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Las oficinas de Andrés Manuel López Obrador son como una torre de Babel moderna, en la que parece que todos hablan una lengua distinta, pero no, es una misma que conecta a las decenas que llegan: exigencia de justicia.

El auto del virtual presidente electo aún no se encuentra estacionado en el patio del número 216 de la calle de Chihuahua, cuando las primeras exigencias llegan de la voz desesperada de una madre que acude para pedir que saque a su hijo de la cárcel.

Su petición pronto se ve opacada por el tumulto de ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro que piden que el próximo gobierno les respete sus jubilaciones, aquellas que esperan desde que extinguieron la empresa en 2009.

Pasadas las nueve de la mañana, el Jetta blanco con López Obrador de copiloto entra por Insurgentes. Todos lo ven y lo alcanzan a media calle para ser los primeros en saludarlo y entregarle sus peticiones cuando baja la ventanilla.

Los rostros desesperados se convierten pronto en semblantes de frustración cuando López Obrador entra a su casa de transición y el zaguán blanco se cierra sin más respuesta. Aun así, la gente aguanta el calor del mediodía y la lluvia de la tarde para hablar con quien será el próximo presidente.

Trabajadores en retiro, arqueólogos del INAH, empleados de base de dependencias y los de la ex Ruta 100 llegan para pedir audiencia con el tabasqueño.

Para los indígenas huicholes que vienen de Nayarit y que desde antier esperan, eso significó una falta de respeto, pero aguantaron. Quienes le pusieron sabor fueron los jubilados de la ex Ruta 100, quienes instalaron una enorme bocina, dos atriles y entonaron música de protesta porque no les han respetado sus derechos laborales de retiro.

Trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia exigieron seguridad laboral ante los bajos salarios que dicen percibir, y protección por plagios y problemas con la delincuencia organizada que padecen en su labor.

El Jetta sale y la calle de Chihuahua queda vacía. Sólo en la banqueta quedan derretidas las veladoras de un altar colocado para la protección del morenista.

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