Y habrá quién tal vez cuestione el otorgamiento de los tres trofeos que le dio el juez de plaza, Jorge Ramos , por los defectos en la colocación de la espada en la suerte suprema, tanto en el primero de Jaral de Peñas como en su segundo de Reyes Huerta.

Pero siendo menos rigoristas, la realidad es que Adame —además de la gran suerte en el sorteo, pues le correspondieron dos ejemplares de merecido homenaje lento— supo muy bien encauzar las cualidades de mayor acometividad del de Jaral de Peñas y —por supuesto— las nobles y de humillado recorrido del de Reyes Huerta.

Tuvo en el capote y en la muleta variedad y, por momentos, temple ejecutado. A pesar del inclemente viento que campeó en la tarde, mostró gran aplomo para conquistar al público, que en su segunda faena le coreó “¡Torero!” con merecimiento.

A Ponce, Barba y Aguado (particularmente a este último), la tarde les fue muy complicada por el juego de los astados, en su mayoría de Reyes Huerta y otro de Jaral de Peñas, combinado con el viento y que apenas sirvieron a Ponce y a Barba para mostrar algún destello. Aguado no pudo enseñar las cualidades que mostró en la temporada europea.

Esperamos —para ellos— un tiempo mejor, en La México.

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