San José.— Relegado al olvido y al silencio, sin exhibir coloridos y multitudinarios desfiles por las principales avenidas de las capitales de todo el mundo ni adoptar desafiantes proclamas de defensa de género, el Día Internacional del Hombre se recordará hoy sin que la protección masculina figure en las agendas políticas de las prioridades globales.

La fecha, que carece de pleno reconocimiento oficial y masivo, transcurrirá con una marcada diferencia con respecto a las celebraciones mundiales que, con dolor, repudio y reclamo, se realizan en un cruce de algarabía y tristeza cada 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer.

Propuesto en 1992 por la (privada) Universidad de Missouri-Kansas, de Estados Unidos, y festejado con discreción desde 1999 por varias instancias del sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Día Internacional del Hombre es casi que intrascendente.

“Confieso que desconocía su existencia”, admitió el colombiano Reinaldo Villalba, vicepresidente de la (no estatal) Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), con sede en París.

“Los hombres tenemos un reto histórico: contribuir para que el machismo desaparezca, porque atenta contra los derechos de las mujeres. Igualmente hay que reconocer que también hay violencia contra el hombre desde diferentes fuentes”, dijo Villalba a EL UNIVERSAL.

“La nueva masculinidad nos invita a luchar contra toda violencia contra las mujeres y, por supuesto, también contra toda violencia contra los hombres. Hacer una construcción conjunta de una nueva sociedad y una nueva forma de pensar, para que efectivamente haya otro mundo posible”, afirmó.

Dudas

En la contienda machismo versus feminismo surgen gran cantidad de dudas.

¿Hay degradación paulatina de los derechos masculinos por un creciente privilegio de los femeninos? ¿O las mujeres siguen lejos de los ancestrales beneficios de los hombres en una cultura de añejo y profundo control patriarcal? “Es muy duro el papel que la cultura les ha impuesto a los hombres”, lamentó la hondureña Migdonia Ayestas, directora del Observatorio de la Violencia de la (estatal) Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

“Si bien ellos son las principales víctimas de la violencia, también lo son como victimarios. Lastimosamente las políticas públicas no apuntan para trabajar con ellos. Es necesario derribar ese patrón patriarcal que, por años, les ha afectado”, explicó Ayestas a este periódico.

“Es necesario trabajar en una nueva masculinidad para transformarla en nuevas formas de relacionarnos, donde prime el respeto al otro, especialmente a las mujeres. Recobrar la sensibilidad y la felicidad a los hombres que lo han entendido y se han esforzado por ser más equitativos y por establecer un mundo mejor para todos y todas”, añadió.

Disputas

La agenda masculina abarca desde salud, discriminación, pensión alimenticia, violencia doméstica (ellas contra ellos) e infidelidad, hasta divorcio, separación, abuso y explotación sexual, pasando por custodia de hijos, adopciones y aborto (aprobar o rechazar que la pareja interrumpa su embarazo).

Un congreso mundial masculino que se realiza este mes, vía virtual, aborda esos asuntos, pero la atención internacional a la masculinidad es escasa.

La Federación Iberoamericana de Defensores del Pueblo de América Latina y el Caribe, España y Portugal, tiene redes de mujeres, niñez, adolescencia y migrantes y ninguna de hombres. La situación se reproduce en los países.

Cifras del Banco Mundial y de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito mostraron que los hombres fueron víctimas en 80% de los más de 2.5 millones de asesinatos en América Latina y el Caribe de 2000 a 2018.

“La nueva masculinidad está en construcción”, aseguró el costarricense José Manuel Salas, profesor emérito de la Escuela de Psicología de la (estatal) Universidad de Costa Rica y con 30 años de experiencia en violencia intrafamiliar, acoso y explotación sexual laboral y comercial desde la masculinidad.

“Lo que está claro es que la masculinidad tradicional vigente, hegemónica, debe cambiar. No podemos seguir con los mismos patrones y estereotipos de la masculinidad patriarcal desde hace miles de años”, indicó Salas a este diario.

“El principal problema de la nueva masculinidad es que esa actitud de cientos o miles de años, para perjuicio de mujeres, hombres y naturaleza, por la relación depredadora del hombre, es que los que menos nos damos cuenta de la necesidad de cambio… somos los mismos hombres”, sentenció.

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