Es un antes y un después. Contrastes. Ayer, de nuevo las mujeres de México hicieron historia: esta vez, en muchos lugares no salieron a las calles, no fueron a trabajar ni a la escuela; los hombres se tuvieron que reorganizar.

Personal de limpieza, funcionarios, obreros, todos ellos asumieron la ausencia de sus compañeras que se unieron al paro femenil, con el que se busca visibilizar la importancia de las mujeres en la sociedad y lo que ocurriría si la tendencia de 10 feminicidios al día continúa al alza.

Un día después de que el país tenía puestos los ojos en las miles de mujeres que marcharon en las 32 entidades para exigir justicia, freno a la violencia de género e igualdad, en muchos sitios desaparecieron.

A diferencia de la semana pasada, donde como todos los días, unas 30 reporteras y fotorreporteras acudieron a cubrir la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, este lunes las manos alzadas de mujeres pidiendo las palabra al Ejecutivo federal no estuvieron.

Mientras, en el Senado, en la Cámara de Diputados, en los institutos Nacional Electoral (INE) y Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai), no estuvieron. En el Poder Judicial fue mínima su presencia; en los juzgados familiares de la Ciudad de México las kilométricas filas de la entrada desaparecieron, igual que las mujeres y la mayoría de los litigantes.

Este lunes quedó de manifiesto que más de la mitad de los habitantes del país son mujeres y demandan seguridad.

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