Fayetteville, Carolina del Norte.— La tormenta tropical Florence, que entró el viernes a Estados Unidos siendo huracán, siguió ayer su paso lento por las Carolinas, donde lluvias y vientos han dejado al menos 11 muertos, acumulaciones de agua de hasta 76 centímetros y la crecida de ríos y lagos que comienzan a desbordarse.

Tres personas murieron ayer en Carolina del Norte, sumándose a las siete del viernes en el estado y que incluyen a una mujer y su bebé de siete meses.

Los fallecidos de este sábado fueron resultado de las “riadas y balsas de agua en las carreteras” en el condado de Duplin, en Carolina del Norte, lo que llevó al alguacil local a decretar el toque de queda desde las 19:00 hora local hasta las 07:00 de hoy, informó la Oficina del Alguacil en Facebook.

Una mujer de 61 años murió el viernes cuando su auto chocó con un árbol que había caído como consecuencia de los vientos, dijo el portavoz del departamento de coordinación de emergencias de Carolina del Sur, Antonio Diggs.

Esta es la primera muerte que se registra en Carolina del Sur, donde el ciclón avanza lentamente y está a 65 km de la ciudad de Florence, según el último boletín del Centro Nacional de Huracanes (CNH).

La intensidad de Florence ha disminuido desde que tocó tierra en la costa atlántica estadounidense el viernes como un huracán. Pero su lenta marcha, a un ritmo de apenas 3 kilómetros por ahora, podría sumergir a la región en agua en los próximos días.

“El sistema está descargando cantidades épicas de lluvias y en algunos lugares el volumen de agua caída se mide en centímetros, no en milímetros”, dijo el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, en una rueda de prensa, al referirse a la vasta tormenta de 480 kilómetros de extensión.

Carolina del Norte ya ha recibido volúmenes de precipitaciones “récord” y se prevé que las lluvias persistan. Las aguas de los ríos continuarán subiendo una vez que se detengan las lluvias, indicó Cooper.

Personas atrapadas estaban siendo rescatadas por helicópteros, mientras que decenas de miles se acomodaban en refugios tras haber sido evacuadas.

Las autoridades advirtieron que podrían producirse desprendimientos de tierra, tornados, desbordes de ríos y anegamientos repentinos. Varias autopistas fueron cerradas.

Trabajadores de empresas de servicios intentaban restaurar la energía. Cerca de 772 mil personas estaban sin electricidad en Carolina del Norte, junto con 119 mil en Carolina del Sur.

El Centro Nacional de Huracanes (CNH) dijo que la tormenta podría dejar caer hasta mil 20 milímetros de lluvias en áreas costeras de las dos Carolinas, así como unos 250 milímetros en el suroeste de Virginia.

En Fayetteville, una ciudad de Carolina del Norte de unos 210 mil habitantes, las autoridades ordenaron evacuar a miles de residentes cerca de los ríos Cape Fear y Little River, ante la amenaza de anegamientos.

“Si se rehúsan a salir en esta evacuación obligatoria, deben hacer cosas como notificar a su representante legal porque es muy, muy probable que pierdan la vida”, dijo el alcalde Mitch Colvin en una rueda de prensa.

El presidente estadounidense Donald Trump tuiteó temprano: “¡Mi profunda simpatía y calidez con las familias y amigos de las víctimas. Que Dios esté con ellos!”.

Florence ya ha marcado un récord en Carolina del Norte por el volumen de agua que descargó, al exceder el total de lluvias producido por el huracán Floyd en 1999, cuando murieron 56 personas. Floyd dejó caer 610 milímetros de lluvia, mientras que Florence ha descargado alrededor de 760 milímetros en áreas como Swansboro, en Carolina de Norte, y aún está lejos de terminar.

Super tifón deja estela de destrucción. El tifón Mangkhut ha dejado, a su paso por el norte de Filipinas, unos 14 muertos, además de provocar inundaciones, deslizamientos de tierra y viviendas destruidas, antes de comenzar a debilitarse y alejarse del territorio rumbo a Hong Kong y el sur de China.

Entre los fallecidos estaba una familia integrada por cuatro personas, entre ellas un bebé de ocho meses y un niño de dos años, cuya vivienda quedó sepultada por un desprendimiento de tierra en la localidad de Kayapa, según dijo el gobernador Carlos Padilla.

Más de 4 millones de personas se quedaron sin electricidad por este fenómeno climático, el más fuerte que se recuerda en el país asiático en lo que va de año. Además de paralizar el suministro eléctrico, también cortó las comunicaciones.

Anoche llevaba vientos sostenidos máximos de hasta 160 kilómetros por hora (km/h), luego de los 250 km/h con que golpeó la costa del país, la madrugada del sábado.

Más de 150 mil residentes fueron obligados a huir de sus casas, de acuerdo con el Centro Nacional de Reducción de Desastres.

Debido a la embestida del meteoro fueron cancelados casi 150 vuelos, un tercio de ellos internacionales, así como la interrupción de los viajes por mar.

China y Filipinas acordaron posponer una visita del ministro de Asuntos Exteriores chino Wang Yi, que debía comenzar hoy.

El observatorio nacional de China emitió una alerta roja.

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