La movilidad en las ciudades implica el número de viajes que se realizan en un día y la velocidad de movimiento; en este sentido México es un país muy poco móvil, no sólo por las velocidades de desplazamiento y los modos de transporte, sino porque todo indica que la gente no puede moverse debido al ingreso económico relativamente bajo, así lo expresó el doctor Manuel Suárez Lastra, director del Instituto de Geografía de la UNAM.

En nuestro país, reportó, el promedio de viajes diarios por persona es de 2.2, mientras que en otras naciones el promedio es de cuatro o cinco viajes al día. En la Ciudad de México, por ejemplo, la movilidad es lenta, ya que la velocidad en horas pico también lo es, seis o siete kilómetros por hora. Las vialidades están congestionadas, el transporte público saturado… la ciudad es muy grande para la infraestructura que posee.

Pero el problema de movilidad no se soluciona con más calles, lo que podría remediarlo es la construcción de más segundos pisos, pero no sería lo idóneo si queremos una ciudad estética.

“La ideal sería transitar hacia otros modelos en donde predominen los viajes en bicicleta, en transporte público y a pie cuando se trate de distancias más cortas, dejando de usar lo más posible los automóviles”.

Oficinas y viviendas en una edificación

Manuel Suárez ha detectado que la vivienda y el empleo determinan cómo se traslada la gente, entonces si el lugar de residencia está lejos del lugar de trabajo, por obvias razones los viajes son más largos, pero también más cansados, recordó el investigador universitario

Ante esto, el geógrafo propone edificios funcionales, es decir, construcciones que puedan usarse como vivienda pero a la vez, sea posible instalar oficinas o sitios de trabajo en la parte inferior del mismo. Así se tendrían todas las actividades integradas y se tendría una ciudad más pequeña en la que no se necesitarían recorrer grandes distancias.

Además se requiere de una política metropolitana de transporte, de uso de suelo, pero sobre todo un gobierno proactivo que se proponga limitar el empleo del automóvil al elevar el precio de su uso. De ese modo se ha logrado mejorar la movilidad en ciudades como Amsterdam y Londres, pero teniendo un transporte público eficiente.

Si bien es cierto que muchos autobuses de transporte público contaminan más que los automóviles, el autobús transporta 40 veces más gente que un auto en el que por lo general sólo viaja una persona. Eso no significa que no se pueda exigir que el transporte no contamine, concluyó.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

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