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Cuando se detuvo a Santiago Mazari Miranda , alias El Carrete , el 1 de agosto del año pasado, se le aseguró un celular que contenía 11 mil 699 mensajes de audio. Esos audios contenían conversaciones entre Mazari Hernández y diversos colaboradores, pero también, en una muy buena parte, con autoridades federales, estatales y municipales.
El celular quedó a disposición de la Fiscalía General del Estado, que lo conserva como evidencia. Inexplicablemente, dicha evidencia, que podría desentrañar la red de vínculos que el líder de Los Rojos estableció con el poder político en Morelos y Guerrero, permanece bajo llave: el fiscal Uriel Carmona lo conserva en un cuarto de evidencias.
El Carrete hizo la primera parte de su carrera criminal bajo el servicio de Arturo Beltrán Leyva , de quien fue escolta. Tras la muerte del capo quedó como jefe de plaza de Los Rojos en Amacuzac, Tetecala, Puente de Ixtla y Acatitlán. Cuando los líderes del grupo criminal Crisóforo Maldonado y Antonio Eli Román Miranda fueron asesinados en pugnas de poder, El Carrete ascendió, y bajo el cobijo del grupo político de su tío, presidente municipal de Amacuzac, Alfonso Miranda Gallegos, se convirtió en amo absoluto de Morelos.
La persecución a que lo sometió el comisionado estatal de Seguridad, Alberto Capella, desbarató parte del poder que Mazari Miranda había construido. El enfrentamiento llegó al punto culminante tras la detención del hijo del Carrete: Capella fue amenazado de muerte. En 2017, se interceptó un mensaje en el que un colaborador le advertía al Carrete que el comisionado, “en coordinación con la Marina”, estaba a punto de aprehenderlo y lo urgía a “hacer algo con ese pendejo”: asesinarlo. El intento de asesinar a Capella se desactivó antes de que los mensajeros se pusieran en marcha. Mazari tuvo que irse del estado: operó desde un rancho de Oaxaca, a través de unos hermanos conocidos como “Los Oaxacos”, y luego buscó alianzas en la sierra de Guerrero: en esos trámites fue detenido.
En un conjunto de mensajes de audio contenidos en su teléfono, se le oye conversar con un funcionario no identificado: intenta lograr un trato para que le echen “la mano” a cambio de limpiar de criminales el estado de Morelos:
“¡Buenas tardes! ¡Buenas tardes! —dice Mazari en el Audio 1— Pues ya conocerán mi voz, con quién tienes el gusto. Aquí estamos oiga, en qué nos puede echar la mano, ya ve que andamos con todo pues limpiando, reacomodando las cosas, pues ya ve que pinche Graco se nos portó mal, y nos traicionó y metió gente que no debía, y se hizo un pinche cochinero, entonces ya estamos acomodando las cosas. ¿Qué onda? A ver si contamos con usted, no secuestros, no robo a vehículos, no casa habitación, nada, ¿si me entiende?, de esas chingaderas. Entonces, este, no sé en qué nos pueda ayudar, en qué podemos echarle la mano porque si traemos los chingazos a todo lo que da y pues ahí andamos alineando culeros para que le bajen a su desmadre ya, pues el que no le baje pues nos lo chingamos, nosotros con la vida de ustedes, también no sé qué onda, si contamos con usted o qué rollo. ¿Qué fuero tiene y hasta dónde? ¡Qué se puede hacer? ¿Qué no puede hacer? Ahora sí que échele y dígame”.
En el Audio 2, el funcionario responde mediante el envío de cuatro mensajes de voz:
“Ok, mira, ¿cuánto tiempo tú me das para checar tu propuesta aquí con mi jefe y ver, pues? ¡Sale!”.
“Ok, mire. Usted está consciente de que tenemos que trabajar juntos para tener bien al estado”.
“Mire, este, para no quitarle mucho tiempo ahora sí que vamos al grano. ¿Cuánto está de por medio para así poder trabajar todos juntos? Digo, yo tengo ahorita que hablar con mi superior que está arriba de mí y usted sabe que de antemano pues tiene que haber algo de por medio”.
“De hecho, por eso le comentaba que cuánto tiempo usted me da, para que yo platique bien con él”.
Vuelve a oírse en el Audio 3 la voz del Carrete, quien menciona a algunos de los principales grupos criminales activos:
“Yo voy a limpiar todo el pinche estado de punta a punta, ¿si me entiendes? (…) No quiero robos a casa habitación, no quiero secuestros, ¿si me entiendes? No quiero nada de esas cosas, ¿sale? O sea, tener el control chingón de las calles (…) Así va estar. Hay un chingo de gente que se hace pasar por mí que llama y extorsiona. Ni madres, no es así, (…) yo realmente te voy a decir al chile, yo solté este pedo, no lo solté, simplemente deje que se hicieran las cosas, como lo que fuera, porque el puto Graco se me volteó y el Capella, entonces ahorita ya vamos con todo, ahorita ya me vale madre si el pinche gobernador nuevo que está se porta mal o como sea, ahorita ya no se la voy a soltar, ¿si me entiendes? Yo la vez pasada porque no quise chocar con el gobierno, hay mucho gobierno confundido que anda con Abel Maya, anda con Crispín, ¿si me entiendes? Anda con el este güey de Los Linos, anda con el puto del Ray, ¿si me entiendes?, con El Rey Pineda, o sea son grupitos… Yo traigo, o sea no te lo presumo ni mucho menos, yo todo el tiempo me he estado en el norte, pues ya lo debes saber quién soy, de donde vengo, ¿no? Entonces, los camaradas míos, pues yo corro con la línea de Culiacán… Entonces ahorita sí nos vamos a sentar bien ahí también en Chilpancingo, en la capital de Guerrero, y en partes de la sierra, vamos bien tendidos mi compa, entonces yo les agradezco que nos echen la mano pa’ limpiar, ¿si me entiendes? Y también (el) que se me salga del huacal, pues nos lo chingamos con la gente o con el gobierno, como debe ser, para evitar tanto desmadre. Le va a convenir a todo mundo…”.
El Carrete logró cooptar más del 40% de los municipios de Morelos. Impuso candidatos, pagó campañas, cobró favores. Sus audios son la bitácora de un viaje criminal que manchó de sangre un estado.
¿Qué espera el fiscal para procesarlos? Mientras el teléfono se guarda bajo llave, una clase política criminal se ampara en la impunidad. ¿A quién quieren proteger?