Donald Trump sigue rompiendo récords: se convirtió en el primer presidente en enfrentar dos juicios políticos y ahora, en el primer expresidente de Estados Unidos en enfrentar cargos criminales. ¿Qué significa para él, para sus aspiraciones políticas, para Estados Unidos... y para Ron DeSantis?

Trump se ha ganado su lugar en la historia de EU. Aunque salió bien librado de los impeachments, en el caso de esta imputación, por falsedad de declaración, o de registros empresariales, por haber hecho pasar como otro tipo de gasto, en plena campaña electoral de 2016, el pago que presuntamente hizo a la actriz porno Stormy Daniels, el resultado podría ser distinto. Eso, sin contar el resto de acusaciones que hay en su contra. El camino aún es largo para saber si Trump va a juicio y si es declarado culpable. En todo caso, al menos esta imputación representa un delito menor y pocos ven probable que el expresidente republicano termine tras las rejas.

Trump afirma que se trata de una cacería de brujas. Aunque un golpe al ego de quien se declaró “el mejor presidente que ha tenido EU después de Lincoln”, cree firmemente que el caso lo catapulta como la víctima que quiere parecer ante su base electoral, a la que no ha dudado en llamar para defenderlo. Quiere ser visto como un guerrero al que “la izquierda radical” busca aplastar.

El discurso le funcionará con sus simpatizantes más acérrimos. Seguramente lo ayudará a subir sus números en las encuestas, algo que necesita con desesperación porque se mantiene por debajo de la nueva estrella del Partido Republicano, Ron DeSantis.

Lo más preocupante sería ver de nuevo en EU escenas de violencia como las que se vivieron el 6 de enero de 2021, uno de los días más negros para la democracia estadounidense. Sin embargo, si la respuesta al llamado que hizo Trump a su gente para tomar las calles ante la versión de que sería detenido, hace unas semanas, es un indicio, puede caber algo de optimismo.

Como era de esperarse, los republicanos han cerrado filas en torno a Trump. Más allá de lo que piensen de él, dice el dicho, “perro no come perro”.

Pero esta es apenas una de las primeras causas que Trump deberá enfrentar. Aunque esta vez la librara, y aunque los estadounidenses lleguen a considerar que es una exageración, otras causas son más graves, como la de Georgia o la ligada a los documentos ultrasecretos que se llevó de la Casa Blanca, a sabiendas de que estaba prohibido. La justicia estadounidense no va a dejar en paz a Trump en un largo rato. Él cree que le beneficia, de cara a las presidenciales de 2024. Pero hay un jugador clave en este juego político: Ron DeSantis.

Aunque no ha declarado su intención de contender por la candidatura republicana, todos lo dan por un hecho. Y entre más lodo embarre a Trump, más brillo para el gobernador de Florida, si lo sabe aprovechar.

Quizá a los estadounidenses no les importe ya la calidad moral de su mandatario. Que 50% de la población siguiera favoreciendo a Trump a pesar de sus falsedades, a pesar de que no le importó que ardiera Washington con el fuego que él mismo atizó, es revelador. Pero si algo los caracteriza es su practicidad.

Trump puede ser presidente, aun si es imputado de 30 cargos; incluso si fuera condenado por ellos. Pero bajo esas circunstancias… ¿puede gobernar?

Es ahí donde entra DeSantis. Es igual o más conservador que Trump, lo que encanta a los republicanos y aproximadamente a la mitad de la población. Pero a diferencia del exmandatario, no tiene líos judiciales. De ganar la presidencia, podrá dedicarse a atender lo que le preocupa a sus votantes. Esa es la gran ventaja que tiene sobre Trump, que podría convertirse en el “gran distractor” de los republicanos. ¿Llegó el momento de nadar en otras aguas? Se verá.

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