El Día del Padre en Estados Unidos fue de sentimientos encontrados. La economía está semiabierta en gran parte del país y la fecha pudo ser festejada por varias personas en diversos restaurantes, playas, parques y áreas de recreación social desde el viernes y sábado pasados; sin embargo, no todos tienen la misma fortuna en este tiempo de coronavirus, otros padres de familia están hospitalizados o solos, en cuarentena, sin contar los que se fueron por culpa del Covid-19.

“Pienso en quienes no están con sus hijos o hijas, este año definitivamente ha sido de enormes aprendizajes y cambios en la vida de todos”, comparte a EL UNIVERSAL Arturo Hernández, de origen mexicano quien vive en Alabama, pero vacaciona en Florida.

“Cuando digo todos, me refiero a que no creo que haya una persona con uso de razón en el planeta que no vea la vida completamente diferente y no sienta un cierto temor de cómo será el futuro, la convivencia de ahora en adelante”, dice.

Él y su familia festejaron desde un día antes cerca del mar de Pensacola, Florida; ayer fueron a áreas comerciales de la ciudad.

“La pandemia nos ha demostrado que no tiene fronteras ni respeta razas, niveles económicos, sociales, académicos, culturales (...) Suena muy fuerte, pero al final es como lo hacen prácticamente casi todos los padecimientos a las que año tras año estamos expuestos.

“En el Día del Padre seguimos asustados”
“En el Día del Padre seguimos asustados”

Este jefe de familia señala: “Lo cierto también es que no podemos detener el tiempo, y lo que ya hemos aprendido de esto sirve para que podamos convivir cuando sea necesario, con muchas precauciones, especialmente después de tantos meses de distanciamiento”.

Para Marcela, esposa de Arturo, estar en aislamiento “siempre será emocionalmente menos pesado si estas acompañado, aunque cuando se trata de una cuarentena por sospecha de infección, pues no te queda de otra”.

Florentino Mesa es colombiano y empresario con residencia en Miami. Él se reunió en casa con su cón- yuge e hijos “a pesar de las difíciles circunstancias que atraviesa no sólo el país sino también el mundo entero con esto de la pandemia, estamos tratando de conservar la distancia y seguir los protocolos de seguridad, pero a la vez no queríamos dejar pasar en blanco el Día del Padre, que es una fecha tan especial.

“En mayo pasado, durante el festejo a las madres, ninguna economía estaba abierta y las restricciones eran mucho más altas que las de esta efeméride, de ahí que ellas, en su mayoría, hayan pasado su día en cuarentena, mientras que los padres podemos estar con más libertad para celebrar”, destaca.

“En el Día del Padre seguimos asustados”
“En el Día del Padre seguimos asustados”

“Ha sido a través de esas herramientas y aplicaciones que hemos podido convivir virtualmente durante los momentos más duros de la cuarentena o el aislamiento”, comenta Roberto Gallegos, mexicano experto en Marketing digital con larga trayectoria en diversos países.

“Esta práctica de reunirnos en línea va a cambiar después de que se encuentre la vacuna contra el coronavirus. El Día del Padre es un claro ejemplo, como lo fue el de las madres. ¿Se imaginan cómo fueron las pandemias de hace 100, 500 o mil años atrás? Ésas sí fueron espantosas. Hoy tenemos muchas maneras de sentirnos acompañados, de vernos y escucharnos a la distancia”, subraya.

Roberto Gallegos y Annika, su esposa de origen alemán, pasaron una temporada de seis meses entre Estados Unidos y México. Esta efeméride los sorprendió en Miami, Estados Unidos, por lo que la quisieron disfrutar al máximo en la playa, porque hoy toman un vuelo rumbo a Múnich, su hogar.

“Ha sido un Día del Padre completamente inesperado, diferente y raro. Annika se sintió mal hace dos días y tuvimos que llamar a un doctor, efectivamente tenía una infección, pero era bacterial y con medicamentos ya se siente muy bien, aunque sigue medicada y yo también. Dante [su hijo] está bien.

“Nosotros vivimos en Alemania, pero vinimos a visitar a mis papás en enero. Cuando quisimos regresar [al país germano] ya no pudimos, porque los vuelos y fronteras estaban cerradas”, declara.

“Así y todo, tuvimos que esperar y esperar, porque varios de los vuelos anteriores que habíamos planeado y hasta comprado se cancelaban o se posponían. El caso es que no pudimos hacer nada hasta ahora y nos aguardan 20 horas de vuelo, pues tenemos dos escalas; es impresionante lo mal que están las conexiones aéreas”, añade Roberto.

“Esperemos que eso que llaman ‘nueva normalidad’ se vaya acercando a la vida cotidiana que teníamos y que no nos quedemos en esta especie de limbo donde somos, pero no somos”, indica Arturo Hernández, mexicano que vive en Alabama.

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