Alejado de los eventos de lucha libre debido a la pandemia, aguarda relajado la Navidad , y se toma tiempo para recordar cómo vivía esta época en su infancia.

“En ese tiempo sí festejaba, pero a medias, porque mi familia era gente humilde. Entonces, lo que hacíamos más, era preocuparnos por el alimento y por trabajar”, comparte el simpático personaje del CMLL.

Aunque una sonrisa se descubre tras su máscara, al recordar su mejor obsequio infantil. “El único regalo que recuerdo, es el de los muñequitos famosos de El Santo. Me regalaron como unos diez una vez, y era mi deleite jugar con ellos a las luchitas”.

Ya entrado en las fiestas decembrinas, acepta que es de ‘buen diente’, a la hora sentarse en la mesa. “Me gusta comer de todo, cosa que no me gusta, primero la pruebo para saber. En estas fechas, como hay más de eso, me gusta comerme un pavo, bien asado, a la naranja. Con eso tengo para estar tranquilo”.

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Una época en la que suele reflexionar sobre lo que ha sido su vida ligada a la fama. “No me la imaginaba así, que fuera reconocido no solo por la gente de la lucha, sino fuera de ella, en las redes sociales, en todos lados. De no haber sido Kemonito, yo creo que hubiera sido comerciante y me hubiera dedicado a los evento infantiles como otros chaparritos. Esto me ha dejado conocer más con la gente".

Así que aprovecha que atrae la atención para pedirle a los aficionados y personas en general, que no bajen la guardia contra la pandemia. “Decirle a las familias y a todos los niños que hagan caso a lo que dice el gobierno, que se queden en sus casas. No es fácil estar encerrado en casa, yo lo he sufrido, pero se puede”.

Buscar el lado positiva a la vida, es algo con lo que ha lidiado siempre. “Para una persona de mi tamaño, el entrar al ring y recibir un azotón o un aplastón por gente de tamaño normal, nunca ha sido fácil de enfrentar”.

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