Londres. En Stratford-upon-Avon, un pequeño pueblo donde las referencias a William Shakespeare y a sus obras están por todos lados, no deja de sorprender que uno de los mayores atractivos sea una esquina donde sólo se aprecia un patio, con unas cuantas plantas.

Para bien y para mal, desde el siglo XVII este sitio ha atraído la mirada de turistas y curiosos, pues se trata del lugar donde el célebre dramaturgo y poeta inglés habitó los últimos 19 años de su vida hasta su muerte, en 1616, y donde escribió algunas de sus obras más queridas, como La Tempestad.

Construida a finales del siglo XV frente a la capilla del pueblo, la última morada del dramaturgo era “una bonita casa de ladrillo y madera” a la que él llamó New Place, cuando la adquirió en 1597.

En esa época era considerada como la segunda mejor casa de la ciudad. Sin embargo, el inmueble desapareció en 1759, cuando su entonces propietario, el reverendo Francis Gastrell, la derribó por una supuesta disputa de impuestos con la parroquia local y porque, dicen, estaba cansado de lidiar con los curiosos que la frecuentaban para conocer el último hogar de “El Bardo de Avon”. Años antes, el reverendo había talado un árbol de morera que había plantado el propio Shakespeare en el patio trasero y que también se había convertido en un atractivo del sitio. Por cometer tal “crimen cultural”, Gastrell fue desterrado por los habitantes de Stratford-upon-Avon y se convirtió en el villano más famoso en la historia del pueblo y del patrimonio inglés.

Este relato es uno de los favoritos de los guías de turistas, cronistas e historiadores locales, aunque para los visitantes nacionales y extranjeros que se asoman a esa esquina es difícil tener una imagen real de las dimensiones que habría tenido aquella casa. Pero eso está a punto de cambiar.

Después de varios años de excavaciones arqueológicas que validan la existencia de los cimientos de la casa, el Shakespeare Birthplace Trust (SBT) —la fundación encargada de la conservación de los lugares shakespearianos en este pueblo—, ha comenzado a transformar ese sitio y el inmueble vecino, conocido como Casa de Nash, el hogar de la nieta del dramaturgo, Elizabeth Hall.

El proyecto, que tendrá un costo de 5.25 millones de libras (unos 125 millones de pesos), reinterpretará el sitio original a través de la reconstrucción de algunos elementos, como la puerta principal y otros espacios que permitirán a los visitantes tener una idea de su escala y su relación con los edificios vecinos. Mientras que un sendero contemporáneo conducirá al Gran Jardín, un amplio espacio creado en 1920 por un famoso jardinero inglés que delieneó un tradicional jardín de nudo, en homenaje al dramaturgo que también amaba la jardinería.

Esa experiencia shakesperiana se complementará con una exposición permanente que se montará en la Casa Nash, la cual se encuentra en rehabilitación desde el año pasado. Esa muestra, explica a este diario Diana Owen, directora ejecutiva de la Shakespeare Birthplace Trust, “contará la historia del dramaturgo en el apogeo de su éxito, como un escritor famoso, hombre de familia y ciudadano prominente de Stratford-upon-Avon”.

Dicho espacio está programado para abrir en el marco de los 400 años de la muerte del creador de Romeo y Julieta, que se cumplen el 23 de abril de 2016. “Este es el proyecto más grande que nuestra fundación ha llevado a cabo en nuestra larga historia como encargados de la conservación y apertura al público de las cinco casas de la familia de Shakespeare. Nuestra intención es crear un lugar donde los visitantes puedan elevar su imaginación, tal como Shakespeare lo hizo en los últimos años de su vida”, asegura Owen.

La información arqueológica que especialistas de la Universidad de Staffordshire han recuperado en el sitio, como pequeños pedazos de cerámica, también se podrá apreciar en este nuevo proyecto que se centrará en la vida de este escritor que, tras su éxito en Londres, decidió volver a su pueblo natal por el resto de su vida.

El autor en todas las esquinas. Flanqueado por una capilla de siglo XV y la casa donde habitó otro destacado ciudadano de Stratford, John Harvard —fundador de la universidad americana que lleva su nombre—, la esquina donde vivía el creador de Hamlet es una de las más famosas de este pueblo. Pero no es el único sitio donde todavía hoy se puede pisar el mismo suelo que pisó el célebre dramaturgo.

Entre las decenas de inmuebles de estilo Tudor (del siglo XVI), los cuales se caracterizan por su pared blanca y entramados de madera negra o marrón, también está la casa donde nació y creció el dramaturgo y poeta. Ubicado en una de las arterias principales de la ciudad, el edificio recrea la vida familiar de Shakespeare, así como la vida cotidiana del siglo XVII.

Otro de los atractivos es la Iglesia de la Santísima Trinidad, sitio donde el dramaturgo fue bautizado y donde también fue enterrado en 1616, al lado de su mujer, Anne Hathaway.

Ubicado en el coro del templo, el sepulcro atrae a cientos de turistas que acuden hasta ese sitio para rendir homenaje al poeta o por la simple curiosidad de ver y leer el epitafio cuya leyenda maldice a cualquiera que intente mover los huesos del escritor.

Cafés, tea shops, pubs, teatros, jardines y estatuas dedicadas al dramaturgo y a sus personajes están por todas partes. El universo shakespeariano se vive y respira en cada rincón de este pueblo que cuenta con apenas unos 25 mil habitantes, pero que cada año atrae a millones de visitantes deseosos de poner los pies en la cuna de una de las mayores figuras de la literatura universal.

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