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La corrupción es “la pata más flaca” de todo nuestro sistema administrativo público”, dijo el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el médico oftalmólogo que este año cumple su segundo aniversario al frente de la Universidad diagnosticó al país y su sistema democrático: tiene muchos problemas, entre ellos están la inequidad, la corrupción, la impunidad y la inseguridad, “con estas características, una democracia perfecta no puede existir”, dijo.
Confió en que “por vez primera” se manifieste una “gran participación social” en el proceso electoral para elegir al Presidente y renovar la Cámara de Diputados, en el cual “se va a reflejar mucho de este país desesperanzado, enojado, harto de la impunidad y la desigualdad”.
Sobre la construcción de un Frente Ciudadano, Graue lo ve bien, el mayor freno que advierte está en los intereses de los propios partidos.
Señaló que la democracia “es muy costosa” y que es necesario adelgazarla. ¿En dónde debe ir el recorte? En el costo de las campañas electorales y en el Congreso de la Unión, puesto que “se me hace muy cara esta democracia y, para el costo que tiene, debiésemos aspirar a tener unas campañas electorales de alto nivel, al menos eso se merecen los ciudadanos”.
Usted es médico de profesión, ¿qué diagnóstico le da a la democracia mexicana?
—Primero voy a hacer el diagnóstico del país. Es un país que tiene unas grandes desigualdades, donde la mitad de la población está en pobreza, 30% en condiciones de vulnerabilidad social. Tiene muchos problemas. En consecuencia, se nos ha venido haciendo cada vez más inseguro y esto campea en la impunidad y la corrupción. En este país, con estas características, una democracia perfecta no puede existir.
¿Y el diagnóstico de la democracia en nuestra nación?
—Tenemos un régimen pluripartidista, de diversas ideologías que por vez primera se va a manifestar de forma muy importante. Veo venir una gran participación social en la que se va a reflejar mucho de este país desesperanzado, enojado, harto de la impunidad y la desigualdad. Para combatir este ánimo nacional hay que tener una democracia en la que los partidos participen con propuestas, distintas, por las distintas ideologías, pero que deben tener puntos de coincidencia para desarrollar a la nación. Veo una democracia que ojalá se comporte el próximo año de una forma cívica, con conciencia de [que] lo que va a votar representa el interés de los distintos cuerpos políticos de la nación. Es una democracia muy costosa, tal vez habría que adelgazarla.
¿Cómo?
—Todas las minorías deben ser representadas en los cuerpos legislativos de la nación, pero son muchos: 128 senadores y 522 diputados, con un cargo al erario de 11 mil millones de pesos que van a costar las elecciones. En un país pobre, estos costos no debieran ser tan elevados.
¿El costo de las elecciones o el costo de la democracia?
—El costo de las campañas. Se me hace muy cara esta democracia y, para el costo que tiene, debiésemos aspirar a unas campañas electorales de alto nivel, al menos eso se merecen los ciudadanos.
Desconfianza en la clase política
¿Qué riesgos va a tener esta contienda electoral?
—El principal es que la desconfianza en la clase política es alta. Tanto, que hasta el día de hoy [cuando se realiza la entrevista] tenemos 36 candidatos que se han registrado como independientes (...) Es una de las muestras del porqué y cómo está la confianza ciudadana en los partidos políticos. Como no hay confianza en los partidos, tampoco se tiene una plena confianza en el proceso. Ojalá los partidos políticos no aprovechen esta desconfianza en la clase política para permear la desconfianza en el resultado electoral. Debemos tener confianza en las instituciones, porque las hemos construido nosotros y las hemos construido bien.
¿Qué espera del Congreso, que también se va a elegir?
—Que hagan su papel, los congresos están fundamentalmente para legislar. Deben legislar en bien de la nación. Que sean respetuosos, honorables, que busquen el interés de la nación y estén comprometidos por disminuir la desigualdad social.
¿Cuál es el llamado de la Universidad para la próxima contienda?
—A una contienda idealmente de consenso sobre el desarrollo del país, con sus variantes en la ideología de los partidos, a campañas propositivas, que no sean de denostación. Eso nos gustaría escuchar.
Así como están los partidos, ¿sería posible llegar a un debate?
—No estoy viendo que así suceda todavía, esperemos las precampañas. ¿Hay el ánimo para hacerlo? No se ha notado hasta el momento.
¿Qué va a aportar la UNAM para que estas elecciones se desarrollen de manera pacífica?
—Confianza en las instituciones, para que el país procure ir por un mejor camino.
¿Cómo ve las candidaturas independientes? ¿A un ciudadano como candidato?
—Con buenos ojos, veo que es parte de la apertura democrática: la posibilidad de que existan candidatos ciudadanos, independientes, desligados de las ideologías políticas características de nuestro sistema. No lo veo mal, tal vez sea un exceso que sean 36 [independientes]. Estoy a favor de que existan, lo cual no quiere decir que esté a favor de un candidato independiente, pero me parece una gran idea.
Propuestas con madurez
¿Cuáles son los principales retos para los independientes?
—Para empezar, lograr ser candidato y luego poder permear a la sociedad con propuestas y consenso. Que asuman sus propuestas con madurez y responsabilidad, lo mismo para los partidos políticos.
¿Usted se ve a sí mismo como candidato?
—No, ni pensarlo... ¡Ni se le ocurra!
¿Por qué?
—Para empezar no se me antoja. Estoy muy a gusto aquí, me encanta mi Universidad, yo no nací para eso.
¿No le gusta la política?
—No pertenezco a ningún partido político, no tengo credencial de ninguno. Siempre me interesa como ciudadano el acontecer político, pero hasta ahí.
¿No le gustan los políticos?
—La clase política, independientemente del color del partido, no ha podido permear con confianza hacia la sociedad. Creo que entre los distintos candidatos, como al interior de los partidos, hay gente de primer nivel en todos los sentidos.
El próximo Presidente, ¿partidista o independiente?
—Quien sea que asuma con responsabilidad su encargo, que no pretenda ser un gran líder sino que aspire a administrar este país, que consiga erradicar los grandes problemas de México o al menos encaminarlos, una mejor distribución de la riqueza, que camine por un trayecto de respeto a la ley, que no exista la fragilidad del Estado de derecho; que la corrupción se erradique en todo y que responda a los intereses de la nación.
Presidente honesto
¿Cómo debería ser el próximo Presidente de México?
—Con una sólida integridad moral, sin condiciones; trabajar intensamente por el país, por los pobres. Que sea una gente honesta y si puedes agregar a eso una experiencia política y administrativa, sería mejor.
¿Cómo ve la conformación del Frente Ciudadano por México?
—Lo veo bien, en principio. En el tema de conseguir consensos y encontrar puntos de común acuerdo para procurar un país mejor, un sistema de estos frentes y coaliciones sería bien visto. Habrá que ver si se puede consolidar realmente una coalición importante.
¿Cuáles serán los frenos de este Frente Ciudadano?
—Los propios intereses de los partidos, por supuesto.
¿Qué debilita la credibilidad de la democracia?
—La desconfianza que ha generado la clase política y que debilita un sistema electoral bien armado, participativo por parte de la ciudadanía y que tiene altos niveles de seguridad. La desconfianza debilita el resultado democrático y eso es lo que no hay que permitir.
Corrupción, el problema más grave
¿De qué pata cojea la clase política mexicana?
—La corrupción es probablemente la pata más flaca de todo nuestro sistema administrativo público y a eso hay que sumarle un cierto grado de impunidad: hay de todo, desde los extremos hasta una falta de transparencia en algunas decisiones de las políticas administrativas. Esa parte la veo débil, hay que fortalecerla.
¿Los escándalos de corrupción de los ex gobernadores van a tener un impacto en las elecciones?
—Claro, genera una gran desconfianza en esos partidos y en esa clase política que llegó al poder.
¿Cómo vio la respuesta de los partidos políticos de regresar una parte de los recursos que reciben para apoyar las labores de reconstrucción del país? ¿Es una medida populista?
—Hay de todo. Es algo muy razonable que en el momento en el que está el país, se gaste menos en campañas. El político debe tener un contacto directo con la sociedad. Todo lo que se ahorre es bueno, sobre todo en los momentos que vive la nación. En algunos podrían ser medidas populistas, si se le quiere leer así. Yo quisiera pensar que la aportación que existe de los partidos a la reconstrucción de la nación es de la mejor intención.
¿Cómo abaratar el costo de la democracia en nuestro país?
—Disminuir los costos de campaña, son altísimos. Los tiempos están bien, pero todo lo que hay alrededor de esto, los medios de comunicación, la televisión, los espectaculares, todo eso es altísimo cuando lo que se debe escuchar son propuestas.
Solidaridad de los jóvenes
¿De qué manera impactarán los sismos en el proceso electoral?
—Con mayor participación ciudadana. Todos lo vimos, la solidaridad, sobre todo, y muy particularmente de los jóvenes, que no siempre se han interesado en los cambios políticos del país y en la participación electoral. Creo que en esta ocasión los vamos a ver de forma mucho más numerosa. Se van a interesar en los problemas de la nación, fueron muy solidarios con los damnificados. Independientemente de que algunos partidos políticos regresen el dinero o no, lo que vamos a ver va a ser una mayor participación de la sociedad y de los jóvenes.
¿La clase política estuvo a la altura de la respuesta de la sociedad y de los jóvenes?
—La administración pública, en general, y la clase política, en particular, siempre se ven rebasadas por eventos como el que vivimos. Me parece que la clase política sí estuvo a la altura de las circunstancias: los partidos no utilizaron la tragedia para mermar con ella, y la administración pública estuvo rebasada, porque siempre está rebasada cuando la sociedad se vuelca, pero creo que se hizo lo posible, no estuvieron mal.
Reconocer a Fuerzas Armadas
¿Por qué no ha logrado alcanzar la administración pública a la sociedad civil?
—Parte de las instituciones es el Ejército y la Marina, que tienen a su cargo el Plan DN-III, estuvieron magníficos, admirablemente bien. Deberían recibir el reconocimiento de todos los ciudadanos. Lo hicieron muy, muy bien. Yo no vi lucrar, cuando menos no de forma significativa, a los partidos políticos con la ayuda. La ayuda llegó a los damnificados.
¿Va a haber un antes y un después de los sismos en la política de nuestro país?
—Y un presente. Siempre que ocurre un acontecimiento de esta naturaleza, cambia la sociedad, 1985 nos cambió, este 2017 nos vuelve a cambiar y en general lo hacemos para bien, para estar más conscientes y protegidos. Esa es la forma en que se construye la sociedad y la nación.
¿Cómo ve a los jóvenes y cómo incentivarlos para que participen y se involucren en las elecciones?
—Yo creo que van a participar por lo que vimos en estos días. Van a estar en las urnas manifestando su derecho ciudadano a escoger el rumbo que el país debe llevar. A nosotros nos toca propiciar el debate político, la conciencia y la importancia del voto. No propiciar campañas electorales dentro de las instituciones. Tenemos un par de proyectos con el INE para informar a los jóvenes del proceso, que se va a llevar a cabo durante los siguientes meses. Aunque no lo hiciéramos, van a participar de forma directa.