A Laura, de 17 años de edad y originaria de Aguascalientes, le faltaban pocas semanas para dar a luz a Lucía. Días antes, sus amigas y familiares le habían organizado un baby shower. Se sentía feliz. Pero el 22 de enero de 2019 la vida y esa felicidad le fueron arrebatadas al ser acuchillada y degollada en el departamento en el que vivía.

La joven se sentía ilusionada, aunque decepcionada por la actitud que había tenido Jesús, el padre de su hija, quien en ese entonces tenía 21 años y era estudiante universitario. Él no quería formar una familia con ella, para no perder la vida que llevaba al lado de sus padres, en la que abundaban el dinero, los viajes y las salidas con amigos.

Por esta razón, cuando se enteró de su embarazo fue terminante: no quería que tuviera a Lucía. Incluso, le propuso a Laura que la llevaría a la Ciudad de México para que le practicaran un aborto, pero la joven se negó. Quería tener a su bebé.

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Laura llegó a un acuerdo con Jesús. Él le depositaría 200 pesos quincenales para sus gastos en un Oxxo. Para recogerlos, Laura siempre iba acompañada de Sandra, su mamá, ya que por ser aún menor de edad no tenía credencial de elector.

Laura había conocido a Jesús en 2018, mientras trabajaba en un restaurante de esa entidad. Intercambiaron números de teléfono y al cabo de un tiempo resultó embarazada. Y Sandra la apoyó en la decisión de tener a la pequeña Lucía.

Sandra trabajaba en un restaurante. Ese 22 de febrero, se despidió de su hija con un beso y un abrazo, sin suponer que sería el último antes de ser asesinada junto a la bebé que llevaba en su vientre.

En ese entonces, Laura se hacía cargo de su hermano más pequeño, José Luis, quien tenía seis años de edad. Su hermano Luis Ángel, de la misma edad de Laura, estudiaba, por lo que se quedaba sola en el departamento.

A Sandra se le vino el mundo encima cuando a 40 minutos después de haber llegado al negocio en el que laboraba le habló por teléfono una de las muchachas que trabajaban en la farmacia que estaba debajo de su departamento. “Vente rápido, porque algo le pasó a Laura”.

El feminicida, cercano a la víctima

Sandra pensó que al ser primeriza, a Laura se le habían adelantado los dolores de parto, por lo que tomó las cosas con calma. Pero una segunda llamada, la inquietó sobremanera. “Ven rápido, ya están aquí las patrullas y una ambulancia”, y le colgaron. Le pidió a un compañero de trabajo que la llevara en auto a su casa, que estaba acordonada por policías. Lo primero que escuchó fue: “¡Ya agarraron al asesino de tu hija!”.

Y resultó ser Jesús, quien fue sentenciado a 50 años de cárcel por la muerte de Laura, y tres años por la de Lucía. Sandra actualmente se encuentra impugnando judicialmente la sentencia de Lucía.

“Vente rápido, porque algo le pasó a Laura”
“Vente rápido, porque algo le pasó a Laura”

Aunque señala que al entrevistarse con la sicóloga que había hablado con Jesús ésta le dijo que el muchacho había cometido esos crímenes para que sus padres no le quitaran todos los recursos económicos y materiales a los que estaba acostumbrado.

Comenta que en varias ocasiones le han hablado sobre la relación del daño, pero asegura que la vida tanto de Laura como la de Lucía “no tenían precio. Yo sólo busco que este chico pague una condena ejemplar”.

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