La primavera entró como siempre a la Ciudad de México, pero esta vez menos gente la recibió. Aunque la capital del país aún no es un desierto, el aumento en los casos de coronavirus (Covid-19) sí ha provocado que menos personas salgan para prevenir un contagio.

Pese al menor flujo, el Centro Histórico demostró que esta es la ciudad de la resistencia. La gente insiste en hacer sus rutinas diarias, a veces sin considerar el llamado a la sana distancia que han hecho las autoridades de salud.

Los comerciantes se apuran a vender; los payasos siguen con su espectáculo, aunque les cuesta más trabajo atraer público; los grupos de baile siguen, pero con menos participantes, y los menores de edad continúan divirtiéndose.

Eran las 13:00 horas cuando un grupo llegó al Monumento a la Revolución para bañarse en la fuente que comúnmente está saturada. En esta ocasión se podía contar con los dedos cuántas niñas y niños jugaban en el lugar.

La menor afluencia de gente también permitió que al menos tres quinceañeras y sus chambelanes hicieran suyo el escenario para una sesión fotográfica.

Danna Cristina es una de las jóvenes que podrá contar que llegó a los 15 años en la época del coronavirus, y para que quede prueba no perdió la oportunidad de tomarse una foto con cubrebocas.

“Desde chiquita venía a jugar a la fuente. Este parque nos trae muchos recuerdos y por eso decidí tomar mis fotos aquí. Veo que sí disminuyó la gente, regularmente hay muchísimas personas y niños jugando”, expresó.

Sobre la avenida Juárez, la música de los bares se escuchaba y era como un imán que trataba de jalar a los jóvenes, pero algunos acudieron al llamado y otros prefirieron seguir de largo.

En la Alameda Central, otra de las zonas concurridas en el corazón de la Ciudad, transitaron familias enteras; sin embargo, más que un punto de diversión, ahora se está convirtiendo en una zona de reflexión donde la gente se pregunta qué hará en los siguientes días porque sus jefes les dieron “vacaciones” sin pago.

“Por lo del coronavirus todo el mundo está muy asustado y clausuraron por un tiempo los restaurantes, yo soy cocinera y nos dieron vacaciones permanentes hasta nuevo aviso. No nos van a pagar porque dicen que son vacaciones y que no estamos haciendo nada”, señaló Elithanya Zúñiga.

La mujer acudió a la Alameda junto con su esposo y su hijo, quien se divertía corriendo entre las fuentes. Su pareja se mantuvo sentado en una banca pensando en lo que hará, pues en su trabajo también le dieron días de descanso.

Decenas de personas se resisten a caer en el temor por el Covid-19. La música es su refugio; la bachata y la salsa les ha dado la oportunidad de olvidarse de la pandemia.

José Eduardo, uno de los profesores de baile, explicó lo que hay en el fondo de su actividad: “Es un poco para salir de esta logística de miedo, de encierro, muchos de los que están aquí trabajan y estudian. Es una realidad que muchas personas decidieron no salir de su casa, pero los que están aquí son la resistencia de ir contra el miedo mediático”.

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