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La inflación se aceleró durante la primera mitad de febrero, debido al aumento de los precios en productos agropecuarios y una mayor afectación por la depreciación del peso.

En dicho lapso, el Índice Nacional de Precios al Consumidor registró un alza quincenal de 0.29%, con lo que la tasa anual se ubicó en 2.94%, la cifra más alta desde la segunda quincena de abril de 2015, informó el Inegi.

“Se aprecia un aumento de la inflación debido a los efectos de la depreciación del peso y un incremento de los precios agropecuarios, pero se puede considerar que la presión de los agropecuarios podría ser temporal”, comentó Joan Domene, de Invex.

Al igual que la inflación de enero, se observó un claro traspaso del tipo de cambio a los precios de la economía en este periodo. Dicho fenómeno se detecta en el rubro de mercancías, que se ubicó en 0.39% en su variación quincenal, el cual contrasta con 0.29% de los últimos cinco años.

Se observa que el traspaso de tipo de cambio a los precios de la economía es más evidente de lo que llegó a ser en 2015, explicó Dolores Ramón Correa, especialista de Ve por Más.

La mayor afectación de la depreciación en el nivel de precios se percibe en las mercancías no alimenticias (que incluye bienes de consumo duradero como electrónicos y electrodomésticos), cuyo incremento en la primera mitad de febrero llegó a 0.57%, la segunda tasa más alta desde la primera quincena de febrero de 2015.

Ocho de los 10 productos que más se incrementaron en la quincena fueron agropecuarios, advirtió Arturo Vieyra, analista de Banamex.

El índice de precios subyacente presentó un alza quincenal de 0.23% y de 2.62% anual; el no subyacente 0.47%, y 3.89%, respectivamente. En este último, los productos agropecuarios incrementaron 1.40%, los energéticos y tarifas disminuyeron 0.14%.

Si bien la inflación quedó arriba de lo esperado, Arturo Vieyra mantiene su expectativa de crecimiento de los precios para fin de año en 3.44%, en virtud de que la inflación subyacente muestra una estabilidad relativa, y a que prevé una disminución del incremento de los bienes agropecuarios. Para Joan Domene, la holgura en la economía propicia la ausencia de presiones derivadas de la demanda agregada y por ahora la depreciación del peso no ha generado efectos de segundo orden.

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