Los constructores del enorme monumento neolítico, Stonehenge, que se cree residían en el cercano asentamiento de Durrington Walls, habrían sido fuertes comedores de carne en asiduos festejos de temporada, sugieren investigadores.

Un equipo de arqueólogos de Alemania y Reino Unido descubrieron detalles sobre opciones de cocina y hábitos alimentarios en Durrington Walls, después de analizar huesos de animales y restos de cerámica halladas en ese lugar.

En un artículo, publicado en la revista Antiquity de la Universidad de Cambridge, los investigadores dicen haber hallado evidencias de fiestas organizadas por los residentes al estilo barbacoa y un inesperado patrón de cómo se distribuían y compartían los alimentos.

Los arqueólogos, liderados por el doctor Olivier Craig, de la Universidad de York, Reino Unido, analizaron residuos de alimentos en cientos de fragmentos de cerámica y descubrieron diferencias en la manera en que fueron utilizados los recipientes.

La cerámica que se hallaba en las áreas residenciales fue usada para cocinar productos animales, incluyendo cerdo, res y lácteos, mientras que la que se encontraba en los espacios ceremoniales se utilizó principalmente para guisar productos lácteos.

“Tal patrón espacial podría significar que leche y quesos eran alimentos exclusivos, solamente consumidos por unos pocos selectos, o que los productos lácteos -hoy a menudo considerados como símbolo de pureza- se usaron en ceremonias públicas”, sugieren los científicos.

Al parecer, “la colocación especial de leche en los edificios ceremoniales más grandes revela que ciertos productos tenían un significado en los rituales más allá de la nutrición”, afirma el profesor Mike Parker Pearson, del Colegio Universitario de Londres.

Los arqueólogos explican que el intercambio de comida tenía connotaciones religiosas y sociales para la promoción de la unidad entre las comunidades agrícolas dispersas en Reino Unido durante la prehistoria.

Sorprendentemente, los investigadores encontraron poca evidencia de la preparación de alimentos de origen vegetal en Durrington Walls, en contraste con las pruebas que apuntan al consumo masivo de productos animales, en especial el cerdo.

Un análisis más detallado de los huesos de animales reveló que muchos cerdos murieron antes de alcanzar su peso máximo, lo cual es una fuerte evidencia de que se llevaban a cabo sacrificios en otoño e invierno, así como para festejos.

La combinación de los análisis de la cerámica y el estudio de los huesos animales resultó “realmente eficaz”, ya que ofrecen detalles de la comida y la cocina en el pasado, indica la doctora Lisa-Marie Shillito, de la Universidad de Newcastle.

Entre los principales métodos para cocinar, los investigadores identificaron que los antiguos residentes hervían o asaban la carne, probablemente en chimeneas similares a los hornos subterráneos que se utilizan en la actualidad para preparar la barbacoa.

“Ésto último se evidencia por los patrones de quemaduras distintivas en huesos de animales”, refieren y explican que se encontraron huesos de todas parte del esqueleto de animales.

El profesor Pearson señala que los animales habrían sido traídos desde todo el territorio de Reino Unido para ser cocinados y consumidos en reuniones masivas al aire libre o en comidas más privadas en Durrington Walls.

“Esto es significativo, ya que requeriría la orquestación de un gran número de voluntarios”, dicen y precisan que los patrones observados no encajan con una sociedad basada en la esclavitud, donde la mano de obra era obligada y forzada.

En cuanto a la distribución de alimentos en aquella época, las evidencias muestran un nivel alto de organización culinaria, “los habitantes de este sitio poseían un entendimiento compartido de cómo debían prepararse, consumirse y desecharse los alimentos”.

kal

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