Jonathan González pudo ser de cantera rojiblanca. Pero la ilusión por defender la playera de Estados Unidos lo alejó del Rebaño, del equipo que juega sólo con mexicanos.

“Ya habíamos ido a clubes en México, como Morelia, Pachuca y Guadalajara. En las Chivas prácticamente hizo todo bien para quedarse, pero no se dio porque le preguntaron que si iba a ir a la Selección de México, y dijo no, que iría a la de Estados Unidos, por eso no se quedó en Guadalajara”, recuerda Alonso González, padre del medio defensivo de 18 años.

Después de tocar varias puertas, el destino los condujo a territorio regio. “Entonces seguimos viendo clubes hasta que llegamos a Monterrey. Casi estamos de lado a lado, vivimos en Santa Rosa (California), Jonathan se sintió cómodo en Rayados, como en casa, por eso su decisión de quedarse con ellos”, señaló Alonso. “¡Y mira, ya jugó dos finales”, destacó eufórico.

Pero el andar de esta promesa del balompié está construida con base en trabajo, valores y humildad.

“Nací en un pueblito de Guanajuato, mi esposa es de Uruapan (Michoacán) y tenemos otro hijo de 14 años. Emigré a los 18 a Estados Unidos. Yo trabajé en restaurantes y en varias obras.

“Fui coach de Jona hasta los 10 años, trabajé con él desde muy pequeño en la escuela de futbol donde yo empecé a trabajar. Empezó a ir a programas de avanzados a los 14 años; una vez lo invitan a Los Ángeles y desde ahí lo siguieron visores mexicanos”, señaló como el origen de la aventura que hoy goza su hijo. “Pero le hemos dejado buenos valores, a respetar a los demás”.

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