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Llegaron en un momento crucial a México. Desde Oriente Medio, España y América respondieron de inmediato, a escasas horas de la fuerte sacudida del 19-S. Una semana después del sismo, entre poemas, aplausos y regalos, rescatistas extranjeros, héroes con nombre, emprendieron el regreso a casa, donde sus familias los esperan con ansia.

Los primeros en dejar el país fueron los japoneses. Un grupo de mexicanos los despidió en el aeropuerto con un regalo especial: varias piezas de pan de muerto que, en esta tragedia, enaltecen la tradición y el culto para aquellos que el 19 de septiembre pasaron a mejor vida.

También las brigadas de El Salvador, Panamá y después Honduras se despidieron una a una. Todos fueron ovacionados con aplausos y poemas. Dejaron su corazón y un grito de aliento: “Fuerza México”.

En sus países ya los esperan, hablaron con familiares para anunciar su regreso. Como Elizabeth Medina, quien porta un paliacate con la bandera mexicana y la frase “Viva México”, dice que se lo obsequiaron. Ella es entrenadora de perros rescatistas de la delegación de Panamá y junto a su equipo canino lograron ubicar a una persona en el multifamiliar que colapsó en Taxqueña. Le salvaron la vida.

Entre despedidas, tocó el turno de Carlos Valdez González, director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) de México, quien atinó a describir la desgracia que vive México a través de un poema de Pablo Neruda sobre un gran sismo en Valparaíso, Chile.

“Valparaíso a veces se sacude como una ballena herida, tambalea en el aire, agoniza, muere y resucita. Aquí cada ciudadano lleva en sí un recuerdo del terremoto, es un pétalo de espanto que vive adherido al corazón de la ciudad... El polvo que levantaron las casas al desplomarse, poco a poco se aquieta. Y nos quedamos solos con nuestros muertos y con todos los muertos, sin saber por qué seguimos vivos”, leyó Carlos Valdez.

Malitzie Rivera es madre soltera de dos pequeños niños, viaja como paramédico del cuerpo de Rescate de Panamá. Su grupo rescató siete cuerpos de los edificios colapsados en la Ciudad de México.

Los panameños llegaron a México solo 24 horas después del sismo. Ayer la paramédico de 32 años de edad pudo comunicarse con sus dos pequeños de 12 y ocho años.

“Mis hijos me esperan en casa, no fue fácil para ellos. Mi hijo más chico me decía que las normas dicen que si tiembla te quedas y después sales, pero me dijo que si tiembla ‘tú sal corriendo, mamita’, que no espere a que el edificio se caiga”, dice.

El sargento Mario Belgrado del cuerpo de Bomberos de Honduras también logró comunicarse apenas ayer con sus dos hijos y esposa. Les dijo que concluyeron las labores de rescate y se alista a viajar a su país. A su familia le regresó el aliento y respondieron con júbilo.

Los rescatistas recibieron un homenaje y monedas conmemorativas de plata de la Casa de Moneda, que va resguardada en estuche con la leyenda “Fuerza México”.

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