En el amanecer del dos de julio no habrá cambiado nada: en medio de la euforia futbolera, prevalecerá la lucha por el control territorial y político entre bandas del crimen organizado; el nuevo gobierno tendrá ante sí la titánica tarea de desmantelar (o no) esquemas de corrupción, así como el reto de renovar instituciones agotadas.

El de 2018, ha sido un proceso electoral muy sucio, empezando por la cruenta persecución del aparato de gobierno federal hacia Ricardo Anaya, candidato del Frente, para intentar revivir a un José Antonio Meade, quien nunca repuntó.

Ya es una elección marcada por la impune secuela de asesinatos de candidatos a lo largo y ancho del país, y por el indiscriminado uso de recursos públicos a favor de los candidatos del PRI, como ya se ha documentado. Es una elección en la que las autoridades electorales han dejado muchos pendientes, empezando por perdonar los fraudes de los candidatos independientes y siendo omisos ante el uso indiscriminado de recursos públicos con fines electorales, sobre todo por parte del PRI.

El futuro que tendrán los alegatos poselectorales es incierto, con instituciones descabezadas —como Fepade y PGR—, para muestra un botón: la exhibición de entrega de dineros en la sede nacional del tricolor, quedará para el anecdotario, no hay investigación, no hay castigo.

En el amanecer del dos de julio, difícilmente atestiguaremos la hegemonía de una sola fuerza política. Es una elección compleja, con más de 3 mil cargos en disputa; la renovación del Congreso de la Unión; ocho gubernaturas; mil 612 ayuntamientos; la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y 972 diputaciones locales. Como nunca antes habrá cruce de votos. Lo cierto es que las Cámaras serán actores principales para un verdadero cambio de régimen o el reciclaje de otra vez lo mismo como órgano subyugado al Poder Ejecutivo.

Las legislaturas tendrán la oportunidad histórica de ser un factor fundamental, y el gobierno que tendrá que entender que se requieren transformaciones profundas sobre la forma de ejercer el poder; por ello es fundamental que en las Cámaras —la de senadores y la de diputados—, lleguen los y las mejores hombres y mujeres que tengan un compromiso real con México.

Es muy importante reflexionar y ejercer un voto informado, no dejarse llevar por el coraje o la despensa. Hoy nuestro país requiere de legisladores que tomen decisiones responsables, con honestidad y con voluntad de generar cambios y que entiendan que el sistema presidencialista está agotado.

Por ello, ante un escenario político inestable, se dará una competencia en la que las estructuras serán fundamentales para lograr el triunfo. Así que nadie puede confiarse, porque una elección termina hasta que se cuenten los votos.

Una reflexión: ha sido una campaña intensa en el estado de Guerrero en la ruta al Senado de la República. Aquí pusimos énfasis en los temas de seguridad, recorrimos todo el estado y corroboramos la gravedad del problema. Acudimos a las instituciones, al INE, a la Secretaría de Gobernación, para que se trazaran protocolos de acción y atención a la seguridad de las y los candidatos y sobre todo los votantes; sólo encontramos una barrera insalvable de oídos sordos, indiferencia y omisión. Si existiera un poco de voluntad, es probable que vidas se hubiesen salvado. En cualquier circunstancia decidimos seguir luchando por tener un nuevo modelo de seguridad y un futuro distinto para México, muchas gracias a todos quienes nos han acompañado.

Ex secretaria general del PRD

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