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Hoy, al arranque del Proceso Electoral Federal 2018, el “más grande de la historia del país”, el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, demanda a quienes buscan la candidatura presidencial respetar las reglas del juego que ya están establecidas.

El día después de las elecciones del 1 de julio de 2018, advierte, nadie podrá gobernar solo, y quien gane requerirá de la legitimidad que da un proceso democrático.

Por eso el INE ofrece arbitraje adecuado y blindaje, para que el voto pueda ser libre y secreto y las elecciones, legítimas, dice Córdova en entrevista con EL UNIVERSAL, en la que reconoce que habrá contiendas ríspidas e incluso por encima de la ley, además de actores dispuestos a descalificar el proceso y no reconocer resultados.

Durante los próximos 297 días no habrá descanso para el INE pues deberá organizar, por primera vez, procesos simultáneos para renovar Presidente de la República, las dos Cámaras del Congreso de la Unión, y coordinarse con los Organismos Públicos Locales (OPL) de 30 estados, pues nueve elegirán gobernador y el resto autoridades municipales y poderes legislativos locales.

Vienen contiendas ríspidas

¿Qué llamado hace a los actores políticos en la víspera de que arranque este proceso, tomando en cuenta el comportamiento que han tenido en el pasado?

—Esta será la elección con la mayor movilización de ciudadanos de la historia. Vamos a visitar a 11.5 millones de ellos en sus casas y a capacitar a 1.4 millones para que instalen las casillas, y esto puede darse sólo si construimos autoridades, partidos y candidatos, una base de confianza en la elección.

Por eso tenemos que actuar con responsabilidad todos. En este contexto, en el que los actores políticos recurrentemente traspasan la línea, es importantísimo haber determinado las reglas del juego y que la autoridad electoral y la sociedad exijan su cumplimiento.

Es vital el llamado a los actores, porque quien gane la Presidencia, quien sea, seguramente gobernará con un Congreso plural, pues se definirá la distribución del poder político, no su acaparamiento. Así que un partido y candidato o candidata ganará la contienda presidencial, pero eso no determina que hay ganadores ni absolutos, ni eternos.

Se van a venir contiendas ríspidas, seguro, seguro. Los jugadores van a hacer todo lo que puedan dentro del marco de la ley y eventualmente transgrediendo la ley, ha ocurrido, es probable que ocurra, para eso está el árbitro electoral.

Por eso, garantizar que la elección llegue a buen puerto implica la vigilancia de la sociedad y que los actores enfrenten la elección con la rispidez que sea necesaria, pero con respeto a la ley.

¿Que reconozcan que van a necesitar de los perdedores?

—En una democracia no hay ni ganadores ni perderdores absolutos y por eso el tono de la contienda debe marcar las diferencias, pero reconocer que el día después de la elección comienza el verdadero desafío: enfrentar los problemas y resolverlos y eso no lo va a poder hacer nunca, ni siquiera el ganador solo.

Por eso el INE trabaja para 2018 y para que la sociedad mexicana tenga un aliento después de ese año.

¿Hay preocupación porque los partidos tengan representantes en más de 90% de las casillas y, sin embargo, terminan desconociendo los resultados? Eso podría repetirse ahora.

— Por eso hay que insistir en lo básico, los Capacitadores-Asistentes Electorales (Caes) son ciudadanos seleccionados mediante un concurso, no pueden representar a partidos y éstos los pueden objetar.

Esos Caes son quienes capacitan de forma apartidista a los funcionarios de casilla y éstos resultan de un sorteo de entre los 89.5 millones de mexicanos en Lista Nominal, todo vigilado por los partidos. Esos son los ciudadanos que son capacitados como funcionarios de casilla y los que cuentan los votos.

Por eso pretender que hay un fraude en las casillas significa desconocer que quien hace la elección son ciudadanos, no la autoridad electoral.

La autoridad hace las reglas, arbitra la contienda y desarrolla los procedimientos de ley, pero son los ciudadanos de a pie los verdaderos autores de la elección.

Una parte de la sociedad ve a las autoridades electorales como cooptadas, que el Ejecutivo, los gobernadores o el gobierno en turno los mandan o presionan, ¿Qué les responde?

—No pedimos cheques en blanco, no decimos confíen en nosotros; confíen en sus vecinos, porque son ellos los receptores y garantes del respeto al voto.

Esta elección tiene que ser la más auditada; necesitamos que la sociedad revise el trabajo del INE, de los Organismos Públicos Locales (OPL); el del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y de los tribunales locales.

Por eso, la convocatoria no solamente es a que los jugadores respeten las reglas de juego sino también a que los ciudadanos vigilen, ese es el mejor blindaje.

No podemos pedir que confíen en un contexto de tanta desconfianza, esa confianza se va a ganar día a día, pero requiere exigencia desde la sociedad.

¿Qué orientación dará a los OPL? Ha dicho que este año la prioridad del INE es la elección federal y no podrán prestar la ayuda que han dado en el pasado...

—No estarán solos, porque el acompañamiento y la coordinación son vitales para que las elecciones se lleven a cabo.

No es que el INE se vaya a ocupar sólo de las elecciones federales y los OPL de las locales. El INE no declinará en su responsabilidad de coadyuvar en la organización de procesos estatales como la selección, capacitación e integración de las casillas únicas donde se van a recibir ambas elecciones, pero ha emitido normas estandarizadas y homogéneas. Cada órgano electoral tiene una responsabilidad constitucional que debe asumir a plenitud.

Así que el instituto no se va a desentender, ha definido lo que tienen que hacer los OPL, los acompañará, supervisará y, después de la elección, si no hicieron lo que debían, habrá consecuencias.

No vamos a poner en riesgo las elecciones federales y lo que sí son responsabilidades exclusivas del INE, por suplantar a los OPL.

¿Qué cambio habrá tras las elecciones en el Estado de México y Coahuila, en las que hubo fallas en varios sistemas, el de Registro de Representantes de partido, retrasos en Programas de Resultados Electorales Preliminares (PREP), en los mecanismos de recolección de paquetes electorales, ¿Qué harán para que no se repita?

—Cada elección es una prueba de las normas, de la actuación de las autoridades, deja enseñanzas y permite identificar lo que funciona bien y lo que no.

Así hemos identificado fuentes de problemas y, frente a la omisión legislativa, decidimos criterios para dar mayor certeza en el proceso. Algunos los confirmó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, otros no y el tribunal ha señalado lo que toca resolver a otros, como pasó con las reglas de cancha pareja.

Ojalá el Congreso cumpla en lo que ha sido omiso, para dar certeza a los actores políticos y a las autoridades electorales. En el INE hemos hecho nuestro trabajo, precisamente porque hemos escuchado críticas y señalamientos y haremos lo que tenemos que hacer para evitar que se repitan.

Hemos prohibido el uso de tarjetas personalizadas que prometen un beneficio futuro a cambio de un resultado electoral, y ante mecanismos del PREP que no funcionaron adecuadamente o de forma atípica, se emitieron reglas.

Eso tiene que corregirse, porque en 2018 la apuesta es muy alta y lo vemos como una oportunidad invaluable para recuperar con nuestro trabajo la confianza en torno a la autoridad electoral, porque tiene una consecuencia natural en confianza en los resultados y por lo tanto en la legitimidad de los gobiernos que van a ser electos.

Hay analistas que ya perfilan que habrá desconocimiento de resultados, que la legitimidad está en duda desde ahora según han anticipado los actores políticos.

—Yo no anticiparía. Todos los actores pasan también por este proceso de replantearse cómo han actuado y yo confío en que la contundencia con la que se van a organizar las elecciones, la claridad con la que los ciudadanos van a emitir su voto, acote los márgenes de irresponsabilidad de no reconocer, de no aceptar las derrotas en donde las ha habido.

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