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Sólo un grupo pequeño de empresas estaría en riesgo de no poder afrontar sus deudas denominadas en moneda extranjera a la luz de la inminente alza de tasas en Estados Unidos y la depreciación del tipo de cambio peso-dólar, advirtió el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En un nuevo estudio en el que analizó los pasivos de las emisoras que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) que han emitido bonos corporativos, afirmó que la mayoría estará en condiciones de enfrentar el inicio del ciclo de normalización de la política monetaria en EU.

Lo anterior debido a que las ganancias corporativas de la mayoría se mantendrán suficientemente altas para pagar la deuda, incluso en las condiciones planteadas por las pruebas de estrés a las que fueron sometidas con base a la combinación de varios choques que se presentaron en la crisis mundial.

Parte del riesgo cambiario se cubriría naturalmente, pues algunas tienen ingresos denominados en dólares, o por medio de instrumentos financieros como coberturas.

Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional apuntó que dicha deuda se incrementó de 28% del Producto Interno Bruto (PIB) que representaba hace cinco años, a 32%, lo que coloca a México como el segundo emisor más grande de bonos corporativos de América Latina.

Esa proporción incluye empresas estatales y las subsidiarias extranjeras de compañías mexicanas.

El Banco de México (Banxico) informó en su más reciente reporte sobre el sistema financiero que el saldo de la deuda de las empresas en el país se colocó en 12 mil millones de dólares al cierre de junio.

Banxico ponderó que en el último año las empresas comenzaron a sustituir sus pasivos en moneda extranjera a pesos, en respuesta a la mayor astringencia de recursos que habrá y por la depreciación del tipo de cambio, lo que en consideración del gobernador del instituto central, Agustín Carstens, reduce las vulnerabilidades del sistema financiero.

El FMI mencionó que las empresas mexicanas aprovecharon el acceso más fácil a los mercados internacionales de capital en los años que siguieron a la crisis financiera mundial de 2008, por lo cual colocaron un volumen sustancial de bonos.

El fondo expuso que Estados Unidos se aproxima a su primer aumento de tasas de interés en casi una década, por lo que muchos mercados emergentes han visto caer en picada el valor de sus monedas, en tanto que los mercados financieros en general se han vuelto más volátiles.

En ese entorno, la institución estableció que una preocupación importante es el impacto en las empresas de los mercados emergentes, que incrementaron considerablemente su crédito desde la crisis, en muchos casos en moneda extranjera, alentados por el fácil acceso a los mercados internacionales de capital.

El FMI estudió el caso de la solidez financiera de las empresas mexicanas frente a condiciones menos favorables, ya que dos tercios de la emisión neta están denominados en moneda extranjera, lo que podría hacer al sector más vulnerable a una depreciación del peso.

El organismo ponderó que apenas 10% de los bonos corporativos vencerán en el lapso de este año y en 2016, mientras que la mayor parte hasta 2020 o más.

El Fondo Monetario Internacional concluyó que el sector de los corporativos se mantendría sólido, y muy pocas empresas estarían en riesgo de no poder afrontar sus deudas.

“Realizamos pruebas de estrés en los balances corporativos en caso de un deterioro aún mayor de las condiciones financieras. Y la conclusión es que el sector corporativo resistiría”, afirmaron los especialistas del Fondo, Julián Chow y Fabián Valencia en el estudio Evaluando el riesgo corporativo en México.

Analizaron la sensibilidad a un mayor estrés financiero, con base en datos de 121 empresas no financieras que cotizan en la BMV.

En el estudio se plantearon escenarios con la combinación de diversos choques, como un aumento de 30% en los costos del crédito, reducción de 20% de las ganancias y una depreciación del peso mexicano de 30% frente a la divisa estadounidense, y de 15% respecto al euro.

Es decir, tal y cómo sucedió durante la crisis financiera mundial a lo largo de los primeros seis meses de ese episodio (en 2008), ya que al mezclarlos, el impacto sería un debilitamiento de la capacidad de las empresas de cumplir con el servicio de la deuda, una reducción del coeficiente de cobertura de intereses, definido como las ganancias antes de intereses e impuestos sobre el gasto en intereses.

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