El siempre presentó a los hombres más valentonados, de buen corazón y hábiles para el canto; o las bellas mujeres de carácter fuerte, dignas del héroe que las ama y dispuestas a seguirlo sin condiciones.

También mostró a los enemigos, ya fuera un malo-malote o un pobre incomprendido que hace las paces con el protagonista; y ya ni hablar de la figura de autoridad, una madre, abuela o sacerdote, quien guía la trastornada moralidad de los protagonistas.

Por ello, es que el toque jocoso, humorístico y relajado lo ponen los patiños o comparsas. En el cine de oro mexicano eran el recurso más divertido y, en ocasiones, más entretenido de las cintas. Los típicos escuderos, compinches y cómplices de travesuras se encargaban de poner “la puntada” en el cine nacional.

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Anuncio de “Allá en el trópico”, de 1940 y secuela de “Allá en el Rancho Grande”, protagonizada por Tito Guízar y Carlos López “Chaflán”. Las producciones del cine de oro mexicano se apoyaron en sus cómicos para atraer al público, sobre todo cuando el apogeo de las carpas y el humor ranchero estaba de moda entre las audiencias. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Anuncio de “Allá en el trópico”, de 1940 y secuela de “Allá en el Rancho Grande”, protagonizada por Tito Guízar y Carlos López “Chaflán”. Las producciones del cine de oro mexicano se apoyaron en sus cómicos para atraer al público, sobre todo cuando el apogeo de las carpas y el humor ranchero estaba de moda entre las audiencias. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Los cómicos no tenían la cara más bella –esa era la especialidad de los rancheros como Pedro Infante o Jorge Negrete–, más bien tenían, por lo regular, el cuerpo idóneo de un Sancho Panza.

Regordetes o muy altos, con bigote desarreglado o cara chistosa, el papel de los actores de acompañamiento cómico era meterse en problemas a la menor provocación, aun así, siempre eran fieles a sus amigos. Gracias a su comicidad, en la industria cinematográfica nacional encontramos variadas escenas para recordar. Aquí algunos de los patiños más famosos de la pantalla grande.

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Armando Soto "Chicote", el querido borracho ranchero

Entre los nombres que se grabaron en oro dentro de la comedia mexicana está Armando Soto La Marina, apodado “Chicote”. Nacido en 1909, se trasladó a la Ciudad de México tras dejar sus aspiraciones novilleras, pues recibió una severa cornada que cebó su sueño.

En diciembre de 1927, Soto La Marina consiguió trabajo como patiño de comediante en una carpa de espectáculos, según comentó a EL UNIVERSAL su hijo mayor, Armando, en 1983. Así comenzó la carrera humorística de “Chicote”, quien consiguió su mote cuando alguien comentó “qué chistoso baila, parece chicote [que es un tipo de látigo, delgado y flexible]”.

Armando Soto “Chicote” tuvo varias intervenciones donde su personaje salía alcoholizado. A forma de broma, este diario comentó que el cómico "ya no necesita ingerir alcohol, ahora nada más cuando se toma una Coca-Cola, se agita y ya está la cuba libre”. Foto: ESPECIAL.
Armando Soto “Chicote” tuvo varias intervenciones donde su personaje salía alcoholizado. A forma de broma, este diario comentó que el cómico "ya no necesita ingerir alcohol, ahora nada más cuando se toma una Coca-Cola, se agita y ya está la cuba libre”. Foto: ESPECIAL.

Después de 10 años, Soto La Marina entró a la industria cinematográfica, donde alcanzó gran popularidad con cintas como El charro negro, Del rancho a la capital, Hasta que perdió Jalisco, el remake de Allá en el rancho grande, Dos tenorios de barrio –junto con Agustín Isunza, otro grande de la comedia– y Dos gallos de pelea –a lado de “Mantequilla” y Óscar Pulido–.

Además de su baja estatura y marcada delgadez, “Chicote” demostró su comicidad como un jocoso borracho que se metía en problemas. Por desgracia, el actor tuvo problemas de alcoholismo en la vida real. Soto La Marina generó resentimiento contra la industria cinematográfica por encasillarlo en papeles secundarios, por devaluar su presencia cómica y por negarle trabajo entre 1961 a 1974.

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A pesar de su gran popularidad en películas, “Chicote” tuvo su consagración en teatros de revista y carpas. Murió el 20 de marzo de 1983.

Película “Allá en el Rancho Grande”, de 1949, con la consagración del papel ranchero de Jorge Negrete y de la habilidad cómica de Armando Soto La Marina “Chicote”. Ésta fue la participación más conocida del carismático patiño, que varias veces se la pasaba borracho. Fuente: YouTube.

Joaquín García "Borolas", nuestro cómico de bolsillo

Al cómico Joaquín García Vargas también se le conoció como “el cómico de bolsillo”, pues apenas rebasaba el metro y medio de estatura. “Borolas” nació en 1922 y su primera intención profesional fue la medicina, pero fracasó por su nulo apego a los libros.

Para 1937, García Vargas comenzó con sencillos papeles cómicos en el cine. A diferencia de otros escuderos que ya tenían 40 o 50 años cuando alcanzaron éxito cinematográfico, su juventud le permitió mantenerse vigente por mucho tiempo.

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Una década después y con apenas 25 años, este diario lo llamó el “nuevo cómico de México […], chaparro, gracioso y siempre asomando la breve sonrisa del pícaro”.

“Aunque ya no existan las verdaderas carpas, yo sigo en ellas, ahí me formé y ahí quedé. La carpa representa una época en nuestro país, de ahí salían actores valientes sin escuela ni oficio y se enfrentaban al que hace ídolos y deshace ilusiones: el pueblo”, comentó Joaquín García “Borolas” para EL UNIVERSAL, el 27 de junio de 1979. Foto: ESPECIAL.
“Aunque ya no existan las verdaderas carpas, yo sigo en ellas, ahí me formé y ahí quedé. La carpa representa una época en nuestro país, de ahí salían actores valientes sin escuela ni oficio y se enfrentaban al que hace ídolos y deshace ilusiones: el pueblo”, comentó Joaquín García “Borolas” para EL UNIVERSAL, el 27 de junio de 1979. Foto: ESPECIAL.

Fue parte del clan de Germán Valdés “Tin Tan” y de Antonio Aguilar. Apareció en El rey del barrio, El vizconde de Montecristo, Cara de ángel, La justicia del gavilán vengador y Frankenstein, El Vampiro y Compañía, siempre como un pequeño hombre que poco ayuda, pero bien que divierte.

En entrevista con este diario, el 10 de enero de 1973, “Borolas” definió su propio tipo de comedia como “un poco absurda”, siempre basada en su estatura y en lo gracioso que era ver a un hombre de su complexión cortejar a una guapa mujer o desempeñando un trabajo de autoridad, “porque el mexicano ataca una peculiaridad física o inventa un defecto”.

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Joaquín García “Borolas”, con su característico bombín para emular a Charlie Chaplin. “Me hice cómico para divertir a la gente y divertirme yo. Ha sido la única meta que me fijé”, comentó el comediante a esta casa editorial en 1979. Su mayor satisfacción fue que “Borolas” salió del barrio y llegó a la televisión, algo que le permitió divertir a una gran audiencia. Foto: ESPECIAL.
Joaquín García “Borolas”, con su característico bombín para emular a Charlie Chaplin. “Me hice cómico para divertir a la gente y divertirme yo. Ha sido la única meta que me fijé”, comentó el comediante a esta casa editorial en 1979. Su mayor satisfacción fue que “Borolas” salió del barrio y llegó a la televisión, algo que le permitió divertir a una gran audiencia. Foto: ESPECIAL.

“Me gusta improvisar. Es lo más me da resultado, sorprender al público, hacerle reír de buenas a primeras. Esperé mi oportunidad años y años, pero he tenido que aceptar papeles en las series de televisión, bastante afortunados”, comentó el cómico.

García Vargas también tuvo una prolífica carrera en teatro de carpa y televisión. Acumuló más de 11 mil presentaciones en el Teatro Blanquita y duró más de 10 años en el programa La Criada bien Criada, al lado de María Victoria y Alfonso Zayas, siendo su trabajo más conocido y el segundo programa más visto de la señal mexicana durante el tiempo que estuvo al aire.

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Con más de 50 años de carrera y más de 100 participaciones en cine, teatro y televisión, el “cómico de bolsillo” falleció en mayo de 1993.

Película “Frankenstein, El Vampiro y Compañía”, de 1962. Ya lejos del cine ranchero, Joaquín García “Borolas” continuó con su comedia secundaria, donde su estatura jugó un recurso importante para hacer chistes, como subirse a sillones para hablar con el protagonista o ponerse lentes que eran más grandes que su cara. Fuente: YouTube.

Carlos López "Chaflán", el patiño que sí tuvo protagónicos

El actor Carlos López y Valles, “Chaflán”, fue otra luminaria del cine nacional, sobre todo en la época de rancheros y cancioneros. Nacido en 1887, el cómico tuvo grandes éxitos como compinche y recibió numerosos elogios por su “comedia inconmensurable”, como lo describió EL UNIVERSAL.

El origen de su apodo vino tras una presentación en Mérida, en la obra La Alegría del Amor, que tenía la frase “aquí todo hace chaflán”, expresión que agradó mucho entre sus espectadores y se quedó como parte de su identidad artística.

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“Chaflán” tenía una apariencia promedio, ni muy gordo ni muy pequeño, pero su bigotazo revolucionario enmarcó su imagen de comediante. Entre sus principales actuaciones estuvo la primera versión de Allá en el rancho grande, de 1936, cinta que inauguró el cine de oro, así como ¡Vámonos con Pancho Villa!, otra gran entrega nacional.

Carlos López “Chaflán”, uno de los mejores cómicos del cine de oro mexicano. Un espectador comentó a EL UNIVERSAL en 1941 que el actor mejoró “el chiste marrullero y de gracia espontánea del charrito que ya perdió los bríos para cabalgar, pero que sigue leal, francote, que no se arredra por anda y acompaña al jefe o al amigo en todas sus andanzas”. Foto: ESPECIAL.
Carlos López “Chaflán”, uno de los mejores cómicos del cine de oro mexicano. Un espectador comentó a EL UNIVERSAL en 1941 que el actor mejoró “el chiste marrullero y de gracia espontánea del charrito que ya perdió los bríos para cabalgar, pero que sigue leal, francote, que no se arredra por anda y acompaña al jefe o al amigo en todas sus andanzas”. Foto: ESPECIAL.

Para el 15 de agosto de 1937, esta casa editorial platicó con el histrión, a quien consideró “un gran actor cómico, que con su cara risueña cuenta de antemano con la simpatía del público”. “Chaflán” compartió que, gran parte de su vida fue “un luchar constante y duro, pasando penas y sufriendo miserias. El cine me abrió nuevos horizontes”.

El cómico también se consagró en espectáculos de revista y carpa entre los años 30 y 40, con rutinas a lado de Joaquín Pardavé y Roberto “Panzón” Soto. Entre esas presentaciones, López y Valles atestiguó el incendio del Teatro Principal, siniestro ocurrido en marzo de 1931, cerca del Palacio de Bellas Artes; ahí murieron algunos de sus compañeros.

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“Le voy a hacer una confidencia: que yo recuerde, solamente he llorado tres veces. La noche de la catástrofe [el incendio del teatro], el día de la presentación en el Alameda, cuando el público me aplaudió después del estreno de Allá en el Rancho Grande, y ahora en que me he conmovido con esta demostración de afecto del público”, comentó López y Valles a EL UNIVERSAL.

Carlos López en “Las Cuatro Milpas”, de 1937. El cómico apareció en numerosas cintas, incluidas la primera entrega de “Allá en el Rancho Grande”. De esa producción, “Chaflán” fue quien más resaltó, por encima del protagonista Tito Guízar. Foto: ESPECIAL.
Carlos López en “Las Cuatro Milpas”, de 1937. El cómico apareció en numerosas cintas, incluidas la primera entrega de “Allá en el Rancho Grande”. De esa producción, “Chaflán” fue quien más resaltó, por encima del protagonista Tito Guízar. Foto: ESPECIAL.

Esa noche de agosto de 1937, “Chaflán” presentó Las Cuatro Milpas, cinta por la que recibió una gran ovación y confirmó el cariño que los espectadores le tenían.

A diferencia de otros cómicos secundarios, “Chaflán” obtuvo algunos protagónicos, gracias a su popularidad como el “escudero tequilista del dador de serenatas”, como lo describió Roberto Blanco Moheno en su columna de EL UNIVERSAL en febrero de 1971.

En su primera y más importante cinta protagónica, Los millones de Chaflán, el magnífico cómico tuvo como secundarios a Pardavé, Pedro Armendáriz, Carlos López Moctezuma y Emma Roldán, aunque su trabajo no fue tan aclamado como sus participaciones de compinche.

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Parte del cariño que el público profesó por López y Valles se afianzó tras su abrupta muerte en 1942, cuando se ahogó en una playa de Chiapas. Mario Moreno “Cantinflas”, entonces dirigente de la Unión Mexicana de Actores, envió por su cuerpo para darle sepultura y homenaje en la capital.

“–Yo le juré a mi comadre que no volvía a tomar, pero no le dije qué cosa. –Pues ella se refería al vino. –¡Ah, pues yo me refería al agua!”. Diálogo icónico de López “Chaflán” como Florentino en “Allá en el Rancho Grande”, su actuación más memorable. Fuente: YouTube.

Fanny Kaufman "Vitola", la soprano de la comedia mexicana

Aspectos tan memorables de la cinematográfica nacional como la comedia se decantaron hacia actores masculinos, pero una carismática canadiense, forjada en Cuba y naturalizada mexicana, destacó por sus dotes humorísticos, su voz de soprano y una curiosa complexión.

Fanny Kaufman, apodada “Vitola”, fue una presencia muy popular en varias cintas de “Tin Tan” y otras películas del cine mexicano, pues estuvo activa desde 1946 hasta 1989, con más de 70 créditos.

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En noviembre de 1982, “Vitola” compartió con EL UNIVERSAL su intención de cantar en el Palacio de Bellas Artes o en La Scala de Milán durante sus primeros intentos artísticos, “pero cada que salía al escenario la gente se reía, por ello preferí cambiar de carrera de soprano a cómica”.

El sobrenombre de Fanny Kaufman, “Vitola”, se inspiró en una marca de puros cubanos, “Vitolas”, que tenían un tamaño alargado y muy delgado, como ella con su gran estatura y extrema delgadez. Foto: ESPECIAL.
El sobrenombre de Fanny Kaufman, “Vitola”, se inspiró en una marca de puros cubanos, “Vitolas”, que tenían un tamaño alargado y muy delgado, como ella con su gran estatura y extrema delgadez. Foto: ESPECIAL.

Debido a su gran estatura –medía un metro con 70 centímetros– y sus remarcados rasgos faciales, Fanny Kaufman desarrolló una gran comicidad física, memorable en todas sus actuaciones. Con bailes, cantos, risas o desmayos se vio a “Vitola” sostener las puntadas humorísticas de varias cintas, sobre todo cuando se esforzaba por cautivar al desinteresado protagonista.

De acuerdo con esta casa editorial, la cantante y comediante llegó a México en 1945, debutando en las famosas carpas y teatros de revista, para después pisar los sets de filmación. Su participación más recordada fue en El rey del Barrio, de 1950, a lado de “Tin Tan”.

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En enero del 2007, la carismática Fanny Kaurman sostuvo otra plática con EL UNIVERSAL, donde confesó que sí hizo dinero tras sus numerosas participaciones en cine y teatro, pero que su adicción al pocker la privó de generar una buena fortuna. Perdió dos casas y más de 100 centenarios por pagar apuestas adquiridas. Foto: ESPECIAL.
En enero del 2007, la carismática Fanny Kaurman sostuvo otra plática con EL UNIVERSAL, donde confesó que sí hizo dinero tras sus numerosas participaciones en cine y teatro, pero que su adicción al pocker la privó de generar una buena fortuna. Perdió dos casas y más de 100 centenarios por pagar apuestas adquiridas. Foto: ESPECIAL.

Otra de sus destacadas participaciones salió en Vivillo desde chiquillo –remake de Ahí está el detalle con Manuel Palacios “Manolín”–, donde Kaufman interpretó a Irene Regalado, la abandonada pareja de Leonardo del Paso y mismo papel que hizo Sara García en la versión original.

Apareció en películas como También de Dolor se Canta, El Vizconde de Montecristo, El Hombre de Papel y hasta en Lola la Trailera, alcanzando más de 40 años de carrera.

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“El día que te des cuenta de que la gente ya no paga por verte y te cueste trabajo entrar en acción, retírate, sin escándalo ni alaraca”, fue el consejo que Kaufman compartió con esta casa editorial y con su primer hijo, el también actor Humberto Elizondo. La carismática “Vitola” murió el 21 de febrero de 2009, a sus 84 años.

Película “El rey del barrio”, de 1950, protagonizada por Germán Valdés. Fanny Kaufman interpretó a una acaudalada aspirante a cantante, quien solicita los servicios (fraudulentos) de “Tin Tan” para preparar su característica voz; aquí también apareció un joven “Borolas”. Fuente: YouTube.

Fernando Soto “Mantequilla”, eterno mandadero y compañero

Otro de los nombres que jamás se borrarán de la excelencia cinematográfica nacional es Fernando Soto Astol, apodado “Mantequilla” e hijo del gran comediante, Roberto “Panzón” Soto.

“Nací en los bastidores de teatro; aquí moriré. Mi padre eligió el mejor lugar para mi carácter”, declaró Soto Astol a esta casa editorial en septiembre de 1971, cuando cumplía 40 años de trayectoria. “Hijo de cómico, cómico. Nosotros hemos de provocar risa o sonrisa, que es la mejor prueba de amistad, el signo de la limpieza del alma”, compartió el humorista.

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Fernando Soto parecía inclinarse por otra disciplina en su juventud, lejos de escenarios y reflectores, pues ingresó a la carrera de Ingeniería Mecánico-Electricista, aunque no la terminó por dedicarse a sus pininos actorales a lado de su padre.

La carrera cómica de Fernando Soto comenzó en 1932, cuando Joaquín Pardavé no pudo presentarse en el acto del “Panzón” Soto y el joven “Mantequilla” tuvo que reemplazarlo. Desde ese momento, se convirtió en compinche de sketches de humor. Foto: ESPECIAL.
La carrera cómica de Fernando Soto comenzó en 1932, cuando Joaquín Pardavé no pudo presentarse en el acto del “Panzón” Soto y el joven “Mantequilla” tuvo que reemplazarlo. Desde ese momento, se convirtió en compinche de sketches de humor. Foto: ESPECIAL.

“Mantequilla” deseaba convertirse en un famoso bailarín, cantante y galán. Desde 1929 trabajó en la compañía teatral de su padre, aunque en ese momento sólo cantaba tangos para amenizar el ambiente; ese año tuvo su debut con un espectáculo individual que no salió tan bien, pero el “Panzón” Soto salió en su defensa y gritó a la audiencia “es mi hijo, ¡y merece un aplauso!”.

Fernando, regordete y con un desarreglado bigote, llegó al cine en los años 40 para ser el Sancho Panza de Pedro Infante, David Silva, Pedro Armendáriz e incluso de Sara García, a quien acompañó como su torpe sirviente en repetidas ocasiones. También actuó a lado de Dolores del Río, Joaquín Pardavé y “La India” María.

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Entre sus créditos más importantes estuvieron Los tres García, Los tres huastecos, Campeón sin corona, El barchante Naguib, Juan Charrasqueado, ¡Esquina, bajan…!, Ustedes, los ricos, Dicen que soy Mujeriego, El seminarista, Pepe el Toro y La Ilusión viaja en Tranvía. Se estima que “Mantequilla” participó en más de 200 producciones, entre 1941 y 1977.

Fernando Soto junto a Vicente Fernández; en 1977, “Mantequilla” sufrió un grave accidente dentro del famoso Teatro Blanquita, pues una viga le cayó en la cabeza. La entonces dueña del teatro, Margo Su, pagó el salario diario del comediante durante sus últimos años de vida. Foto: ESPECIAL.
Fernando Soto junto a Vicente Fernández; en 1977, “Mantequilla” sufrió un grave accidente dentro del famoso Teatro Blanquita, pues una viga le cayó en la cabeza. La entonces dueña del teatro, Margo Su, pagó el salario diario del comediante durante sus últimos años de vida. Foto: ESPECIAL.

“Mantequilla” tuvo tanta presencia en el cine que llegó a filmar 10 cintas por año en sus mejores épocas, mientras alternaba con presentaciones en carpa y teatro de revista.

Como ocurrió con otros actores cómicos, Fernando Soto padeció del desdén cinematográfico que lo alejó de actuaciones protagónicas; aun así, el hijo de Roberto “Panzón” Soto quedó contento con los éxitos que obtuvo, pues “me dieron el papel que siento de verdad, el de rancherito, que acompaña al muchacho por donde quiera que va”, según declaró en 1974 para EL UNIVERSAL.

En sus últimos cinco años de vida, el comediante vio su salud mermarse por la diabetes y denunció que la Asociación Nacional de Actores (ANDI) incumplió con sus regalías, asunto que también afectó a otros histriones como Armando Soto La Marina.

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El compinche estelar de Pedro Infante falleció el 11 de mayo de 1980, a causa de un coma diabético, después de quedar ciego como consecuencia de la avanzada enfermedad.

Película “Dicen que soy mujeriego”, con Pedro Infante y Sara García, acompañados por el gran Fernando Soto “Mantequilla”. El cómico generó una gran dinámica de escudero con García, inocente, despistado y muy gracioso. Fuente: YouTube.

A pesar de su gran legado, algunos cómicos que engalanaron el cine nacional quedaron inconformes con las producciones y oportunidades que el séptimo arte les dio, mientras agradecían la gran experiencia que vivieron en teatros y carpas, tan cerca de su público y con el protagonismo que merecían.

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Sus chistes y aventuras fueron parte fundamental de la época de oro del cine mexicano, convirtiéndose en los mejores compadres y patiños que rancheros y espectadores podían pedir.

  • Fuentes:
  • Hemeroteca EL UNIVERSAL
  • Internet Movie Database – IMDb
  • Obscura, S. (1997). Cinco actrices cómicas en la época de oro del cine mexicano. México: UNAM.
  • Obscura, S. (2003). La comedia ranchera y la construcción del estereotipo del charro cantante en el cine. México: UNAM.
  • Zárraga, P. (Enero 2007). Catálogo filmográfico-biográfico de películas, actores y actrices de la época de oro del cine mexicano. México: UNAM.


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