Ha transcurrido el primero de tres meses en esta campaña histórica.

A estas alturas, la ciudadanía cuenta ya con los elementos necesarios para evaluar el perfil, las propuestas y la congruencia de quienes aspiran a ocupar el cargo desde donde más se puede construir o comprometer el futuro de nuestro país y de nuestras familias: la Presidencia de la República.

Hoy, queda claro que esta elección se tratará de elegir entre dos visiones. Una conservadora, que mira para atrás y quiere restaurar un modelo estatista, autoritario y excluyente. La otra es moderna, ve al futuro para consolidar un México abierto al mundo, fundado en instituciones, donde haya libertades, derechos y oportunidades para todos.

El caso de José Antonio Meade es singular, porque es el único candidato genuinamente ciudadano. Su experiencia no era la de los mítines políticos, sino la del servicio público, al que ha entregado más de 20 años de su vida. Por eso, aunque su trayectoria en el gobierno es la más extensa, y su trabajo ha beneficiado a millones de mexicanos, su rostro era también el menos conocido. Es la paradoja de quien decide servir en lugar de servirse.

Los priistas arrancamos la campaña con una ventaja y un reto. La ventaja: el candidato más preparado, experimentado y capaz para encarar los enormes desafíos y oportunidades que tiene México. El reto: lograr que los ciudadanos conocieran su trayectoria, sus ideas, su honradez, y le dieran su confianza.

José Antonio Meade ha hecho una campaña de propuestas concretas, para dar soluciones realistas a los temas que más importan a los ciudadanos: la seguridad, el empleo o el acceso a la salud (pueden consultarse en www.meade2018.com). La mayoría de las personas consideraron que, en el primer debate, él tuvo las mejores propuestas (encuesta de EL UNIVERSAL, 25/04/2018). Igual de importante, Meade ha demostrado que es el único con la experiencia y capacidad para instrumentar lo que propone.

Otro candidato lleva 12 años en campaña, pero no puede explicar sus proyectos: duda, se contradice y cambia de opinión, generando incertidumbre a sus propios voceros.

José Antonio Meade ha hecho también una campaña de conciliación, escuchando y dialogando con todos los sectores sociales que configuran la diversidad de México, incluyendo a grupos que no comparten sus ideas. Porque sabe que un Presidente debe serlo para todos, no sólo para sus simpatizantes. Porque la tolerancia y la inclusión son algo más que virtudes deseables: son instrumentos indispensables para gobernar en democracia.

Otros candidatos han optado por la ruta de polarizar a los electores. Revelaron su cara arbitraria y entraron en conflicto con amplios sectores, como periodistas, empresarios, organizaciones de la sociedad civil y grupos minoritarios, a quienes les dieron la espalda.

José Antonio Meade ha hecho, además, una campaña de rendición de cuentas. Porque la honestidad no se predica, se practica. Es el único candidato que ha acreditado el origen de su patrimonio, a lo largo de una carrera intachable en el servicio público. Además, se comprometió a ser el primer Presidente sin fuero. Con su capacidad técnica, su sensibilidad social y su honradez personal, se ha posicionado como la opción que ofrece estabilidad, progreso, y también sentido crítico para reconocer lo que ha fallado y debe cambiar.

Los otros candidatos no han tenido la capacidad o voluntad para explicar de qué viven; han mentido sobre su patrimonio, están bajo investigación internacional y rechazaron la invitación a presentar su 7 de 7.

Los priistas cerramos este primer mes de campaña con un partido renovado bajo el liderazgo de René Juárez Cisneros, un militante forjado desde las bases, que nos ha convocado a que el PRI recupere su mejor tradición de contacto directo con la gente para hacer una campaña “de abajo hacia arriba”.

No hay atajo, ni estrategia ni tecnología que sustituya la cercanía con los ciudadanos. En este sentido, el PRI mantiene la presencia territorial más extensa, las estructuras más grandes y la militancia más numerosa y socialmente diversa, para promover y defender el voto. Esta es una realidad que hará la diferencia, y que se dejará sentir el 1 de julio.

Nuestros adversarios parecen olvidarlo, pero nosotros sabemos bien que las campañas y las elecciones no se ganan en los medios, sino en el terreno. Ellos tienen encuestas, nosotros las estructuras más grandes y la militancia más generosa de México. Así, con un partido unido, una militancia movilizada, las mejores propuestas y el candidato que el país requiere, los priistas saldremos a hacer lo que mejor sabemos: ganar elecciones para servir a México.

Secretaria General del CEN del PRI

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