Desde Europa hasta Sudamérica, las tradicionales calaveritas de azúcar de la Familia Hernández han pasado el charco al otro lado del mundo.

A España llegó la calavera más grande que han creado, de 21 centímetros, que se exhibió en la Casa de México en España ubicada en Madrid.

Para llegar hasta Alemania, Suecia, Portugal, Colombia, Brasil, Puerto Rico, Miami, Houston, y otros destinos en Estados Unidos, esta familia mexicana comienza a marchas forzadas desde enero, febrero o marzo, cuando llegan los pedidos para otras partes del mundo.

Aproximadamente en dos meses pueden llegar a elaborar hasta 15 mil calaveritas hechas 100 % de manera artesanal incluso personalizadas.

Desde su pequeño taller en la delegación Venustiano Carranza en la Ciudad de México, el señor Miguel Hernández relata su amor por la elaboración de calaveritas de azúcar, chocolate o amaranto en honor a sus padres Baldomero Hernández y Rosa María Rivera, quienes desde 1940 emprendieron este negocio familiar.

Y que con pasión continúa transmitiendo a sus hijos y nietos esta tradición que lo enorgullece como mexicano.

En más de 70 años, “Calazucho” ha innovado con nuevos diseños y agregado colores alegres.

Desde la creación de perritos y gatitos para ofrendarle a nuestras mascotas que ya no están con nosotros. Hasta modelos en honor a personajes célebres que se nos han adelantado, como la Reina Isabel y Cantinflas.

Seguir con esta tradición es recordar a sus padres, que le enseñaron este noble oficio, que representa uno de los elementos más importantes de nuestra ofrenda este Día de Muertos.

Los moldes de barro y la receta original son la herencia que el señor Miguel guarda de sus padres y que pasarán a las futuras generación de hijos y nietos.

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