A veces se mal entiende la conmiseración con el auto apapacho de hecho, se mal entiende mucho más de lo que se debería y caemos en la victimización por no ser “demasiado durxs” con nosotrxs mismxs.  Pero es peor. Una cosa es darnos el chance de sentir frustración, tristeza o algún sentimiento negativo y otra empinarnos en el. Trabajar las emociones es distinto a quejarse de ellas y usarlas para manipular a lxs demás y a sí mismxs.

Primero debemos ver qué es lo que nos está generando esa conmiseración, no solo el hecho o la situación que provocó el sentimiento negativo, sino nuestra postura ante el hecho.  La gran mayoría de los enojos se dan porque el ego patalea cuando las cosas no salen como quiere. El enojo es el ego lastimado. El ego se lastima cuando actuamos de manera egoísta, de ahí que no todas las situaciones que no resultan como  esperábamos nos provocan enojo y por lo tanto conmiseración. No siempre somos egoístas, pero casi.  ¿Qué es actuar de manera egoísta? Tener motivos ocultos, es decir pretender una cosa y esperar otra, como esperar la retribución de un favor por ejemplo. Querer ganar todas, no ceder o soltar algo aun cuando vaya en contra de nosotrxs mismxs. Vernos en la necesidad de tomar una decisión que nos va a hacer bien aunque lo que realmente queremos es otra cosa como alguna satisfacción inmediata. Esperar reconocimiento, cariño o atención de personas que nunca nos lo han dado. En pocas palabras, el ego patalea porque es un tirano controlador que cuando no le sale la movida se tira al piso como un bebé.

Se nos nubla la capacidad de agradecer, de ver el lado bueno o positivo, solo vemos lo que estamos “perdiendo” que a veces es mucho menos de lo que vamos a ganar. Para salirse de la conmiseración es imprescindible agradecer y si nuestro egoísmo es tan grande que no nos permite agradecer,  con salir a la calle y ver las condiciones de pobreza y la cantidad de seres desafortunados con problemas de verdad, tenemos mucho material para hacer que nuestros problemas se vuelvan casi insignificantes. La segunda tarea para liberarnos de esa terrible conmiseración y gusto por hacernos la víctima es ayudar justo a esas personas que acabamos de ver,  que sin saberlo nos están ayudando a nosotrxs. Ayudar de corazón a quien pida ayuda, así de simple. La conmiseración es un mal que consiste en no ver más a allá de nuestras narices y por consiguiente pensar que somos lxs únicxs que sufren en el mundo, por eso un antídoto poderosísimo es ver hacia y por lxs demás.

Twitter @reginakuri

Google News

Noticias según tus intereses