado en el pecho con pequeñas flores de encaje y manga corta.

Al pie de la escalinata les esperaban, frente a sus mesas, el resto de los 1.350 comensales en un salón decorado con más de 13.000 flores que, como cada año, envía la localidad italiana de San Remo, donde murió Alfred Nobel tal día como hoy en 1896.

El inicio del banquete lo marcó el brindis que el rey Carlos Gustavo hizo en honor de Alfred Nobel, científico, inventor y filántropo que destinó la mayor parte de su herencia a la creación de los premios.

La cena comenzó con rodaballo y vieira con verduras de mar, mantequilla avellana y huevas de albur, tras lo que se sirvió ternera asada con champiñones, apio, nabo y manzana, zumo de apio, nabo asado y pastel pithiviers de patatas. Y para los postres, flor de cereza aromatizada con café y almendras.

Durante toda la noche, los invitados departieron animádamente y disfrutaron de cuatro divertimentos, que hicieron un recorrido por el pasado, presente y futuro de la música sueca.

La decoración floral tuvo este año como inspiración la medalla de los Premios Nobel, su forma redonda y el complejo espectro de colores del oro, para lo que se usaron, claveles, orquídeas, azucenas, hojas de olivo o de eucalipto.

rqm

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