Washington.— Llegó por fin el momento explosivo en las audiencias públicas en el proceso de investigación hacia el impeach-ment. Tras varias jornadas sin mucha novedad, el embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea (UE), Gordon Sondland, confirmó las predicciones de que sería el testigo clave para llevar el proceso a un nuevo nivel, en donde la participación del presidente Donald Trump en la trama ucraniana fuera contundente.

Los que esperaban que Sond- land se disfrazara de John Dean, el abogado de Richard Nixon que con su declaración ante el Congreso enterró al entonces presidente por sus revelaciones sobre el Watergate, quedaron más que satisfechos. El embajador embarró a todos los altos cargos del gobierno en la trama rusa, no dejó títere con cabeza, y sentenció que “sí”, que hubo quid pro quo con Ucrania por órdenes del presidente Trump.

Sondland llegó a las audiencias señalado después de tener que enmendar su declaración a puerta cerrada cuando la mayoría de los testigos contradijeron su versión. Un “refresco de la memoria”, en sus propias palabras, que lo puso en el centro de una trama de extorsión al gobierno ucraniano de la que era pieza participante.

“Todos sabían qué hacíamos y por qué. Todo el mundo estaba enterado. No era un secreto”, sentenció, embarrando a los principales nombres del gobierno (entre ellos el vicepresidente Mike Pence y el secretario de Estado Mike Pompeo) en una trama que buscaba lograr que el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, anunciara que su país iba a investigar al exvicepresidente Joe Biden y una presunta colusión de Kiev con los demócratas en las elecciones de 2016, ambas teorías de la conspiración refutadas. A cambio, Zelensky visitaría la Casa Blanca. “¿Hubo quid pro quo? La respuesta es sí”, dijo. Y todas las cartas del castillo de naipes se tambalearon.

Sondland fue claro en la pieza que hacía que todo el engranaje funcionara: Rudy Giuliani. El exalcalde de Nueva York y abogado del presidente era el que lo manejaba todo, el que transmitía las órdenes y “deseos del presidente” para conseguir el objetivo final.

“Las solicitudes de Giuliani constituyeron un quid pro quo para arreglar la visita a la Casa Blanca del presidente [Volodomir] Zelensky”, afirmó el diplomático.

“Nosotros seguíamos las órdenes del presidente” para trabajar con Giuliani, aseguró ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. “Sabíamos que las investigaciones eran importantes [para Trump]”, acotó.

Con las revelaciones de Sond- land, el impeachment pasa a otro nivel. Los demócratas lo saben y no pudieron ocultar su satisfacción. “Lo que acabamos de escuchar es el reconocimiento de una conspiración, de condicionar una reunión en la Casa Blanca [a cambio de] conseguir dos condiciones políticas que ayudarían [a Trump] en la campaña de reelección, lo que es un quid pro quo elemental”, dijo el congresista Adam Schiff, quien preside las sesiones de audiencias públicas.

La defensa de los republicanos se centró en desprestigiar la memoria del testigo, dejando entrever que parte de sus conclusiones eran sólo presunciones e ideas que concluía sin pruebas claras.

Trump, al igual que la mayoría de su gabinete, intentó poner distancia con Sondland. Salió al jardín de la Casa Blanca con un folio manuscrito con lo que según él le dijo al embajador en una reunión: “No quiero nada, no quiero quid pro quo”. Un encuentro que se produjo a principios de septiembre, cuando la trama ya hacía tiempo que estaba operativa.

El presidente incluso dijo “no conocer mucho” a un diplomático de que hace algo más de un mes aseguraba era “un buen hombre y un fantástico estadounidense”.

Sondland, entre risas, lo desarmó, asegurando que habló más de una veintena de veces con el presidente, con quien tenía conversaciones que incluían palabras malsonantes y vulgares. Cuestionado sobre si dijo a Trump que Zelensky haría cualquier cosa por él porque “ama tu trasero”, el embajador respondió: “Eso suena a algo que diría... Así es como nos comunicamos: muchas malas palabras”.

El embajador consiguió el puesto a pesar de no tener experiencia diplomática tras donar un millón de dólares para la fiesta de toma de protesta del mandatario.

Después de Sondland testificó Laura Cooper, jerarca del Pentágono encargada de Ucrania, quien reveló que el equipo de la embajada del país europeo le externó el 25 de julio su preocupación por la retención de ayuda militar estadounidense. “Específicamente, el equipo preguntó: ‘¿Qué está pasando con la asistencia en seguridad para Ucrania?’”. Fue el día de la llamada de Trump a Zelensky que desató la investigación para un juicio político, lo que indica que Kiev ya sabía de la congelación de fondos. Con información de AFP

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