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“Crisis por coronavirus puede dar vida a Europa”

Se verá si la UE logra responder como bloque, dicen especialistas

El DJ Francesco Cellini mientras toca para sus vecinos desde la terraza en su departamento, ubicado en Roma, Italia. Foto: ALBERTO LINGRIA. REUTERS
22/03/2020 |02:00Inder Bugarin / Corresponsal |
Inder Bugarin
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Bruselas.— La soledad y el asilamiento ya le pasan factura a Lazzarina, quien vive en un condominio dúplex ubicado en Cesena, en la región italiana de Emilia-Romaña, en la zona nororiental del país y epicentro de la pandemia del coronavirus en Europa.





Desde que el premier Giuseppe Conte reconoció que el Covid-19 se había propagado más allá de los focos confinados, el pasado 23 de febrero, la abuela italiana decidió voluntariamente aislarse del exterior y alimentarse de lo que su nieto le deja a la puerta de su casa. “¿Qué hice para merecer esto? ¡Cuánta soledad!”, cuenta llorando por teléfono la mujer de 83 años.

En el exclusivo balneario belga de Knokke, Annabel padece insomnio a partir de que internó en cuidados intensivos a su madre de 80 años por problemas respiratorios. Desde el pasado 14 de marzo, ella no la ve por las restricciones de acceso impuestas a los visitantes externos a la clínica. “No hay mayor angustia que pensar que tu madre puede morir sola”, dice. El mundo enfrenta la propagación pandémica más rápida desde la gripe española en 1918.

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El ojo del huracán del brote se encuentra en Europa y no más en China, donde se descubrió la enfermedad en diciembre de 2019, en la ciudad de Wuhan, y el 19 de marzo marcó en su calendario como el día en el que no registró ningún nuevo caso de contaminación interno, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El virus entró a la Europa rica por el norte de Italia. La tesis que se maneja es que llegó a Lombardía y Véneto, a las localidades de Codogno y Padua, respectivamente, a través de los residentes asiáticos que habrían retornado del Año Nuevo chino.

“Estamos en manos de autoridades incompetentes, confundieron el racismo con la seguridad sanitaria. No introdujeron ningún tipo de control y ahora vivimos un caos”, dijo en su momento a EL UNIVERSAL Elisabetta Briganti, doctora italiana que desde el comienzo lucha en primera línea contra la pandemia.

La situación se salió de control cuando el gobierno preguntó: “¿Dónde quedó el paciente cero?”, y los visitantes volvieron a sus países. A partir de ese momento, Italia se volvió el laboratorio de occidente.

La cuarta economía europea comenzó con la política de “nadie entra ni sale” en las tres provincias más golpeadas, pero extendió el confinamiento a todo el territorio. El pasado 19 de marzo, el país superó a China en cuanto a cifra de muertes.

España y Francia siguieron el método de Roma de restricción absoluta de movilidad para limitar al máximo el riesgo de contagio. Todos reforzaron el régimen de excepción con castigos, incluyendo la cárcel, en el caso italiano.

En un escalón más abajo de la estrategia contra el Covid-19 se encuentra Bélgica. A diferencia de España, en esa nación “la actividad al aire libre está permitida, incluso aconsejada”, precisó la premier So- phie Wilmes. La gente no necesita un documento para ir a trabajar.

La tercera fórmula de inmunización empleada entre los europeos la ejemplifica Holanda. Incluye el paquete básico de respuesta, como cerrar escuelas, universidades, restaurantes e instalaciones recreativas; suspender eventos masivos, conferencias y foros, así como mantener abiertas tiendas que venden comestibles, supermercados y farmacias, pero no restringe la libre circulación de las personas.

Se limita a invitar a la gente al teletrabajo, a quedarse en casa y evitar el contacto físico. Tampoco frena totalmente la economía, las fábricas y los negocios siguen abiertos, desde ropa y calzado hasta perfumería.

Adicionalmente miembros de la zona Schengen han reforzado su combate: optaron por el cierre completo o parcial de sus fronteras. Son Finlandia, España, Austria, Hungría, República Checa, Suiza, Dinamarca, Polonia, Lituania, Alemania, Estonia y Noruega.

La Comisión Europea incluso calló ante el llamado de auxilio lanzado por el premier Giuseppe Conte al comienzo de la “hora más oscura” de Italia. Fue hasta marzo cuando el Ejecutivo comunitario puso en marcha su equipo de respuesta.

A partir de ese momento, la comisión de Ursula von der Leyen ha alertado de la profunda fractura que provocó el brote en la UE. Consiguió poner candado a las fronteras externas del bloque, bajo el argumento de que “cuanto menos viajes, más podremos contener el virus”.

Por 30 días sólo entrarán ciudadanos comunitarios, personal sanitario, investigadores y diplomáticos. En el frente económico, la comisión anunció máxima flexibilidad a las reglas fiscales y las ayudas de Estado, así como la inyección de 37 mil millones de euros a la economía. El Banco Central Europeo comprará bonos públicos y privados por 750 mil millones de euros.

“El aspecto que tendrá Europa tras esta extraordinaria emergencia de salud pública dependerá de la capacidad de los Estados miembros para enfrentarla como un bloque.

“[La forma de respuesta] se puede argumentar que la pandemia de Covid-19 tiene el potencial de dar nueva vida al proyecto europeo, pero también tiene el de debilitarlo hasta el punto de hundirlo”, sostiene Simona Guagliardo, analista del European Policy Centre.

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