La codependencia es un trastorno de la conducta que se caracteriza por tener la necesidad de controlar a las personas. Las maneras de controlar o pretender hacerlo son diversas, pero generalmente es a través de hacer cualquier cosa por otra persona esperando que esta de una recompensa. Cualquier cosa ya sea a costa de unx mismx, todo con tal de quedar bien y recibir como pago la aceptación y agrado de la otra persona.

Actuar antes de preguntar. El origen de la codependencia reside en un ego exacerbado que nos hace creer que tenemos la solución para todo, que nuestra opinión es mejor que las decisiones de las demás personas y que incluso sin nosotrxs lxs objetos de nuestra codependencia estarían perdidos. La misma ilusión llevada a la acción de salvar a otrxs genera un rush casi como el de alguna sustancia psicoactiva, es decir pone, prende, revitaliza, enciende.

Es muy distinto la emoción de saber que existe la posibilidad de ayudar a alguien al rush que genera pensar que estamos salvando a otrxs. El ego que debe tener una persona para pensar y conducirse como salvador o salvadora de otrxs es enorme. Y cuando no hay recompensa vienen el chantaje de “yo dejé todo por ti”. No funciona. Las relaciones así se vuelven tóxicas y dañinas para las dos partes. No por nada la codependencia se atrae tanto con las adicciones.

No hay mejor sustancia para un codependiente que una persona adicta, generalmente en consumo. Estos tratarán a toda costa de que la persona adicta deje de consumir. Los codependientes son adictxs al adictx. No importa cuántas veces tengan que salvarle de las peores consecuencias, ellxs seguirán pensando en nuevas formas de salvación para alimentar su esperanza de que lograrán que la persona cambie. Y en contraparte, la persona adicta jugará constantemente el papel de víctima creando una profunda culpabilidad en la codependiente de querer hacer su propia vida.

En resumen, se da una dinámica persecutoria en las que las dos partes juegan un papel de víctima y victimarix y viceversa. Sin llegar a nada, más que a estar llenxs de resentimientos. Se juntan el hambre con las ganas de comer.

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