La del título era la aterradora frase que promocionaba hace 36 años una de las películas más destacadas del cine de ficción, la popular Alien, el octavo pasajero, en la que exploradores humanos eran atacados por extraterrestres.

Ajustándose a la realidad física, la película hace justicia al hecho de que el espacio es, en gran parte, vacío, y que el sonido requiere un medio para propagarse.

El sonido es lo que se llama una onda de presión, es decir que cuando escuchamos, las ondas sonoras producidas por variaciones en la presión del aire hacen vibrar una membrana en el oído y luego estimulan terminaciones nerviosas que generan un impulso, interpretado en el cerebrocomo un sonido.

Sin embargo, en el amplio espacio entre las estrellas hay gases formando muchas veces inmensas nubes que, al llenar el vacío, podrían representar el medio por el cual el sonido se propaga.

El problema es que aunque desde la Tierra las nebulosas se vean como estructuras muy compactas, realmente son enormes y su densidad es muy baja, mucho menor que la de nuestra atmósfera.

Mientras que el aire que respiramos tiene unos 30 trillones de millones de átomos por centímetro cuadrado, en una nebulosa escasamente encontraríamos un par de átomos en ese mismo volumen. Muy pocos átomos por segundo golpearían nuestros oídos y no tendríamos la agudeza auditiva para escuchar ningún sonido.

Se podría pensar que en el espacio escucharíamos una gran explosión, como la generada por una supernova, dado que esta expulsaría gases que serían el medio necesario para que el sonido se propague. Nuevamente habría un inconveniente: los gases se expandirían muy rápido en el vacío circundante y la densidad se reduciría vertiginosamente, haciendo que el sonido no sea audible dada la poca cantidad de materia en el medio.

Sorprendentemente, en el 2003 se detectó el sonido en un cúmulo de galaxias a 250 millones de años luz de la Tierra, donde se cree que hay eventos explosivos alrededor de un agujero negro supermasivo.

Nuestro propio Sol emite sonidos al vibrar como si fuera un gigantesco tambor. Estos sonidos no pueden viajar por el espacio vacío, pero las vibraciones sí se pueden registrar en imágenes y transformar en sonidos que sean audibles.

Gracias a la física se pueden convertir las ondas de sonido en impulsos eléctricos, que permiten a los astronautas comunicarse con la base de control terrestre.

kal

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