Washington.- Los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) publicaron esta semana, sin hacer mucho ruido, las que deberían ser las guías definitivas sobre cómo reabrir de forma segura los comercio del país, a medida que se cumplan los requisitos recomendados de control de la propagación de la pandemia de coronavirus que azota todo el territorio.

El documento final, de 60 páginas, es un compendio de las directrices hasta ahora publicadas y añade, como último apéndice, los consejos que el CDC da específicamente a empresas, colegios y sistemas de transporte, entre otros; unas recomendaciones que se temía que la Casa Blanca guardara en un cajón y no se hicieran públicas porque son “demasiado normativas”.

La guía expone instrucciones específicas sobre qué hacer para evitar contagios, así como detectar y rastrear el virus, y así limitar al máximo el riesgo de exposición de la población en su vuelta a la “normalidad”. El seguimiento de las medidas es desconocido. El texto es una guía de cómo el gobierno federal considera que debería hacerse, con un sistema de fases concreto que se superan cumpliendo ciertos parámetros de control de la propagación y disponibilidad de herramientas médicas y sanitarias contra el virus.

Sin embargo, no es una normativa estricta: al final, las decisiones finales recaen en los gobiernos locales y estatales. Quienes redactaron el documento incluyeron fórmulas lejos de la normatividad y la obligatoriedad, y apostaron por un texto con condicionales. Respecto al documento que se filtró hace unos días y que nunca verá la luz de forma oficial, aparecen constantemente las palabras “a ser posible” y en vez de pedir que se “aseguren” acciones como la distancia social, el llamado es a “promover” la distancia social.

En cambio, sirve como marco general de lo que los expertos del sistema de salud estadounidense consideran clave para que el regreso a la actividad sea lo más seguro posible, con la menor disrupción y con todos los pasos para evitar un rebrote.

En todos los sectores e industrias se recomienda el lavado constante de manos, el uso de cubrebocas, así como bloquear estornudos y tos para evitar la dispersión de esputos y partículas. Se plantea como indispensable tener material higiénico, jabón o soluciones con al menos 60% de alcohol y letreros recordando la situación excepcional y la necesidad de frenar la propagación del virus. También es común a todos los espacios la limpieza y desinfección constante, evitar el uso de material compartido y, en espacios que han estado cerrados mucho tiempo, la revisión de cañerías y sistemas de agua para minimizar el riesgo de legionela.

Se pide que se considere hacer chequeos diarios y rutinarios de temperatura y síntomas, y preparar al personal para la detección de posibles casos y la adecuación de un área para aislar a quien presente síntomas.

Para promover la distancia social, además del fomento del teletrabajo siempre que sea posible y reducir al mínimo los traslados; se recomienda limitar los servicios a opciones de envío o recogida a distancia, así como la instalación de páneles que eviten el contacto.

Por sectores, en bares y restaurantes se pide que haya toallitas desinfectantes individuales en los baños; limpieza y desinfección “frecuente”; evitar elementos “compartibles” y apostar por menús desechables o digitales, así como platos y cubiertos desechables, y condimentos en bolsitas individuales; facilitar pagos con el mínimo contacto posible; descartar servicios de autoservicio (bufé, bar de ensaladas, surtidores de bebidas); y marcar con señales las distancias sociales recomendadas entre clientes, así como limitar la interacción de los empleados. En el caso de los sistemas de transporte público, los CDC recomiendan utilizarlos lo menos posible y que se restrinja su uso exclusivamente a trabajadores “esenciales”, que se “ajusten las rutas entre áreas que experimentan diferentes niveles de transmisión” y que los conductores porten mascarillas.

En el caso de los recintos escolares, algunos estados y condados establecieron que este año escolar no se volverá a las aulas; para los que sí piensan en volver, se recomienda intensificar la limpieza y desinfección, incluyendo sesiones de aprendizaje sobre cómo lavarse las manos frecuentemente y el uso de mascarillas o cobertores de nariz y boca (a excepción de los menores de dos años y aquellos con dificultades respiratorias). Se aconseja que los menores siempre estén con el mismo grupo y no se mezclen bajo ninguna actividad; que se cancelen las salidas, eventos y actividades extracurriculares; que se adapten las aulas para permitir el espacio y separación entre personas y que se cierren los espacios comunes, incluyendo cafeterías: las comidas deberán servirse en las clases y en el escritorio individual de cada estudiante, con utensilios personales intransferibles. También se recomienda establecer un protocolo de horarios y normativa para la llegada a las instalaciones escolares, y evitar al máximo el contacto.

En la guía no aparecen indicaciones para los “centros de fe”, que el presidente Donald Trump ha presionado para que vuelvan a la normalidad de forma inmediata, en parte a sabiendas que en la comunidad religiosa —especialmente evangélica— está gran parte de su base electoral. Sin embargo, Trump dijo ayer que “estamos abriendo nuestras iglesias de nuevo. Creo que los CDC van a incluir algo muy pronto...”.

En la web de los CDC hay recomendaciones para otros espacios. En época de piscinas públicas, estas instalaciones son básicas. Como en el resto de lugares, se recomienda el uso de mascarillas o cualquier elemento que cubra la boca en todo el recinto, excepto dentro del agua.

Además de una limpieza frecuente y evitar las aglomeraciones de personas, la guía apunta que los nadadores deben mantener la distancia social y pide que no sean los socorristas, sino otro personal el que verifique que se cumpla, para que así puedan centrarse en la tarea de vigilar las acciones dentro del agua.

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