En mi pueblo a esto le llaman “ordeñar la vaca hasta dejarla flaca”, y vaya que son tiempos de vacas flacas en el universo de Harry Potter. En la función de prensa de Fantastic Beasts: The Crimes of Grindelwald, nuevo episodio en este intento de J.K. Rowling por subir otro escalón en la lista de personas más ricas de Reino Unido (es apenas la número 12, pobrecita), los fans vestidos de reporteros (también conocidos como reporfans) no se emocionaron como usualmente lo hacen.

Lejana ya esa época de salas repletas de treintañeros con su disfraz de maguito con todo y  varita apuntando al techo del cine. “Expecto patronum” o algo así gritaban. Hoy en cambio, apenas uno que otro despistado con la clásica bufanda estilo Potter y algunas playeras, pero nada más. Hasta en Venom (pff!) hubo más gritos orgásmicos de reporfans extasiados al entender esas oscuras referencias que sólo ellos, los fans de cepa, comprenden.

Y bueno, lo reconozco, no soy la persona más capacitada para hablar del universo Harry Potter, cuyas películas (excepto la primera y la de Cuarón) me han dormido non-stop de principio a fin. Pero creo que tampoco se necesita ser un alumno avanzado de Howgarts (¿lo escribí bien?) para entender que esta nueva película es, bajita la mano, una tomadura de pelo.

En esta nueva entrega, el villano Grindelwald (un Johnny Depp con más hueva que yo cuando tengo que lavar los trastes y con la cara toda blanca, como si hubiera dormido encima de un costal de harina) escapa al ser trasladado (clásico) de prisión a bordo de un carruaje volador. Es escape es emocionante, aunque esté muy mal filmado.

Mientras tanto, Dumbledore, aquel viejito de barba blanca y pelo largo que iba todo el tiempo vestido en pijama y que aquí es el guapo Jude Law vestido de elegante tacuche (¿en qué momento le habrá entrado la pasión por andar todos los días de fachas?) le pide a su viejo alumno, Newt (el inmerecedor del Oscar, Eddie Redmayne) que le ayude a combatir a Grindelwald, “¿y yo por qué?”, responde aquel en claro homenaje al recién despensionado expresidente mexicano. “Por que tu, a diferencia de los demás, no te interesa el poder”, responde el elegante pero medio inútil Dumbledore, quien al parecer acababa de leer el Señor de los Anillos y le pareció buena idea agarrar de mandadero a Newt, tal y como lo hacen con el pobre Frodo.

Anyway, ahí va el buen Newt, con su maletita que te lleva a otras dimensiones y de alguna forma se vuelve a topar con su amigo gordito de la película pasada quien está bajo el hechizo del amor de su flaca pero guapa novia maga. El tal Grindelwald es un Trump cualquiera cuya bronca es que no le gusta que los magos se anden ahí besuqueando (o sepa usted qué cosas aún peores) con los humanos viles y corrientes.

Cual Magneto en la saga X-Men, este supremacista no confía en nosotros los ajenos a la magia y al parecer tiene una muy buena razón para ello, o al menos eso entendí cuando en en climática escena, le enseña a un auditorio repleto (cual mitin de político en campaña a la presidencia) un Power Point con imágenes de la Segunda Guerra Mundial. “¿Otra guerra?, ya chole” dice con atinada vehemencia el gordito que no es mago.

Y así la cosa, lo que les acabo de contar es el principio y el final, porque esta película está tan tramposamente escrita que todo lo de enmedio es un vil relleno, no pasa nada (o al menos nada interesante), se aburre uno bien gacho y -peor aún- empieza el torneo de cabeceos y ronquidos que para qué le cuento.

¡Ah!, ya me acordé de otra cosa. Como innecesario subplot (que luego resulta es el verdadero plot de la película) uno de los personajes de la pasada entrega al cual creíamos muerto pues resulta que no, que está vivito y coleando. No les diré quién es pero qué loco se vistió Ezra Miller en la alfombra roja de la película, ¿no? Parecía el evil twin de la mascota de las llantas Michelín.

La película abunda en cosas que supongo son fan service  y hasta eso tiene buenos momentos, como por ejemplo, la teletransportación en la cubeta, el flashback a Howarts o, y este es mi favorito personal, cuando finalmente salen los créditos y ya se puede ir uno a su casa. Momentazo.

Al final lo que me quedé pensando es que, crimen, lo que se llama crimen, es que sigan encargándole estas cosas al pobre de David Yates, quien ya lleva seis películas del universo Harry Potter y todavía le faltan tres. Pobre hombre, yo creo que ahorita ya no sabe ni como se llama, pero bueno, hay que pagar la renta, supongo.

El caso es pues, que esa vaca llamada Harry Potter está dando señales de muerte por inanición de manera alarmante. Urge que, o replanteen el plan, o que estemos preparados para lo peor, porque muchos coinciden en que esta es la peor entrega en la saga de Harry Potter y pues, ¿quién soy yo para llevarles la contraria?

-O-

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