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La apuesta de la Federación Mexicana de Natación (FMN) para integrar la Selección Mexicana de clavados que afrontó los Mundiales de Natación de Gwangju fue un arma de doble filo.

Por un lado, la Selección obtuvo una actuación histórica en cuanto a medallas obtenidas se refiere al obtener cuatro (una de plata y tres de bronce).

Sin embargo, sólo se consiguieron tres plazas olímpicas y dos las lograron atletas que fueron beneficiados por los criterios selectivos ambiguos impulsados por los directivos de la Federación.

Paola Espinosa y Melany Hernández,

clavadistas que no participaron en todas las pruebas del selectivo, consiguieron una sorprendente medalla de bronce en clavados sincronizados desde el trampolín de 3 metros y la plaza para Tokio 2020, que no se conseguía desde Atenas 2004.

Pero en la modalidad individual, Espinosa se quedó lejos de obtener el boleto a los Juegos Olímpicos . De hecho, ni siquiera pudo superar la fase preliminar.

Iván García y Kevin Berlín,

otros de los clavadistas que fueron beneficiados por los criterios de la FMN, no obtuvieron medallas, ni plazas ni en clavados sincronizados ni en modalidad individual.

Lo mismo pasó en la rama femenil de la plataforma con Alejandra Orozco y Gabriela Agúndez, quienes también sufrieron en el selectivo y tampoco obtuvieron preseas; las saltadoras se quedaron cortas para ganar los lugares olímpicos para las magnas justas de Japón.

La apuesta que sí fue acertada para la FMN fue la de Yahel Castillo y Juan Celaya , quienes se colgaron bronce en los sincronizados desde el trampolín de 3 metros y obtuvieron el boleto olímpico. Los dos clavadistas estuvieron metidos en la polémica generada en torno a la FMN.

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