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Las remesas familiares son determinantes en la reducción de los índices de pobreza y desigualdad en México.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del Inegi, el número de hogares que recibían remesas llegó a 1.29 millones en 2014, equivalente a 4.1% de las familias en el país.

El 75% de los hogares receptores de remesas se encontraba en los deciles que van del I al VI, es decir, familias que perciben ingresos inferiores a 9 mil 952 pesos al mes.

A su vez, mientras 7.1% de los hogares en el primer decil recibían remesas, sólo 1.6% lo hacían en el de más ingresos.

Para el Banco Mundial, las remesas son una fuente importante de ingreso para los hogares receptores, lo que conlleva el incremento de su capacidad de consumo y ahorro, reflejándose en mejora en su nivel de vida.

La institución considera que las remesas tienen un alto potencial para incidir en la disminución de la pobreza y en la desigualdad del ingreso.

México ocupó el cuarto lugar en el mundo entre los países receptores de remesas, al concentrar 4.3% del total de flujos el año pasado, y el primer puesto en América Latina y el Caribe.

Según Naciones Unidas, México es el segundo país con más emigrantes en el mundo con 12.3 millones de personas.

Las remesas representaron la tercera fuente de dólares para el país al primer trimestre de 2016, después de las exportaciones manufactureras y la Inversión Extranjera Directa, y arriba de las exportaciones petroleras y los ingresos por turismo.

Los envíos de dinero significaron 2.2% del Producto Interno Bruto en 2015 y tuvieron un impacto relevante en la disminución de la cuenta corriente, puesto que sin el ingreso por remesas el déficit de la cuenta hubiera sido mayor en 78%.

Michoacán, Jalisco y Guanajuato son los principales expulsores de migrantes y ocupan también las primeras tres posiciones en la captación de remesas, con un flujo de mil 783 millones de dólares al primer trimestre de 2016, 29% del total.

El sector de la construcción es el principal destino de la mano de obra de migrantes mexicanos en Estados Unidos, al contar con 17.9% de los trabajadores en 2015, seguido de hostelería y esparcimiento con 14.2%, y manufacturas con 13.5%, según el Departamento del Trabajo.

El salario de los migrantes mexicanos, sin embargo, promedió 32 mil dólares anuales, 36.2% inferior en comparación a los nativos y 39% menor al promedio de otros migrantes.

El bajo nivel educativo de la población migrante mexicana es una de las principales variables que explican la diferencia en el salario promedio percibido, expone Juan José Li Ng, economista senior de BBVA Bancomer.

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