Querétaro.— El Teatro de la República se alista para ser el centro de los festejos del centenario de la Constitución Mexicana. Desde hace unas semanas, una cuadrilla de trabajadores contratados por el gobierno de Querétaro atiende pisos, paredes y acabados de ese recinto donde el 31 de enero de 1917, en un ambiente de fiesta y júbilo, 219 diputados constituyentes signaron la Carta Magna que hoy nos rige.

Ahí, en ese recinto de estilo neoclásico, un hombre con brocha y bote en mano retocaba la pintura de las columnas y muros de la sala principal. Otros se movían sobre el escenario principal puliendo el piso de madera. A sus espaldas, los nombres de los Constituyentes, plasmados con letras doradas que resaltan sobre esa pared de madera. “Tiene que estar todo listo para la semana que viene”, expresaba uno de los trabajadores hace unos días.

Para entonces faltaba cambiar la alfombra, desempolvar los dos candiles que cuelgan del techo y reacomodar las bancas.

En noviembre pasado, este histórico teatro que pertenecía a la Fundación Josefa Vergara y Hernández, I.A.P. fue adquirido por el Senado de la República por la cantidad de 100 millones de pesos. Otros 30 millones de pesos fueron destinados a trabajos de remodelación que, por ahora, consistirán sólo en limpieza de pisos, renovación de pintura y acabados arquitectónicos.

Pero uno de los grandes pendientes será la intervención del techo, ya que presenta algunas fallas, declaró el cronista de la ciudad de Querétaro, Andrés Garrido del Toral, durante una visita que EL UNIVERSAL realizó al recinto. Explicó que el inmueble inaugurado en mayo de 1852 no presenta propiamente problemas estructurales, pero el techo sí requiere una intervención inmediata. Hasta 1867, relató, el techo de ese teatro, que comenzó a ser construido en 1845 por el arquitecto Camilo San Germán, era de plomo, pero fue fundido durante el Sitio de Querétaro —entre el 6 de marzo y 15 de mayo de 1867—, para proveer de municiones a las tropas imperiales. “Fue desmantelado por órdenes de Maximiliano de Habsburgo, se le había acabado el parque, no tenía materiales de guerra para hacer balas de cañón y de fusil, así que mandó fundir el techo del teatro. Por eso, el techo actualmente es como el de una casa de interés social”, dijo.

“A veces hay goteras. Si no se cuida el techo, puede haber filtraciones que dañen la estructura... De esos 30 millones que le va a meter el Senado, los ingenieros ya opinaron que deberían comenzar por el techo”, añadió.

Hasta hace un año, antes de que la Fundación Josefa Vergara y Hernández decidiera vender el teatro a la federación, el gobierno del estado le pagaba 60 mil pesos mensuales a esta asociación que administra la herencia de doña Josefa Vergara, una queretana acaudalada que dejó sus bienes a esa entidad. Pero esa cantidad era insuficiente para que el teatro fuera restaurado o acondicionado dignamente, indicó Garrido del Toral.

De tribunal de guerra a cuna de la Constitución. Construido sobre los terrenos que desde mediados del siglo XVII acogió la alhóndiga de la ciudad, donde se distribuían los granos y verduras, el Teatro de la República (antes Teatro Iturbide) ha sido testigo de importantes acontecimientos a lo largo de sus 165 años de vida. Allí se estrenó por unas horas antes que en la Ciudad de México, el Himno Nacional Mexicano el 15 de septiembre de 1854; fue sede del tribunal de Guerra que juzgó y condenó a Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y a Tomás Mejía, del 13 al 14 de junio de 1867; fue sede de las principales galas dadas por Porfirio Díaz en esa ciudad, y en su interior Francisco I. Madero hizo un mitin del Partido Anti Reeleccionista en diciembre de 1909. Entre noviembre de 1916 y enero de 1917 acogió a los 219 diputados que discutieron la redacción de la Carta Magna, hecho por el que 100 años después vuelve a tomar relevancia.

“El terreno tiene menos de mil metros cuadrados de construcción, pero en tan poco espacio se han dado eventos nacionales muy importantes”, destacó Andrés Garrido del Toral.

Según el cronista, fue ahí donde en 1917, entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde del 31 de enero, los diputados asistieron al acto protocolario y solemne que sellaría los acuerdos discutidos durante el Congreso Constituyente, sin embargo, la Constitución no se promulgó en ese sitio, sino en el entonces Palacio Nacional, ubicado en Madero 70, en la ciudad de Querétaro, donde ahora está la sede del Archivo General del Estado. Ahí, en un acto íntimo, el presidente Venustiano Carranza firmó el documento cinco días después, el 5 de febrero de 1917. “Se dice que se promulgó aquí, pero no, seguramente los únicos que vieron a Carranza promulgar fueron el secretario de Gobernación, Manuel Aguirre Berlanga, y su secretario particular, Gerzayn Ugarte”, aclaró el también especialista en derecho constitucional.

“La imprenta de gobierno hizo el primer bosquejo de la Constitución. EL UNIVERSAL la imprimió, pero fue para el tiraje a nivel nacional. El tiraje doméstico, para la proclamación, fue en la humilde imprenta de gobierno porque había prisa, no podían mandar a imprimir en las rotativas de México y luego regresar para la promulgación. El pobre calígrafo trabajó horas enteras”, relató el cronista.

La proclamación, añadió, comenzó a las 11 de la mañana de ese 5 de febrero, cuando comenzó a correr la voz por las calles y plazas de la ciudad.

Ese acto coronaba las sesiones que a lo largo de dos meses reunió a los 219 Constituyentes en la ciudad de Querétaro, entonces capital de la República. De acuerdo con el cronista, en ese periodo que Carranza la tomó como capital del país (del 2 de febrero de 1916 al 7 de marzo de 1917), y principalmente cuando tuvo lugar el Congreso Constituyente, las calles se desbordaron de gente. “De los 60 mil habitantes que eran, pasaron a 120 mil; se duplicó. ¡Imagínese todo eso en un perímetro de 242 manzanas! No había alojamiento para los Constituyentes, había un sólo hotel digno, el Hotel Internacional, todos los demás eran feos. Había casas de media clase y la de los pobres, todos habilitaron sus casas para alquilarlas… La ciudad se convirtió en una babilonia, se vinieron músicos, restauranteros, cantineros, prostitutas, actores, los 219 diputados que entraron en ejercicio, más toda la burocracia federal”.

De aquella época, esta ciudad aún conserva diversos testigos arquitectónicos, como el Teatro de la República. Después de ser la cuna de la Carta Magna, este inmueble funcionó para actos cívicos y culturales hasta que en los años 30, refirió el cronista, comenzaron a presentarse funciones de box, lucha libre, de cine y teatro de baja categoría. Hacía la segunda mitad del siglo XX, algunos presidentes de la República llevaron a cabo actos protocolarios y de celebración en torno a la Constitución. En los últimos años, el gobierno del estado también lo utilizaba para eventos culturales y cívicos.

Ahora, el inmueble está en manos del Senado de la República. Este 5 de febrero se vestirá de gala para los festejos de la Carta Magna, pero aún se desconoce cuál será el uso definitivo que tendrá. “Los queretanos lo sentimos muy nuestro, esperemos que el Senado lo cuide, que califique la calidad de los actos que realizará, pero ojalá que también le dé oportunidad a la Secretaría de Cultura del Estado para que proponga eventos para que no se convierta en un elefante blanco. Es decir, ya es de una institución seria como es el Senado, pero si no lo ocupan se muere. Sería muy lastimoso para el queretano que sólo se abriera el 5 de febrero”, dijo el cronista.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses