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Cuba llevará a cabo este año un proceso electoral que concluirá con la salida de Raúl Castro de la presidencia y la previsible llegada de Miguel Mario Díaz-Canel. Para unos, es un momento histórico porque por primera vez desde 1959 un miembro de la familia Castro Ruz no será la cabeza visible del gobierno de la isla. Para otros, sin embargo, se trata de un trámite que implica un cambio de forma, pero no de fondo porque Raúl Castro se mantendrá al frente del Partido Comunista Cubano, el verdadero poder en el país.
En este contexto, el profesor investigador de la Universidad Iberoamericana Carlos Manuel Rodríguez Arechavaleta (Cuba, 1968) propone en su libro La democracia republicana en Cuba, 1940-1952, analizar esos 12 años que define como “un periodo muy importante de la historia republicana que, intuyo, ha sido soslayado, tergiversado e idealizado por actores interesados”, como plantea en su introducción, en la que resalta “la sugerente relación actores-reglas para explicar la estabilidad democrática” que vivió la isla.
El elemento central de dichos años fue la Constitución de 1940, creada a partir del consenso de los grupos políticos existentes en el momento y que tomó elementos de otras constituciones, como la mexicana de 1917, para crear un “documento modélico del constitucionalista social latinoamericano”, según señala el investigador Rafael Rojas en su presentación. Esta Carta Magna contenía “las reglas electorales más inclusivas (…) mantuvo la mayoría relativa simple para la elección del presidente, pero la combinó con representación proporcional para la cámara baja, lo que fue un incentivo al multipartidismo”.
Durante este periodo, Cuba llevó a cabo tres elecciones presidenciales que dieron pie a los gobiernos de Fulgencio Batista (1940-1944), Ramón Grau San Martín (1944-1948) y Carlos Prío Socarrás (1948-1952).
Pese a todo, la estabilidad democrática duró solamente 12 años y fue rota por Batista, uno de los líderes del proceso constitucionalista, a través de un golpe de Estado para imponer un régimen autoritario. La pregunta de qué fue lo que falló atraviesa su estudio de actores, reglas electorales y estrategias políticas.
La investigación de Rodríguez Arechavaleta, en este sentido, ilustra perfectamente, a decir de Rojas, “los dilemas del autoritarismo latinoamericano en la naciente Guerra Fría”.
La democracia republicana en Cuba, 1940-1952, de Carlos Manuel Rodríguez Arechavaleta y editado por el Fondo de Cultura Económica, se presentará hoy 4 de marzo a las 19:00 horas en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.