La Habana.— Por segundo día consecutivo rescatistas con ayuda de perros buscaron el domingo pasado entre los escombros a sobrevivientes de la explosión que destrozó un lujoso hotel en la capital de Cuba, ocasionando la muerte de al menos 31 personas y causando lesiones a decenas.

El Hotel Saratoga, de cinco estrellas y 96 habitaciones en La Habana Vieja, se preparaba para reabrir en los próximos días tras dos años cerrado por la pandemia de coronavirus, cuando una aparente fuga de gas provocó una enorme explosión el viernes pasado.

“Estamos esperanzados en que se sepa algo de la madre de mi primo, que se llama María Consuelo Alard”, dijo el domingo por la mañana Ángela Acosta, una abogada de 44 años.

Alard vivía en el primer piso de un inmueble contiguo al Saratoga y pocos minutos después de los comentarios de su sobrina los bomberos sacaron a Sultán, un labrador mascota de esa casa.

El estallido destruyó parcialmente el hotel y dañó varias estructuras cercanas, incluida una primaria, el histórico Teatro Martí y una iglesia bautista, la sede de esa denominación religiosa en el occidente de la isla.

La Iglesia dijo en su cuenta de Facebook que su templo sufrió daños estructurales “significativos” y cuantiosas pérdidas en el mobiliario, pero aseguró que ningún miembro de su personal resultó herido.

El Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minisap) reportó que la cifra de fallecidos subió a 31, entre los que figuran cuatro menores, una mujer embarazada y una turista española. Unas 24 personas seguían hospitalizadas.

Hasta ahora “85 personas resultaron lesionadas, de ellas 24 se encuentran hospitalizadas, 30 pacientes recibieron el alta médica y 31 fallecieron”, señaló el Minsap en una nota publicada en su página de internet.

En la jornada también se realizaron los entierros de los muertos y el traslado de los cuerpos de los que eran de provincias.

Mientras tanto, un grupo de jóvenes realizó una vigilia en las inmediaciones del Hotel Saratoga por las víctimas.

En la ciudad, muchos cubanos trataron de volver a la normalidad para celebrar el Día de la Madre. Las calles aledañas, incluyendo la céntrica avenida Prado, se veían más despejadas de cascajo y basura de la explosión. El área sigue con acceso restringido.

La explosión se sumó a los problemas de una industria turística crucial que ha sido fuertemente golpeada por la pandemia de coronavirus, así como por el recrudecimiento de las sanciones contra la isla impuestas por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y que mantuvo en vigor la actual administración del mandatario Joe Biden.

El domingo, el papa Francisco expresó desde Roma su solidaridad con las víctimas, exhortando a orar por ellas y sus familias.

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