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Nada más humano que el sentimiento de posesión que surge después del descubrimiento. Entrar en contacto por primera vez con algo bello y sentir después el impulso irrefrenable de quererlo. Hemos pasado de disfrutar, por ejemplo, de la contemplación de un calendario perpetuo o un fases de luna al placer de poseerlo. Y ahora tampoco nos contentamos con observar los astros: deseamos que sean nuestros.
Así lo ha hecho Louis Moinet con su Mars, reloj de diseño rotundo que incluye una pequeña cantidad de suelo marciano en un compartimento situado junto al índice de las 3 horas, fácil de encontrar gracias a la indicación “Mars” en la carátula. Queda en el secreto cómo se las han ingeniado para conseguir un trozo de roca marciana para añadir a los 72 relojes que componen la edición —el hallazgo en suelo terrestre de un meteorito procedente de Marte—.

Esta colección se divide en dos líneas con caja de 43.2 mm: 12 en oro rosa y 60 en acero. El calibre que los hace latir es un LM 45 automático que da una reserva de marcha de 48 horas. Suficientes para iniciar su exploración en un trozo del cuarto planeta de nuestro sistema solar.
La pieza presenta una carátula multicapa con una minuciosa reproducción del suelo marciano realizada por un maestro artesano a partir de un disco de latón. Se descubre en ella la presencia de tres de los más importantes montes marcianos: Pavonis, Olympus y Ascraeus.

También se ha respetado el tono cromático de la superficie del planeta rojo, el cual se repite en la decoración del guilloché Clous de Paris en el reverso del reloj. Louis Moinet vincula el guardatiempo al estilo steampunk de principios del siglo xx.
En esa época la cultura popular comenzó a interesarse por Marte gracias a las investigaciones del astrónomo Percival Powell y las famosas novelas de Edgar Rice Burroughs. Vínculo estético evidente en el diseño de la caja y el estuche de presentación. La firma repite propuesta con Moon. Otra pieza con una pequeña piedra lunar encapsulada.—
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