Es fácil que, dentro del Estado más pequeño del mundo, el cementerio Teutónico sea un lugar que pase desapercibido.
Ubicado en el sitio original donde estaba el circo del emperador Nerón, se esconde tras unos altos muros, a la sombra de la Basílica de san Pedro.
Puede que este cementerio ahora tenga la clave para resolver un misterio de 36 años que conmocionó a Italia: la desaparición de una niña de 15 años llamada Emanuela Orlandi.
Este jueves, la policía ingresará en el lugar para exhumar dos tumbas, en la búsqueda de la chica desaparecida.
Este cementerio se usa normalmente para enterrar a miembros germanoparlantes de instituciones católicas. A los turistas no se les permite transitar por el camino que conduce al mismo.
Como mucho, puedes acercarte a una puerta protegida por un guarda suizo.
Y si levantas el cuello por encima de esa puerta, podrás distinguir la entrada al cementerio desde la distancia.
El 22 de junio de 1983, Emanuela regresaba a casa tras una clase de flauta. Fue vista por última vez en una parada de autobús en el centro de Roma. La muchacha de 15 años simplemente desapareció. Nadie la ha visto desde entonces.
Siguieron décadas de especulación. ¿Fue secuestrada y asesinada? Si fue así, ¿dónde está su cuerpo?
La familia de Emanuela tuvo que perseguir interminables pistas y rumores.
"Mucha gente me dice: olvídalo, disfruta tu vida, no pienses más sobre eso", le dice a la BBC su hermano mayor, Pietro. "Pero no puedo. No podré estar en paz hasta que no sea resuelto".
La atención siempre se centró en el hecho de que Emanuela era la hija de un empleado del Estado de la Ciudad del Vaticano. ¿Podría ese hecho tener algo que ver con su desaparición?
En marzo de 2019, la familia Orlandi recibió una carta anónima.
En ella había una foto de un ángel sobre una tumba en el cementerio Teutónico del Vaticano.
¿Era aquello una pista sobre dónde podía estar enterrada Emanuela?
La familia sabía que tenía que hacérselo saber al Vaticano. Pero no había tenido suerte en los anteriores intentos.
"Para ellos, el caso estaba cerrado", dice Pietro. "Con el papa Francisco, el muro se hizo más alto. Le conocí unos días después de que fuera electo (en 2013) y me dijo: 'Emanuela está en el cielo'".
"Yo pensé: 'De acuerdo, el papa Franciso sabe algo'. Luego rellené todo tipo de solicitudes para reunirme con él de nuevo, para obtener una explicación. Pero nunca quiso verme otra vez".
Así que no había una vía directa hacia el Papa.
La familia tuvo que hacer una petición general al Vaticano para abrir la tumba en el cementerio Teutónico. Un tribunal estatal de Ciudad del Vaticano concedió la petición.
"Por primera vez, el Vaticano muestra que están considerando la posibilidad de que pueda haber responsabilidades internas dentro del Vaticano [por la desaparición de Emanuela]," insiste Pietro.
Pero la oficina de prensa del Vaticano solo dice que la policía tendrá que investigar la posibilidad de que Emanuela fuera enterrada en el cementerio.
No investigará su desaparición. Eso corresponde a las autoridades italianas de fuera de la jurisdicción del Vaticano.
Cuando la policía exhume las dos tumbas, la familia Orlandi podrá atender si lo desea, así como los familiares de las personas enterradas en esas tumbas. Luego se realizarán pruebas de ADN en los restos, un proceso que podría tomar semanas.
Pietro tiene que prepararse para lo que se podría encontrar en esa exhumación.
"Sería angustiosos para mi madre [si los restos de Emanuela son encontrados]. Ella aún vive en el Vaticano, a tan solo 200 o 300 metros de aquel cementerio. La sola idea de pensar que haya estado tan cerca de mi hermana durante tanto tiempo sin saberlo me hace sentir terriblemente mal".
"De hecho, lo cierto es que espero que Emanuela no esté allí".
Pietro se niega a descartar la remota posibilidad de que su hermana esté viva, de cierta manera. Recuerda la última vez que la vio.
"Ella y yo éramos muy cercanos. A los dos nos gustaba la música. Estaba tratando de enseñarme una pieza de Chopin. Apenas habíamos visto dos páginas cuando desapareció. Espero que un día regrese para que me enseñe el resto".
Hay un pensamiento que no se le quita de la cabeza.
"La última vez que la vi no es de hecho un recuerdo muy bonito", explica.
"Tuvimos una pelea porque ella tenía una clase de música. Hacía mucho calor, me negué a ir con ella porque tenía otras cosas que hacer. Ella cerró de un portazo y se fue, y ese es el último recuerdo que tengo".
"A menudo pienso, ¿qué habría pasado si me hubiera ido con ella?"
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