Los ojos del mundo están puestos esta semana en la negociaciones de cambio climático en París, que reunieron a más de 150 jefes de Estado, para buscar un acuerdo que reduzca las emisiones de gases efecto invernadero, la causa del cambio climático.

Independientemente de lo que suceda en París, la buena noticia es que el tren de la transición energética con una mayor participación de las energías renovables ya arrancó. Los países que no se suban ahora quedarán rezagados y perderán la oportunidad de usar el desarrollo de estas energías no sólo como una vía para reducir la contaminación generada por el uso de energías fósiles y sus impactos en la atmósfera y la salud, sino también como una fuente de innovación, desarrollo tecnológico, atracción de inversiones y generación de empleo.

Utilizando principalmente dos argumentos, diversos analistas advierten que el país perdería competitividad si se sube a este tren. El primero es el precio de las renovables. Es falso que las renovables sean 10 y 20 veces más caras que la generación de electricidad a partir de gas, según Miguel Jáuregui en Reforma (1º diciembre, editorial).

Datos de Bloomberg Energy Finance muestran que el precio de la energía eólica y solar ya es menor que el del gas en Brasil y China, y competitivo con el del gas y del carbón en India; el de la eólica es más barato que el del gas y del carbón en Gran Bretaña y Alemania.

En México, la energía eólica ya es competitiva con la generación de electricidad con gas, a partir de ciclo combinado.

El segundo argumento es que a México no le conviene reducir emisiones hasta que China y Estados Unidos lo hagan, lo cuál es parcialmente cierto. México apenas contribuye con 1.6% de las emisiones, comparado con 28% y 16%, respectivamente, de esos dos países. Sin embargo, habrá que seguir de cerca las acciones que están tomando para desacoplar su crecimiento económico de la generación de CO2. Además de la promesa de reducir al 2025 en 26-28% sus emisiones con respecto a 2005, Estados Unidos ha estabilizado sus emisiones de CO2 desde 2008. Sus emisiones derivadas de la generación de electricidad con base en carbón cayeron de 54% a 40% entre 1990 y 2014. Las nuevas regulaciones de su Plan de Electricidad Limpia contempla para el 2030 una reducción de las emisiones de CO2 de las carboeléctricas en 32%, con año base 2005.

El año pasado China acordó topar sus emisiones de carbono alrededor de 2030. En 2014 registró una reducción de sus emisiones en 2%, en parte por la desaceleración de su economía pero también por las medidas que ha tomado para reducir la contaminación en sus ciudades, ya que ésta puede tener implicaciones sociales y políticas graves. Aquí las inversiones en energías renovables han jugado un papel clave, llegando a casi 85 mil millones de dólares el año pasado, para disminuir el uso del carbón para la generación de electricidad.

Le sigue Europa, con inversiones de 57 mil millones de dólares, y Estados Unidos, con 36 mil millones de dólares. De hecho, en 2014, las nuevas inversiones en energías renovables a nivel global casi igualan aquellas en el sector de energías fósiles, alcanzando los 250 mil millones de dólares.

¿Y México? Pues ya está rezagado, no sólo frente a China, Estados Unidos e India, sino respecto de Brasil y Chile, según datos de Climatescope 2014. Subirnos al tren de las renovables es una estrategia ganar-ganar, que impedirá la pérdida de competitividad del país si solo apostamos al gas. Ante la volatilidad del sector de las energías fósiles y la incertidumbre regulatoria, la mejor estrategia es la diversificación energética que también se traducirá en nuevas inversiones, estimadas por PWC en 75 mil millones de dólares en los próximos 14 años. Por supuesto que el gas continuará siendo la fuente más importante en la generación de electricidad, aún con la Ley de Transición Energética que se aprobó ya en comisiones del Senado esta semana.

Directora Fundadora del Instituto Global para la Sostenibilidad EGADE Business School-Tecnológico de Monterrey

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