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Después de muchos años retirado, y dedicado a explotar su imagen por mucho tiempo, Pelé , en 1998 es nombrado Ministro de Deportes de Brasil y deja su gran legado al futbol.
O Rei promueve una ley
que va contra la Federación de Futbol de su país, llamada Ley Pelé.
Entre los artículos más radicales de su ley, destacan el que obliga a los clubes a transformarse en empresas en un plazo de dos años, y el que acaba con el derecho de retención de los jugadores -obtendrán libertad de contrato el 2001-, vinculados hasta ahora, desde la adolescencia, a asociaciones gremiales, ignorando la legislación laboral.
Otro artículo importante obligará a los clubes-empresas a pagar impuestos, con lo que se harán posibles las inspecciones fiscales.
En ese momento los clubes eran entidades públicas sin ánimo de lucro, y por ello las autoridades fiscales no tenían ningún conocimiento sobre la compra-venta de jugadores.
Los jugadores profesionales brasileños dejaron de ser objeto de un régimen de sujeción que en más de una oportunidad fue parangonado, lisa y llanamente, con una variante moderna de la explotación del ser humano.
Se podría decir que en virtud de la nueva ley los futbolistas dejaron de ser objetos y empezaron a ser sujetos amparados por las leyes ordinarias que rigen las relaciones laborales.
Expresado en términos globales, los jugadores suscribieron con los clubes un contrato que les impuso derechos y obligaciones a ambas partes contratantes y una vez rescindido, previo pago de un resarcimiento, o completado dicho convenio, quedaron en libertad de negociar por sí mismos un futuro mejor y más próspero.