“Necesitamos encontrar un copo de nieve en una tormenta”, señala Mark Cunningham, director de investigación y desarrollo de Janssen. Nos encontramos precisamente en el Centro de Innovación y Desarrollo de esta empresa farmaceútica en Spring House, Pensilvania. Cunningham utiliza esta analogía para referirse al difícil trabajo que realizan los especialistas para producir anticuerpos monoclonales que se unan específicamente con una molécula útil en el desarrollo de tratamientos biológicos para las enfermedades autoinmunes.

Existen más de 80 tipos de estas enfermedades y el problema es que muchas de ellas tienen una sintomatología similar, lo que atrasa el diagnóstico dejando que la enfermedad avance y el organismo se deteriore más. En este lugar, ubicado en un área boscosa cerca de Filadelfia, trabajan alrededor de dos mil científicos en el desarrollo de moléculas que disminuyan el impacto de estas afecciones crónicas.

Los medicamentos biológicos se obtienen mediante complejos procesos de ingeniería biotecnológica. Janssen Inmunología desarrolló la primera terapia anti-TNF-alfa (Factor de Necrosis Tumoral alfa), un nuevo nivel en la forma de tratar enfermedades inmunitarias e inflamatorias. Específicamente su campo de acción ha estado enfocado en el tratamiento de psoriasis, artritis psoriásica, artritis idiopática juvenil, espondilitis anquilosante, enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn y colitis ulcerosa) y artritis reumatoide.

Fármacos biológicos

Existe una gran variedad de fármacos en el mercado, pero existe una distinción básica entre los formados por moléculas de síntesis química y los de composición biológica. La diferencia radica en que los fármacos químicos son moléculas muy pequeñas con estructuras y características muy definidas y reproducibles; mientras que los biológicos están constituidos por moléculas de gran tamaño formadas por proteínas que son generadas por organismos vivos. Otras diferencias son que estos últimos son muy difíciles de copiarse y no se administran por vía oral, pues las moléculas proteícas pasan por vía subcutánea. Desarrollar un tratamiento biológico tarda de 10 a 15 años con una inversión de un billón y medio de dólares.

Para facilitar su aplicación también se han diseñado dispositivos con los que el mismo paciente puede administrarse la dosis exacta del medicamento sin incluso ver la aguja. Justamente en el Centro de Manufactura en Malvern, a media hora del Centro de I+D de Spring House, nos muestran uno de estos dispositivos del tamaño de una pluma.

El complejo de diez edificios sobre 80 mil metros cuadrados alberga un banco de células y distintos laboratorios de acceso restringido, pues los humanos son la mayor fuente de contaminación. Cualquier agente externo puede dañar el trabajo de mantener las moléculas estables y seguras para los pacientes, así que se recorren las áreas restringidas mediante un viaje virtual. Irving Smith, director de operaciones de Janssen Biotech, muestra cómo los especialistas cuidan a las células como si se tratara de recién nacidos y en cierta forma lo son. Sin embargo, con el equipo adecuado, batas y lentes específicos, es posible acceder en algunas áreas de los laboratorios.

Los expertos del centro explican que después de elegir la línea celular huésped se le cultiva en unas máquinas llamadas biorreactores. Dentro de biorreactores con diferentes capacidades (los más pequeños asemejan garráfones de agua con una maraña de mangueras interconectadas) se alimenta a las células para que empiecen a secretar la proteína. Finalmente, la proteína producida se separará del resto de componentes del biorreactor mediante un proceso de filtración, y se purificará y estabilizará para la fabricación de medicamentos. Los científicos trabajan con diferentes capas de ropa que les cubren absolutamente todo el cuerpo. Los procesos deben tener una precisión absoluta y deben protegerse de las bacterias que acechan el alimento en los biorreactores.

Enfermedades invisibles

“Los tratamientos biológicos generalmente son administrados a pacientes en situación de enefermedad no controlada y que requieren un tratamiento más complejo”, señala Aldunate para quien este tipo de fármacos pueden alcanzar hasta un 70% en el control de la enfermedad.

Con el tratamiento de la psoriasis se ha encontrado una buena respuesta. Este es un trastorno crónico inflamatorio que ocasiona una sobreproducción de células en la piel, lo que origina descamaciones constantes. A pesar de que no es una enfermedad contagiosa, el desconocimiento y el aspecto que causan placas dolorosas en piel y uñas que pican, agrietan y sangran, también la han vuelto una enfermedad marcada por la discriminación. Así lo cuenta Guillermo Gutiérrez, representante de la Alianza Latinoamericana de Psoriasis (ALAPSO).

Aunque no hay un lazo directo entre la severidad de los episodios de psoriasis y la edad, los expertos han identificado en los pacientes momentos de crisis alrededor de los 20 años y pasando las cuatro décadas de vida. Gutiérrez, paciente de esta enfermedad, cuenta que alrededor de los 25 años vivió los primeros síntomas, pero más allá del dolor ocasionado por las lesiones, lo que más afectó la enfermedad fue su autoestima pues cuando tenía que exponer parte de su piel afectada en algún vestidor o alberca la gente lo miraba con temor e incluso le exigían que se retirara por considerarlo alguin peligroso.

Este sentimiento de rechazo fue el que lo hizo fundar en Colombia ALAPSO, que hoy integra a organizaciones de siete países latinoaméricanos, entre ellos México, mediante la Asociación Mexicana contra la Psoriasis. Su finalidad es informar sobre la enfermedad y orientar a la población para que acudan a dermatólogos especializados para su tratamiento y evitar los remedios populares. Otro de sus objetivos es lograr incidir en políticas públicas para mejorar la asistencia sanitaria de una enfermedad que desde 2012 es considerada por la OMS como enfermedad crónica de alto costo e impacto psicológico.

Para Aldunate, uno de los principales problemas en el diagnóstico de enfermedades inmunitarias en la región es que se carecen de cifras por lo que estas enfermedades crónicas y debilitantes son dimensionadas de manera limitada. Otro caso es el de la artritis reumatoide, caracterizada por dolor, hinchazón, rigidez y destrucción de las articulaciones, que pueden convertirse en síntomas discapacitantes. Esta es una enfermedad que se presenta de manera más común en mujeres, en una proporción aproximada de 3 a 1. El especialista señala de que hay una falsa concepción de que este tipo de enfermedades afecta sólo a personas de la tercera edad, cuando en realidad su pico puede alcanzarse a los cuarenta años.

Otro tipo de enfermedades que también tienen gran impacto, pero son subdiagnosticadas, son las enfermedades inflamatorias intestinales (EII) que incluyen a la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Ambas afectan a más de cinco millones de personas en todo el mundo. Aldunate señala que la diferencia entre ellas, es que la colitis ulcerosa afecta al colón, la porción final del intestino grueso; mientras que la enfermedad de Crohn afecta todo el sistema digestivo, de boca hasta ano.

Ante la falta de estadísticas confiables sobre la prevalencia de enfermedades autoinmunes en América Latina, se están tratando de alentar más estudios para concentrar información confiable sobre los grupos afectados y factores que desencadenan la enfermedad. “Actualmente estamos trabajando en un estudio epidemiológico en Colombia y México, pues se trata de enfermedades subdiagnosticadas que son tratadas hasta que llegan a sus etapas más críticas, cuando los pacientes llegan al quirófano”, puntualiza.

Los estudios científicos acerca de los mecanismos que producen las EII también han permitido conocer más a fondo la relación existente entre el sistema inmunitario de la mucosa y su relación con el microbioma. Se trata de una relación compleja entre las bacterias comensales y las células del huésped. De hecho, el estudio del microbioma se ha convertido en uno de las ventanas más esperanzadoras para visualizar en general la medicina del futuro.

En el mencionado Centro de Investigación y Desarrollo, alrededor de 100 científicos se encargan de esta área, pues en los últimos años gracias a nuevas técnicas diagnósticas de identificación microbiológica ha cobrado importancia el estudio de la asociación de la composición bacteriana intestinal y el posterior desarrollo de diversas enfermedades. El estudio de la composición y proporción exacta de estos microorganismos en pacientes enfermos en comparación con individuos sanos, busca alternativas terapéuticas a patologías que hoy no tienen una cura definitiva como las enfermedades autoinmunes.

Cunningham explica que se busca interceptar la enfermedad antes de que se manifieste. “Con cualquier medicina no hay garantía de lo que va a suceder, pero con la medicina personalizada se puede saber también cómo va actuar el fármaco en el organismo”. Explica que los avances en este rubro podrían llevar a que un día se pudiera monitorear el microbioma de un recién nacido durante cien días y esto bastaría para conocer las enfermedades a lo largo de su vida.

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